Monet – Mujeres en el jardín
Monet – Mujeres en el jardín | Este lienzo fue encargado a Monet en 1866 por Bazille, siendo adquirido por 2.500 francos pagaderos en plazos mensuales. Claude pintó la obra en el jardín de su casa, tomando la escena directamente, al aire libre, renunciando a trabajar cuando no había suficiente
iluminación solar.
Esta obra mide 255X205 y se guarda en el Museo de Orsay
Las figuras son de tamaño natural, siendo Camille – la compañera del pintor – la protagonista de la imagen al posar para varias de las mujeres. Esta composición es una de las más novedosas al incorporar importantes elementos que configuran la teoría impresionista de la luz y el color: recurre a los contrastes de color aprendidos de Delacroix; las sombras son de color malva, como se aprecia claramente en la mujer que coge las flores; las pinceladas son cortas y rítmicas, aplicando los tonos con manchas; los colores están mezclados con blanco para aclararlos. En definitiva, esta imagen puede considerarse, como una de las características de la pintura impresionista.
Desde un fondo verde, formado por la vegetación, destacan los vestidos de las mujeres en colores blancos muy luminosos, salvo uno anaranjado. Las sombras son violáceas, haciendo que brille el pañuelo al cuello de la dama más cercana al espectador, por ser complementario. El color naranja contrasta o armoniza con el vestido de la izquierda que posee rayas azules (entre las blancas), y el hueco de cielo que se ve arriba a la derecha. Para armonizar el verde de fondo están las flores rojas. La sombra sobre el sendero también es violeta.
La técnica ya es propiamente impresionista, pinceladas cortas y fuertes empastes, aunque las formas aún están bastante definidas.
La composición está resuelta a base de triángulos isósceles y escalenos: las tres mujeres de la izquierda forman uno, la mujer de la derecha es otro triángulo que generan sensación de grandiosidad y seguridad, la sombra proyectada en la parte inferior es rectángulo, por tanto más inestable y dinámico, como rompiendo un poco la estabilidad que inducen los anteriores y es muy importante el triángulo isósceles invertido que forma el ramaje del árbol que centra la composición, lo que da la sensación de majestuosidad y ascensión.
Los ritmos lineales se perciben gracias al ramaje, que resulta radial respecto al tronco, las curvas de los contornos correspondientes a los vegetales y el contorno inferior de los vestidos, en especial el de la dama sentada. En cuanto a los ritmos cromáticos, vemos que se repiten los blancos de los vestidos y las rosas, al igual que los botones del vestido naranja, los naranjas de uno de los vestidos y el sendero así como la sombrilla, los rojos de las flores en dos ramos y en el propio rosal.
Extraído de: www.curiosidario.es
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