¿Está Cronos devorando
nuestra memoria?
Ángel Juárez Masares
”no nos dejes caer en
la tentación
de olvidar o vender este pasado
o arrendar una sola
hectárea de su olvido”.
Mario
Benedetti
Todos sabemos –y lo hemos experimentado- que un
olor, un sonido, o una imagen, puede llevarnos en fracciones de segundo a un
momento de nuestra infancia.
También suele ocurrir que asociemos un tema musical con
otras experiencias auditivas o visuales, y eso precisamente fue lo que nos
sucedió hace unos días.
Escuchando “La muerte y la doncella”, de Franz Schubert,
inmediatamente recordamos la película homónima de 1994 dirigida
por Román
Polanski. Protagonizada por Sigourney
Weaver, Ben Kingsley,
y Stuart Wilson en
los papeles principales, basada en la obra del dramaturgo chileno Ariel Dorfman.
Durante el período de una dictadura en un país
sudamericano, Paulina Escobar (Sigourney Weaver) fue torturada y violada
por sus captores. A pesar del trauma no delató a su entonces novio, Gerardo
Escobar (Stuart Wilson), que participaba activamente como opositor al
régimen como editor de un diario clandestino. Más tarde contraerán matrimonio y
se asentarán en la costa.
Una noche de lluvia, Gerardo tiene problemas con uno de
los neumáticos de su automóvil y es traído a su casa por un hombre desconocido.
Una vez allí, Paulina reconoce la voz del visitante como la de su torturador.
Deberá confiar en su oído, porque en las torturas llevaba los ojos vendados, y
en evidencias descubiertas en el momento, para hacerlo confesar y al mismo
tiempo convencer a su incrédulo esposo.
El torturador de Paulina tocaba La muerte y la doncella de Franz
Schubert durante los abusos; de ahí el título de la película, y
la recurrente aparición de esta pieza durante toda la película.
Al recordar algunas escenas de esa joyita de la
cinematografía, quisimos verla nuevamente y salimos a buscarla en los locales
de venta y alquiler de películas. No sin sorpresa, descubrimos que no sólo no
existe en formato digital, sino que ni empleados ni dueños de locales tenían la
menor idea de su existencia.
Hasta aquí el mero relato de la anécdota.
Esto nos llevó a pensar una vez más sobre las
razones de la ignorancia de la actual generación sobre la historia
reciente de América latina, asunto que naturalmente excede el desconocimiento
de una película.
Surgen entonces las preguntas, y son tantas y de tan
diverso tenor que al final es posible concluir que el viejo Cronos está hoy tan
vigente como desde su aparición en la mitología griega. Recordemos cómo un
oráculo le vaticinó que sería destronado por uno de sus hijos, asunto que
solucionó comiéndoselos al instante de nacer.
¿Está hoy Cronos alimentándose con nuestra memoria?
¿Es natural la falta de interés de la mayoría de los
jóvenes por el conocimiento de la historia reciente, o somos los adultos que
por comodidad evitamos hablar de ella?
Obviamente no pretendemos sembrar en nuestros hijos
semillas de odios por episodios de los que no son responsables, pero… ¿es bueno
que crezcan y se desarrollen en la más absoluta ignorancia sobre asuntos que
muchas veces tuvieron como protagonistas a sus padres o abuelos?
Alguien dijo que olvidar los hechos del pasado es
condenarse a repetirlos, y pese que dicha frase pueda contener cierto
tremendismo, creemos que tampoco es bueno echarle tierra encima a la trágica
etapa de los años 70 vivida en América latina. Bastante es la tierra que cubre
los muertos que dejó la barbarie de esos años, y lo que aún es peor, todavía se
ignora bajo qué tierra yacen muchos de esos muertos.
Cuando se abordan estos temas invariablemente se alzan
voces que promueven “dar vuelta la página”; otras aseguran que “a nada conduce
hurgar en el pasado”, pero quienes sufrimos esos años sabemos que hacerlo,
sería dejar que el viejo Cronos nos devore la memoria.
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