“Cuaderno de Juan Amauta”: la inteligencia poética en
una vibrante expresión
Luis Benítez
La editorial Llanto de Mudo, de Córdoba, Argentina,
publicó el poemario “Cuaderno de Juan Amauta. Vol. 1” (ISBN 978-987-3778-43-8), de
Alexis Comamala, nacido en la citada ciudad argentina en 1979. Comamala
acredita títulos anteriores, como “Ensayo mi muerte” (2007), “El naufragio”
(2009) y “La noticia es el diluvio” (2014). Fueron compilados sus trabajos en
“El día más parecido” (2008), entre otras antologías.
En esta nueva entrega el poeta apela a textos breves y
punzantes, con un mayor predominio de la idea sobre la imagen, pero dando
muestras –invariablemente- de poseer ese raro don que llamamos la inteligencia
poética. En efecto: a lo largo de todo el poemario el primer plano lo tiene una
visión del mundo caracterizada por la capacidad de comprender los nexos
posibles entre lo macro y lo individual, en un fluido ir y venir entre ambos
campos, además de una evidencia constante de la capacidad de Comamala para transmitir esa visión adquirida. La
inteligencia poética es algo que se adquiere merced no solamente a lecturas y
observaciones y estímulos derivados de otras disciplinas del arte o
provenientes la experiencia; procede de una laboriosa elaboración de esos
factores en una clave personal y única y es ese el mérito permanente en la
mayoría de las páginas de este volumen breve, aunque suficientemente denso como
para albergar fundamentales preguntas y respuestas referidas al ser en el mundo
contemporáneo.
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ASÍ ESCRIBE ALEXIS COMAMALA
Sí matar
Corrediza la naturaleza altera el
dominio del hombre, es flujo de ideas en pensamiento vertical, en tanto que
palabra práctica se esconde. Entonces excluimos banderas sagradas e instrumentos
de pulsación de auroras que no permanezcan intactas, procedimos a acabar con la
historia del sin freno.
Una guerra
Nadie reniega del tiempo acá
arriba, se es parte del paisaje. La turba y el delirio no llegan, jamás hubo
más de doce juntos acá en la mesa o sobre las piedras. Las naves bajaban por
donde podían y los niños sabían de la patria del poema perdido. No soy yo, ni
es la sangre del espíritu la que reacciona, es la falta de un problema y una
bomba que no explota.
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