viernes, 17 de septiembre de 2010

El próximo 30 de octubre se conmemora el centenario del nacimiento del universal poeta Miguel Hernández. Con tal motivo, la Fundación Cultural que lleva el nombre del poeta en su ciudad natal -Orihuela- pretende convocar a una lectura internacional simultánea de poemas hernandianos, la víspera del cumpleaños, o sea el viernes 29.
El objetivo trazado es conseguir la participación de cien países a través de poetas, escritores, o cualquier persona aficionada a la poesía, bien a título individual o colectivamente que leyera un poema de Miguel Hernández.
HUM BRAL se suma a la  distancia  a leer su obra, y sobre todo a tener presente su historia: la calidad y la dignidad del poeta  frente  al tiempo que le tocó vivir.

Tengo estos huesos hechos a las penas

Tengo estos huesos hechos a las penas
y a las cavilaciones estas sienes:
pena que vas, cavilación que vienes
como el mar de la playa a las arenas.

Como el mar de la playa a las arenas,
voy en este naufragio de vaivenes,
por una noche oscura de sartenes
redondas, pobres, tristes y morenas.

Nadie me salvará de este naufragio
si no es tu amor, la tabla que procuro,
si no es tu voz, el norte que pretendo.

Eludiendo por eso el mal presagio
de que ni en ti siquiera habré seguro,
voy entre pena y pena sonriendo.




Un carnívoro cuchillo

Un carnívoro cuchillo
de ala dulce y homicida
sostiene un vuelo y un brillo
alrededor de mi vida.

  Rayo de metal crispado
fulgentemente caído,
picotea mi costado
y hace en él un triste nido.

  Mi sien, florido balcón
de mis edades tempranas,
negra está, y mi corazón,
y mi corazón con canas.

  Tal es la mala virtud
del rayo que me rodea,
que voy a mi juventud
como la luna a la aldea

Recojo con las pestañas
sal del alma y sal del ojo
y flores de telarañas
de mis tristezas recojo.

  ¿Adónde iré que no vaya
mi perdición a buscar?
Tu destino es de la playa
y mi vocación del mar.

  Descansar de esta labor
de huracán, amor o infierno,
no es posible, y el dolor
me hará mi pesar eterno.

  Pero al fin podré vencerte,
ave y rayo secular,
corazón que de la muerte
nadie ha de hacerme dudar.

  Sigue, pues, sigue, cuchillo,
volando, hiriendo. Algún día
se pondrá el tiempo amarillo
sobre mi fotografía.

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