Mario Benedetti (1920-2009)
Ante todo, poeta
Aldo Roque Difilippo
El 14 de setiembre de 1920 nació Mario Orlando Hardi Hamlet Breno Benedetti Farrugia. Para nosotros simplemente Benedetti, el lúcido escritor, el individuo crítico, comprometido con su tiempo, que prefería definirse como poeta antes que novelista, narrador, dramaturgo o periodista. “Soy poeta. Siempre fui un poco fanático de la claridad de la poesía”, dijo alguna vez, y esa claridad encontrada en la poesía lo llevó a escribir más de setenta libros, alguno de ellos fundamentales al hacer un repaso de la literatura de la segunda mitad del Siglo XX en nuestro país. “Ha escrito lo que muchos sentíamos que necesitaba ser escrito” expresó el poeta mexicano José Emilio Pacheo.
Nació en Paso de los Toros, “pero soy de Montevideo”, iniciándose en la aventura editorial con un libro de poemas “La víspera indeleble” (1945), del que abjuró, al punto que desistió de reimprimirlo e incluirlo en sus antologías. E. Anderson Imbert lo define como un “buen observador de las almas de sus personajes, generalmente vistos en ambientes citadinos”, edificando una vastísima obra poética y narrativa con títulos que a estas alturas son considerados fundamentales para comprender nuestra sociedad. Entre los que se destacan “La Tregua” (1960), “Gracias por el fuego” (1965), entre muchos. O sus “Poemas de oficina” (1956), creando una nueva forma de decir, llegando incluso a reinventar el idioma, con palabras que actualmente son usadas popularmente como un sello muy uruguayo. “Siempre he inventado palabras, en las novelas, en los poemas”, expresó. “Incluso he inventado palabras que han tenido buena fortuna, como cuando he hablado del Uruguay como “el paisito”, término que hoy emplean todos los periodistas, o cuando inventé el “desexilio”, que también ha pasado ya a la jerga periodística”.
Los de a pie
Sus poemas han sido interpretados por los más diversos cantores populares, y son reproducidos en posters y afiches, respetando o no la idea original de su autor, convirtiéndolo en uno de los autores más populares. En el período dictatorial su compromiso político lo llevó al exilio, y en ambas márgenes del Río de la Plata sus textos fueron prohibidos, pero igualmente circularon en forma clandestina “transformándose en objeto de culto para quienes, de ese modo se parecieron más a fieles de una religión que gozosos lectores”, apunta el crítico literario Pablo Rocca. “Si bien por estas tierras antes no se había vivido una situación política de semejantes características, nunca tantos habían cifrado sus expectativas en la palabra de un escritor”, agrega Rocca. “Nunca tantos se sintieron representados o interpretados por uno solo”. Seguramente porque Benedetti supo interpretar nuestra realidad desde la perspectiva del hombre de a pie, ya que como él mismo lo dijo: “Pienso que de los gobiernos casi nunca se aprende nada, pero de la gente de a pie se aprende mucho”.
Pasatiempo
Cuando éramos niños
los viejos tenían como treinta
un charco era un océano
la muerte lisa y llana
no existía
luego cuando muchachos
los viejos eran gente de cuarenta
un estanque era océano
la muerte solamente
una palabra
ya cuando nos casamos
los ancianos estaban en cincuenta
un lago era un océano
la muerte era la muerte
de los otros
ahora veteranos
ya le dimos alcance a la verdad
el océano es por fin el océano
pero la muerte empieza a ser
la nuestra.
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