sábado, 30 de octubre de 2010

Los primeros detenidos desaparecidos

Aldo Roque Difilippo

Hace 82 años la apacible vida montevideana se vio sacudida por la incursión  de un grupo de anarquistas a punta de revólver: El asalto al Cambio Messina. Después vino la captura, la fuga por el túnel realizado desde la Carbonería El Buen Trato, y el asesinato del comisario Pardeiro. El 4 de marzo los 4 anarquistas fueron deportados a Buenos Aires iniciando así un camino sin retorno, constituyéndose en el primer caso de "desaparecidos" en la Argentina, pero la historia tuvo un agitado comiendo en este lado del Río de la Plata.

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Miguel Arcangel Rosigna
  El asalto máas recordado de las primeras décadas del Siglo XX, quizá el más planeado, resultó un rotundo fracaso. Los personajes que ingresaron al Cambio Messina sólo se llevaron unos pocos pesos, con el trágico saldo de dos muertos.
Posteriormente estos individuos protagonizaron la fuga del penal de Punta Carretas, por el túnel realizado desde la  Carbonería El Buen Trato, una obra de ingeniería que no ha sido igualada; y como corolario macabro, algunos de estos  protagonistas se constituyeron en los primeros "desaparecidos"  en Argentina, víctimas del terrorismo de Estado.

SI NO SON PITOS, SERAN FLAUTAS
La tarde del 25 de octubre de 1928 comenzaba transcurrir con su habitual monotonía. En la plaza Independencia montevideana algunos transeúntes se dirigían a sus ocupaciones habituales.

 En un banco, dos hombres conversaban de manera algo nerviosa mirando constantemente el reloj. Uno viste ambo y gorra beige, el otro, traje gris y sombrero al tono. Sobre las 14 horas el  Cambio Messina abrió sus puertas, al igual que la mayoría de los comercios que circunvalan la plaza.

Antonio Moretti

Jaime Navarro Pérez y Agustín Casanovas García (los que conversaban en el banco de la plaza tras los surtidores de  bencina), ven llegar un taxi marca Hudson, tipo doble faethon, pintado de verde, del que descienden dos hombres elegantemente  vestidos. Uno de traje marrón y sombrero (Antonio Moretti), el otro, de traje oscuro y sombrero (Pedro Boadas Rivas), miran al dúo sentado en la plaza, conversan con un tercer pasajero que permanece en el asiento delantero (Vicente Moretti) y comienzan la marcha.

Desconocen que segundos antes, Carmelo y José Gorga, hijos del propietario del Cambio Messina, habían salido en auto, con  un maletín con la abultada suma de $ 6.000 para cambiarla por otra moneda en la Contaduría de la Usina Eléctrica del Estado. Los que bajaron del auto y los que esperaban en el banco de la plaza, se encaminaron hacia el Cambio. En tanto el propietario, Carmelo Gorga, ordenaba a su empleado Alfonso Magnani que corriera el toldo para frenar los rayos del sol.
El empleado obedece, y ante la presencia del muchacho subido a un banco, el cuarteto parece detenerse.
-¿Qué pasa? -preguntó Antonio Moretti.

-¿No ves? -contesta Pedro Boadas- salió un hombre hay que esperar que entre.
-Si no son pitos, serán flautas -replicó Moretti, y continuó la marcha. Los demás lo siguieron.

Pedro Rivas Boadas
Al llegar al Cambio, el grupo se divide. Antonio Moretti toma del saco al empleado y lo empuja.
-­¡No te muevas o te quemo!
Boadas le recrimina: -¿Qué cuernos tienes  que pararte  allí con ese hombre? No es el único de la calle, hay más  gente. Entra como debimos haber entrado, los cuatro juntos y no aquellos dos solos.
Jaime Navarro entra al Cambio, pistola en mano, sentenciando:  “¡Arriba las manos!”, tras él ingresa Agustín Casanovas,  empuñando una pistola de grueso calibre. Carmelo Gorga, el propietario del Cambio Messina, permanece inmóvil por unos instantes, pero superado el impacto intenta reaccionar. Jaime

Navarro salta el mostrador, toma del brazo a Gorga intentando tirarlo al suelo. El hombre repele la agresión, recibiendo un culatazo en la cabeza. El arma no tenía seguro, escapándose un disparo que impacta en el techo.
-¡Qué le va a hacer a ese pobre viejo! -gritó Víctor Dadeo, somnoliento, apareciendo del recinto interior del Cambio, con  cara de asombro.
Víctor Dadeo era un lustrabotas, de 40 años, que solía dormitar al fondo del  local.
Gorga intenta llegar hasta el cajón donde guardaba un arma.
Dos nuevos disparos estremecen el local.

Jaime Tadeo Peña

Jaime Navarro Pérez  hace blanco en la cabeza de Gorga y luego en la espalda.
Pedro Boadas que discutía en la puerta con Antonio Moretti, ingresa al local y al ver el panorama le grita a  Navarro: -Dame la plata -mientras éste pateaba el cuerpo de Gorga.
-Hijo  de una gran puta. Haciéndote matar por unos pocos vintenes.

Vicente Salvador Moretti

Le alcanzó un paquete de billetes que se desparramó en el suelo al romperse la banda de goma. Dadeo, el lustrabotas, comienza a gritar y se abalanza sobre el cuerpo del cambista. Se requirió de dos disparos para contenerlo, cayendo muerto al recibir un balazo en el abdomen. En tanto, Antonio Moretti seguía encañonando al empleado del cambio en el exterior del local. Magnani -el empleado- al sentir los disparos, se le aflojan las piernas y suplica que no lo maten.
Antes de salir Jaime Navarro logra hacerse de un poco de dinero. Al descuido de Moretti el empleado logra huir a toda carrera, gritando en procura de auxilio.

ROTUNDO FRACASO

El golpe fue sido bien planeado y meditado. Se efectuó entre las 14,40 y las 14,44 hs, pero resultó un rotundo fracaso. Esta primera parte de la historia termina con dos muertos más: Pedro Boadas mata a Hernández, el chofer del taxi en el que escapan por calle Florida, hecho que le provocaría remordimientos por el resto de sus días, según declaró después; Antonio Salvador Moretti decide suicidarse antes de caer en manos de la Policía cuando son atrapados.

Roscigna al ser detenido por la policía

El argentino Miguel Arcángel Roscigna, los hermanos Vicente Salvador y Antonio Salvador Moretti, y otros tres catalanes, Pedro Boadas Rivas, Jaime Navarro Pérez, y Agustín Casanovas  García (que escaparon de la dictadura del Gral. Primo de  Rivera),  habían ingresado a Uruguay por Argentina. Recibieron casa, comida, y la orden de "quedarse quietos". Son individualistas, discuten sobre lo innecesario de la autoridad entre los hombres, y a punta de pistola asaltan y matan, para volcar el dinero recaudado en la financiación de su periódico  partidario o sus actividades proselitistas.
La sociedad uruguaya se sacudió por los impactos de bala en el Cambio Messina,  pero esto era sólo la primera parte del drama.
Antonio Salvador Moretti, foto aparecida en la prensa de la época

EL TUNEL DEL BUEN TRATO

La fuga de los anarquistas el 18 de marzo de 1931 fue una verdadera bofetada para la autoridad policial y carcelaria. El túnel cavado desde la Carbonería El Buen Trato no era una obra común. Medía casi 50 metros de largo, estaba alfombrado con bolsas de arpillera, contaba con iluminación y ventilación para facilitar el trabajo.

La investigación judicial estuvo a cargo del Juzgado Letrado  de Instrucción, de 1° turno, a cargo del doctor Bolívar Baliñas. El magistrado había actuado en el procedimiento que terminó con el allanamiento de la casa de calle Rousseau N° 41, donde fueron capturados los asaltantes del Cambio Messina, y donde se suicidó Antonio Moretti. Además de los asaltantes al  Cambio se plegaron a la fuga Rafael Egües, Medardo Rivero Camoirano y Carlos Cúneo (panaderos involucrados en el atentado contra La Estrella del Norte), y cuatro delincuentes comunes: Florencio Santiago López, Eduardo Ruibal, Juan Santalla y Aurelio Romá (cu´ñado de Antonio Moretti).
Santalla y Romá son recapturados casi de inmediato en las cercanías del Penal, en tanto el resto logra darse a la fuga.
Pocos elementos aporta la inspección "in situ". En la boca  del túnel se encuentra un gato de hierro (que según la leyenda serviría para levantar diez mil kilos de peso) y una viga de madera que fueron empleados para levantar el piso del baño. Se comprueba que el túnel consta de iluminación eléctrica, sistema de ventilación, y que está alfombrado con bolsas de arpillera para facilitar el trabajo. Además que fue cavado desde la Carbonería El Buen Trato, calle Solano García N° 2529, atravesando por debajo, además de la  calle, el muro del penal de 2 metros de espesor, llegando a una de las "habitaciones higiénicas".
El acta judicial deja constancia que "el lugar donde está abierto el boquete sólo es visible llegando hasta el WC y abriendo la puerta, no siendo posible que lo advierta la guardia armada que presta servicios en la parte superior de la cárcel", una acción de avezados zapadores.

TODAS LAS PRECAUCIONES

Agustín García

En la Carbonería sólo quedan objetos sin valor (diarios, latas de aceite y creolina, botellas, varios trajes de mecánico, zapatillas gastadas, latas de querosene, un brasero, una pala, una cama de dos plazas y otra de una, junto a una sombrilla de niña) unas cuantas bolsas de tierra, otras de carbón, una escuadra (denotando la seriedad profesional del proyectista), y pocos objetos más. El Buen Trato es un galpón de zinc, casi todo forrado de madera, con diversas reparticiones confeccionadas de tabiques de madera "que hacen de él una casa perfectamente alineada". En la pieza del frente se encuentran numerosas bolsas de carbón, varias de maíz, y desparramados por el suelo unos cuantos kilos de papas, en un precario despacho del negocio. En la pieza de atrás, la ventana está cubierta con esteras del lado exterior, y cortinas de cretona, y en su interior, más de veinte bolsas de tierra apiladas.

Diez tablas del piso han sido levantadas con un diámetro aproximado de dos 2,5 metros de largo por medio metro de ancho, pero las tablas, unidas entre sí hacían las veces de tapa "dando la impresión de que estuvieran fijas".
La renovación del aire del túnel se realiza mediante caños de zinc y un motor eléctrico. Al fondo existía un galpón para guardar un carro y un break antiguo. El terreno está separado de los linderos por tejido de alambre, en tanto el alambrado de la derecha está lleno de ligustros que impiden la visión hacia el otro lado, el de la izquierda tiene enredaderas, en tanto el del fondo da a un baldío.

Desde el muro donde se encuentra la guardia armada del Penal, según lo hace notar el Juez, no es posible ver el interior de la Carbonería "y que los habitantes de ésta han tomado todas las precauciones imaginables para no despertar sospechas y no han omitido detalle alguno para mejor realización de los propósitos perseguidos".  También que "el tejido de alambre que cierra el fondo del predio, tiene una abertura” por donde huyeron.

LUCTUOSO PRIVILEGIO

Gracias a suculentas recompensas se logra capturar a muchos de los fugados, junto al ya célebre Roscinga. Después vendría un hecho significativo, una supuesta bofetada del famoso comisario Pardeiro a Roscinga.

El hecho llega a oídos de otros anarquistas fuera de prisión, entre ellos un italiano apodado Faccia Brutta.  Este pide hablar con Roscigna y confirmando la afrenta asume la vendetta.
El 24 de febrero, cuando el comisario Pardeiro avanzaba en el Faeton por Boulevar Artigas, al aminorar la marcha para ingresar a Monte  Caseros Faccia Brutta apuntó con su Parabellum al asiento trasero del coche, acertando en medio de la frente del comisario.
El 4 de marzo de 1937 se produce la deportación de Miguel Arcángel Roscingna, Enrique Fernando Malvicini, José Manuel Paz, y Alcides López.
Una multitud esperaba la salida de los anarquistas del penal de Punta Carretas. Apenas cruzaron el portón 12 o 14 empleados de Investigaciones los rodearon y los hicieron subir a tres autos, partiendo a toda marcha hacia el local de Investigaciones. Luego fueron trasladados al puerto para embarcarse en el remolcador Lavalleja. La policía argentina se hizo cargo de los deportados al llegar a Buenos Aires. Paz es remitido a Córdoba debido a una causa pendiente, en cambio los otros tres son sobreseídos del expediente del asalto al Rawson, y otros casos que se los quería implicar.
El investigador argentino Osvaldo Bayer expresa que para el trío comienza "el
camino sin retorno". Se vuelven inútiles las gestiones de la Comisión pro Presos de Buenos Aires  y de la hermana de Roscinga, para ubicar el paradero de los tres anarquistas. Se les informa que han sido trasladados a  La Plata, a Avellaneda, a Rosario, a Tandíl, un método que reflotarían los militares del Río de la Plata en la pasada dictadura militar.
El Diario "Crítica" de Buenos Aires informa que un pescador vio a Roscinga y sus dos compañeros, esposados en el  Dock Sud de Buenos Aires, y a partir de ahí desaparece todo  rastro de los anarquistas.
Después de varios meses un oficial de la Sección Orden Social de la policía argentina comunica, confidencialmente a la Comisión pro Presos, que Roscigna, Malvicini y López, habían sido ejecutados y fondeados en el Río de la Plata. Según Osvaldo Bayer, el responsable de estas ejecuciones clandestinas fue el comisario Fernández Bazán, alto jerarca cuyos méodos expeditivos fueron bautizados como "Ley Bazá".
Este episodio nunca pudo ser aclarado, y los cuerpos de los anarquistas no fueron encontrados. Bayer acota que este fue el primer caso de "desaparecidos" en Argentina, víctimas del terrorismo de Estado.


Fuentes consultadas:
-"Pólvora y tinta. Andanzas de bandoleros anarquistas", Salvador Neves y Alejandro Pérez Couture,1993.
-"Historia de Bandidos. Del Cambio Messina a la carbonería El Buen Trato", Gonzalo D.Fernández, 1993



2 comentarios:

Anónimo dijo...

Pese a conocer la historia por ser Carmelo Gorga mi abuelo del cual llevo su mismo nombre, al que casi no conoci pues yo tenia solo 4 años cuando le mataron , no deja de conmoverme leer tan pormenorizado articulo sobre ese hecho. Solo a los que les toca de cerca sabemos el daño que ocasionan estos hechos en una familia donde el principal desaparece abruptamente
victima de actos cometidos por personas que nunca debian haber nacido.

Anónimo dijo...

Muy buen articulo !!! si bien ya sabia casi todo, me cautivo leerlo nuevamente. Saludos.-