La falta de crítica refleja provincianismo, y redunda en pobreza intelectual
Ángel Juárez Masares
Cuando se nos pide un trabajo para Hum-bral, procuramos que el mismo esté enmarcado en un carácter universalista, en virtud de la cantidad de seguidores que la página tiene en el resto del mundo. De todas maneras a veces no podemos evitar caer en pensamientos regionalistas, o locales, como en este caso.
El asunto es que si echamos una mirada a nuestra actual sociedad sorianense, vemos que nos estamos quedando –por una cuestión biológica- sin la rica intelectualidad que otrora ubicó a nuestro Departamento en un lugar de privilegio en el contexto nacional.
De aquí salieron historiadores de fuste, escritores de primera línea, actores de teatro, pintores, y músicos de relevancia, que hoy tienen escasa –o nula- reposición.
Afortunadamente aún tenemos entre nosotros personalidades tan ricas como Wilson Armas Castro, quien con más de 90 años se levanta todos los días a leer y escribir, y siempre está dispuesto a compartir sus conocimientos. Sus hermanas Lilia y Lidia, para quienes la música no tiene secretos. Como Manuel Santos, o Alfonso Arias, referentes ineludibles cuando de Historia se trata.
Un hurgador en la historia de pequeños pueblos y terruños, como José Olazarri, y un hombre como Fernando Cabezudo, a quien no se puede cometer el error de “encasillarlo” como pintor, ya que –si bien es uno de los mayores exponentes de esta disciplina a nivel nacional- posee una erudición que lo ubica perfectamente en ese grupo de los “intelectuales” referentes, en el que –naturalmente- reconocemos olvidos.
Por otro lado, los cambios que el tiempo le ha impuesto a nuestra sociedad, donde la simple –y fundamental- práctica de la lectura ha pasado a ser historia, nos hace pensar en un futuro nada prometedor en esto de adquirir conocimientos que justifiquen ubicarnos en la cima de la pirámide zoológica.
En este contexto, estimamos oportuno recordar al desaparecido historiador José Pedro Barrán, quien hace ya casi veinte años veinte años a través de los dos tomos de Historia de la sensibilidad en el Uruguay , generó un suceso de lectura inédito para una investigación erudita producida por un académico. El historiador creó un vínculo con un círculo amplio de lectores interesados en la historia del país y su cultura, que se mantuvo en sus libros posteriores y persiste en el último. En Intimidad, divorcio y nueva moral en el Uruguay del Novecientos, Barrán retoma un momento de nuestra historia especialmente incitante, repite la fluidez de la escritura, y se atreve a un desenfado que admite como prerrogativa de la vejez.
José Pedro Barrán |
Si nos remitimos a una entrevista realizada por Andrea Daveiro (El País Cultural –viernes 4 de julio de 1997) encontramos allí dos respuestas que son perfectamente aplicables a situaciones que vivimos diariamente, tanto en el periodismo como en la creación literaria. Cuando se le pregunta a Barrán, “cuán crítico es el medio intelectual uruguayo de su obra”, dice: “Poco, muy poco. Aquí hay poca crítica. El medio es muy pequeño, ya lo decía Real De Azúa…en el medio pequeño la tendencia es a perdonarse los pecados. Por otro lado también el medio es competitivo y a veces la crítica no se hace públicamente, se hace de otra forma. Yo tengo la impresión que hay poca crítica y hay cierta permisividad, y más cuando la persona tiende a ser reconocida”. Al responder a: “los riesgos que se corren cuando no hay crítica”, Barrán dice: “Son muy altos. Este es un tema que refleja provincianismo y redunda en pobreza intelectual; termina incrementando la pobreza intelectual del medio, hay otra manera de hacer crítica en el País, que es la del silencio.”
Finalmente, ¿será acertado pensar que uno de los factores principales de nuestra decadencia intelectual sea la falta de crítica?
Por otra parte, dice Barrán: “…en el medio pequeño la tendencia es a perdonarse los pecados”…
Puede entonces – en una simplificación grosera de tema tan complejo- agregarse a estas interrogantes la falta de auto-crítica, y tendremos, si no la solución al problema, un asunto serio en qué pensar.
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