viernes, 22 de junio de 2012



Aldo Roque Difilippo


El Velódromo Municipal lleva su nombre, y en  su frente una estatua de bronce recuerda su figura festejando la victoria. Leonel Rocca (1915-1965) es un ídolo indiscutido para varias generaciones de mercedarios, iniciándose con una simple bicicleta de llantas de madera y mucho esfuerzo.
El próximo 19 de junio se cumplirán 47 años de la  muerte de Leonel Rocca. El 7 de junio se cumplieron 76 años  que se consagrara Campeón Sudamericano de Kilómetro a Tiempo en Chile. Uno de nuestros más destacados deportistas, que se había iniciado muy modestamente en  “el deporte del pedal” siendo fundador  de dos clubes: el ya desparecido Urumer (1934), y el Club Ciclista Atenas (1937). De allí en adelante sus triunfos deportivos se repitieron en América y Europa, compitiendo siempre con la camiseta del Club Atenas, en años que el ciclismo congregaba multitudes.

Contrariando al Padre
Leonel Rocca se inició deportivamente en el fútbol y no en el ciclismo. Defendió al Club Sandú Chico, interviniendo en torneos internos. Paralelo a ello, crecía su interés por la bicicleta, pese a la férrea oposición de su padre.
Hijo de Francisco M. Rocca, agricultor que  posteriormente se afincó en Mercedes al frente de un almacén y frutería, y de Aurora Elena Aguirrebiría; Leonel es el segundo hijo de ocho del matrimonio, y pese a la oposición paterna, cuatro de los varones practicaron ciclismo: Leonel, José Antonio, Algonso, y Luis Humberto. “Mi padre no quería que corriera” recuerda su hermano Mario. Simplemente “porque no le gustaba el ciclismo”. En tanto Mario trabajaba como dirigente, sin interesarse por la práctica del deporte, admitiendo “no sé andar en bicicleta”, y porque “yo estaba para otra cosa, me gustaba la pinta, las garufas, y el ciclismo es muy sacrificado. Yo venía a mi casa a las 6 de la mañana de algún baile, y me iba al fondo a comer frutas, y ellos estaban haciendo ejercicios. Se levantaban a las 3 de la mañana para hacer ejercicios, y dejaban arriba de un galponcito lo que iban a desayunar: manzana rallada, miel y remolacha. Todo crudo. Después se iban hasta Bequeló. Se ponían diarios en el pecho por el frío. Venían y desayunaban aquello”.
Mario Rocca recuerda que la inclinación de su hermano por el ciclismo fue desde siempre, y que incluso practicó remo, como complemento.
Uno de los primeros incidente con su padre, que  continuaba con su oposición, fue tras una carrera hasta Bequeló. “Un corredor  lo enganchó, haciéndolo caer. Casi lo mató, y le deshizo la bicicleta. Mi padre  venía de la Estancia de un pariente y se encontró con él accidentado. Ese corredor lo  enganchó porque no podía con la vida de él, porque le ganaba  todas las carreras”.

Talabartería de ciclistas
Paralelo a ello Leonel ingresó en la Talabartería de Genaro Book. Como todos sus hermanos Leonel intercalaban la Escuela con el trabajo, permaneciendo incluso hasta ser campeón en Montevideo. En esta Talabartería trabajaba también Telésforo Klüver, otro destacado penalista que figura secundando a Leonel Rocca en las primeras carreras entre 1930 y 1935.
Pese a los triunfos en Mercedes y en la capital Francisco Rocca seguía resistiéndose a aceptar la inclinación de su hijo por el ciclismo.
En 1934, contando con tan solo 19 años, Leonel junto a Ramón Fernández, Alfredo Carrea, Juan Carlos Rocca (su primo), Diego Undarz, Antonio Angelino y Gualberto Frías, fundan el Club Ciclista Urumer, el 7 de setiembre de 1934. La asamblea de fundación de Urumer se realizó en un local ubicado en Avenida Asencio y 18 de Julio, cedido por Pedro Pasheff.
A partir de allí se organizan diferentes competencias, en las que es evidente la primacía de Leonel, apareciendo en la primera ubicación en cada una de ellas, hasta coronarse Campeón Departamental de Velocidad, el 19 de mayo de 1935.

Bibicletas “Leonel Rocca”
Este nuevo título le significó el debut en la capital del país, para intervenir en el Campeón Uruguayo de Velocidad, organizado por la Asociación Ciclista del Uruguay. Esta competencia se realizó en la Rambla Wilson de Montevideo, el 26 de mayo de 1935.  Si bien en la clasificación final resultaron vencedores Armando Giaccobe y Carlos Bicental (dos destacados corredores de la  época), el novato Leonel Rocca les dio  trabajo hasta las semifinales, donde cayó vencido por la mínima diferencia. Su bicicleta era inadecuada para la competición: neumáticos desmontables en vez de  tubulares, además de  presentar defectos de posición.
Este desempeño le valió un comentario alentador en los diarios capitalinos: “Si bien no llegaron a la final, los corredores  del  interior   tuvieron muy buena actuación. De entre ellos  se destacó netamente Leonel Rocca, el flamante campeón departamental de Soriano, quien pese a lo inadecuado de su máquina, alcanzó a darles bastante  que hacer a los cracks…”.
Un año después, Leonel vuelve a Montevideo por la revancha, llegando invicto a la final, donde obtuvo el título de Campeón Nacional de Velocidad.
La noticia corrió rápida, distribuyéndose volantes  por todo Mercedes invitando a la población a recibir al nuevo campeón. Cuando el tren se detuvo en la Estación una multitud lo esperaba para iniciar la caravana que recorrió la ciudad, mientras se tiraron cohetes durante horas.
Tras esto, Leonel junto a su hermano José Antonio, instalaron un taller de bicicletas, donde también se fabricaban cuadros. Taller que estaba ubicado en Calle Artigas y Ferrería. Años después, ya en Montevideo, se asocia con Luis M. Dos Santos, para instalar una casa de bicicletas, donde se vendía un cuadro que llevaba su nombre, ya que Leonel Rocca dirigió especialmente su fabricación, realizada en Italia.
Después de incursionar en tierra europea ingresa al Banco República, trabajando un tiempo en la Caja Nacional, y años después, antes de radicarse en Perú, tuvo un hotel en Nuevo Malvín.

Dejar el alma por ellos
El 24 de enero de 1937 se funda el Club ciclista Atenas, siendo su “Asesor Técnico”, un cargo creado especialmente para Leonel. A estas alturas su figura dentro y fuera del departamento era idolatrada por los jóvenes  que se acercaban al ciclismo, y su trayectoria era seguida con atención en todos los hogares. Él siguió vistiendo los colores  del Club Atenas, pese a recibir repetidas ofertas desde diferentes puntos. “Mírelos… cómo no voy a dejar el alma  en la pista por ellos!...”, le comentó Leonel al periodista Ricardo Levrero al ver en las tribunas del Velódromo montevideano a un grupo de mercedarios que coreaban su nombre, y que habían viajado en tren para verlo triunfar.
Su hermano Mario recuerda que su relación con el público era muy calurosa, un ídolo deportivo que ha quedado en el recuerdo de muchas generaciones. Cuando ganó el doble Campeonato Sudamericano en Chile, la población mercedaria se congregó para recibir al ídolo. Mario Roca recuerda: “fue un recibimiento grande.  Aquello fue imponente. Lo trajeron en andas desde la Estación. Un tal Pérez, que le decían “El Maciso Pérez”, y que era electricista, lo calzó en el hombro y lo llevó hasta la Liga de Fútbol donde le hicieron una recepción”. Después  vendrían sus “match” con Bruno Loatti, sus victorias en Buenos Aires, Suiza, Italia, Francia, Londres, y Holanda; mientras en Mercedes su carrera deportiva era seguida con expectativa por la radio.

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