Aldo Roque Difilippo
El Velódromo Municipal lleva su nombre, y en su frente una estatua de bronce recuerda su
figura festejando la victoria. Leonel Rocca (1915-1965) es un ídolo indiscutido
para varias generaciones de mercedarios, iniciándose con una simple bicicleta
de llantas de madera y mucho esfuerzo.
El próximo 19 de junio se cumplirán 47 años de la muerte de Leonel Rocca. El 7 de junio se
cumplieron 76 años que se consagrara
Campeón Sudamericano de Kilómetro a Tiempo en Chile. Uno de nuestros más
destacados deportistas, que se había iniciado muy modestamente en “el deporte del pedal” siendo fundador de dos clubes: el ya desparecido Urumer
(1934), y el Club Ciclista Atenas (1937). De allí en adelante sus triunfos
deportivos se repitieron en América y Europa, compitiendo siempre con la
camiseta del Club Atenas, en años que el ciclismo congregaba multitudes.
Contrariando al Padre
Leonel Rocca se inició deportivamente en el fútbol y no
en el ciclismo. Defendió al Club Sandú Chico, interviniendo en torneos
internos. Paralelo a ello, crecía su interés por la bicicleta, pese a la férrea
oposición de su padre.
Hijo de Francisco M. Rocca, agricultor que posteriormente se afincó en Mercedes al frente
de un almacén y frutería, y de Aurora Elena Aguirrebiría; Leonel es el segundo
hijo de ocho del matrimonio, y pese a la oposición paterna, cuatro de los
varones practicaron ciclismo: Leonel, José Antonio, Algonso, y Luis Humberto.
“Mi padre no quería que corriera” recuerda su hermano Mario. Simplemente
“porque no le gustaba el ciclismo”. En tanto Mario trabajaba como dirigente,
sin interesarse por la práctica del deporte, admitiendo “no sé andar en
bicicleta”, y porque “yo estaba para otra cosa, me gustaba la pinta, las
garufas, y el ciclismo es muy sacrificado. Yo venía a mi casa a las 6 de la
mañana de algún baile, y me iba al fondo a comer frutas, y ellos estaban
haciendo ejercicios. Se levantaban a las 3 de la mañana para hacer ejercicios,
y dejaban arriba de un galponcito lo que iban a desayunar: manzana rallada,
miel y remolacha. Todo crudo. Después se iban hasta Bequeló. Se ponían diarios
en el pecho por el frío. Venían y desayunaban aquello”.
Mario Rocca recuerda que la inclinación de su hermano por
el ciclismo fue desde siempre, y que incluso practicó remo, como complemento.
Uno de los primeros incidente con su padre, que continuaba con su oposición, fue tras una
carrera hasta Bequeló. “Un corredor lo
enganchó, haciéndolo caer. Casi lo mató, y le deshizo la bicicleta. Mi
padre venía de la Estancia de un pariente y
se encontró con él accidentado. Ese corredor lo
enganchó porque no podía con la vida de él, porque le ganaba todas las carreras”.
Talabartería de ciclistas
Paralelo a ello Leonel ingresó en la Talabartería de
Genaro Book. Como todos sus hermanos Leonel intercalaban la Escuela con el trabajo,
permaneciendo incluso hasta ser campeón en Montevideo. En esta Talabartería
trabajaba también Telésforo Klüver, otro destacado penalista que figura
secundando a Leonel Rocca en las primeras carreras entre 1930 y 1935.
Pese a los triunfos en Mercedes y en la capital Francisco
Rocca seguía resistiéndose a aceptar la inclinación de su hijo por el ciclismo.
En 1934, contando con tan solo 19 años, Leonel junto a
Ramón Fernández, Alfredo Carrea, Juan Carlos Rocca (su primo), Diego Undarz,
Antonio Angelino y Gualberto Frías, fundan el Club Ciclista Urumer, el 7 de
setiembre de 1934. La asamblea de fundación de Urumer se realizó en un local ubicado
en Avenida Asencio y 18 de Julio, cedido por Pedro Pasheff.
A partir de allí se organizan diferentes competencias, en
las que es evidente la primacía de Leonel, apareciendo en la primera ubicación
en cada una de ellas, hasta coronarse Campeón Departamental de Velocidad, el 19
de mayo de 1935.
Bibicletas “Leonel Rocca”
Este nuevo título le significó el debut en la capital del
país, para intervenir en el Campeón Uruguayo de Velocidad, organizado por la Asociación Ciclista
del Uruguay. Esta competencia se realizó en la Rambla Wilson de
Montevideo, el 26 de mayo de 1935. Si
bien en la clasificación final resultaron vencedores Armando Giaccobe y Carlos
Bicental (dos destacados corredores de la
época), el novato Leonel Rocca les dio
trabajo hasta las semifinales, donde cayó vencido por la mínima
diferencia. Su bicicleta era inadecuada para la competición: neumáticos
desmontables en vez de tubulares, además
de presentar defectos de posición.
Este desempeño le valió un comentario alentador en los
diarios capitalinos: “Si bien no llegaron a la final, los corredores del
interior tuvieron muy buena
actuación. De entre ellos se destacó
netamente Leonel Rocca, el flamante campeón departamental de Soriano, quien
pese a lo inadecuado de su máquina, alcanzó a darles bastante que hacer a los cracks…”.
Un año después, Leonel vuelve a Montevideo por la
revancha, llegando invicto a la final, donde obtuvo el título de Campeón
Nacional de Velocidad.
La noticia corrió rápida, distribuyéndose volantes por todo Mercedes invitando a la población a
recibir al nuevo campeón. Cuando el tren se detuvo en la Estación una multitud lo
esperaba para iniciar la caravana que recorrió la ciudad, mientras se tiraron
cohetes durante horas.
Tras esto, Leonel junto a su hermano José Antonio,
instalaron un taller de bicicletas, donde también se fabricaban cuadros. Taller
que estaba ubicado en Calle Artigas y Ferrería. Años después, ya en Montevideo,
se asocia con Luis M. Dos Santos, para instalar una casa de bicicletas, donde
se vendía un cuadro que llevaba su nombre, ya que Leonel Rocca dirigió
especialmente su fabricación, realizada en Italia.
Después de incursionar en tierra europea ingresa al Banco
República, trabajando un tiempo en la Caja Nacional , y años después, antes de radicarse
en Perú, tuvo un hotel en Nuevo Malvín.
Dejar el alma por ellos
El 24 de enero de 1937 se funda el Club ciclista Atenas,
siendo su “Asesor Técnico”, un cargo creado especialmente para Leonel. A estas
alturas su figura dentro y fuera del departamento era idolatrada por los
jóvenes que se acercaban al ciclismo, y
su trayectoria era seguida con atención en todos los hogares. Él siguió
vistiendo los colores del Club Atenas,
pese a recibir repetidas ofertas desde diferentes puntos. “Mírelos… cómo no voy
a dejar el alma en la pista por
ellos!...”, le comentó Leonel al periodista Ricardo Levrero al ver en las
tribunas del Velódromo montevideano a un grupo de mercedarios que coreaban su
nombre, y que habían viajado en tren para verlo triunfar.
Su hermano Mario recuerda que su relación con el público
era muy calurosa, un ídolo deportivo que ha quedado en el recuerdo de muchas
generaciones. Cuando ganó el doble Campeonato Sudamericano en Chile, la
población mercedaria se congregó para recibir al ídolo. Mario Roca recuerda:
“fue un recibimiento grande. Aquello fue
imponente. Lo trajeron en andas desde la Estación. Un tal
Pérez, que le decían “El Maciso Pérez”, y que era electricista, lo calzó en el
hombro y lo llevó hasta la Liga
de Fútbol donde le hicieron una recepción”. Después vendrían sus “match” con Bruno Loatti, sus
victorias en Buenos Aires, Suiza, Italia, Francia, Londres, y Holanda; mientras
en Mercedes su carrera deportiva era seguida con expectativa por la radio.
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