Angel Juárez Masares
La desaparición física del escritor argentino Ernesto Sábato y algunas noticias vinculadas a su vida y relación con sus vecinos, nos llevó a pensar en lo relativo del concepto “muerte”. Dicho esto sin pretender entrar en consideraciones místicas que podrían derivar nuestra reflexión hacia otros caminos.
Cuenta su hijo que Sábato solía salir a caminar por el barrio deteniéndose a charlar con la gente, y que cada vez que viajaba volvía con pequeños obsequios para el kiosquero y sus vecinos más cercanos.
También había hablado sobre su muerte, y solicitado que cuando aconteciera sus restos fueran velados en el Club del barrio para que sus vecinos pudieran acompañarlo en el tramo final.
Ahora bien, estos individuos que dejan tras de sí una obra que trasciende su existencia terrenal, ¿mueren del todo realmente? O la existencia de sus libros (cuadros, partituras) son una continuidad de ellos mismos.
Trascender sea quizá uno de los objetivos que habita en el hombre aún cuando el mismo no lo sepa, y que puede tener diferentes manifestaciones marcadas por la individualidad.
Dejar una huella de su paso por la vida tal vez sea el proyecto menos admitido sobre todo por los artistas, aunque en una mirada más profunda se descubra como el único motor de la creatividad.
Indagar si está bien o mal que eso suceda no creo que sea el meollo del asunto porque, en definitiva, forma parte de la complejidad de ser humano.
De cualquier manera todos disfrutamos de cosas que crearon otros que ya no están; vivimos en la casa que levantaron nuestros padres o abuelos, escuchamos la música que creó Beethoven, estudiamos la pintura de los grandes maestros, y leemos las grandes obras de la literatura universal .
También es cierto que llevamos en nuestros genes las características de nuestros antecesores, con su carga natural de defectos y virtudes, pero que también forman parte de la humana complejidad a que aludíamos.
¿Es esta una reflexión que pretende justificar ese “proyecto de trascendencia”?
Posiblemente no, si admitimos su carácter natural y primario. El tema es encontrar el punto lo más aproximado posible a la objetividad, ante la imposibilidad de alcanzarla.
Si la palabra muerte se traduce literalmente como cesación definitiva de la vida, cómo calificar lo que el individuo deja como “herencia” una vez cumplido el ciclo.
¿Es una prolongación del mismo “en otro estado”?
¿Puede el resultado de sus actos calificarse como una puerta de entrada a la inmortalidad?
¿Son estas preguntas vanos intentos de encontrar respuestas a asuntos que están más allá de la comprensión humana?
De cualquier manera no podemos negar que todos en algún momento nos las hemos planteado, y que quien aún lo ha hecho, en algún momento lo hará.
1 comentario:
La muerte no tiene vida fuera de ella, la vida, creación humana para experimentar la vida, el torrente de sangre de nuestro cuerpo, morimos en tanto vivimos, en tanto existimos en los demás, somos eso que nos ven, esferas de creaciones en mentes ajenas, a todos nos queda larga existencia luego de nuestro último latir.
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