viernes, 10 de junio de 2011

José Ricardo Bonino (1939-2008)
Paisaje y vivencias de gente sencilla
Aldo Roque Difilippo
Muchos lo conocieron apenas como un personaje; el quinielero de la esquina del Hospital Mercedes. Muchos se conmovieron por su insólita e injusta muerte en el 2008 cuando un ebrio lo atropelló con su camioneta. Algunos otros sabían que escribía poemas, de su afición por el dibujo, y que editaba cuando podía la revista “Pueblo”. Pero pocos lo reconocieron como un verdadero poeta. Inquieto por las cosas de nuestra historia. En 1995 publicó un pequeño libro “Legado de gloria” que pretendemos recorrer a modo de homenaje.
Un poeta sin pretensiones grandilocuentes que superando sus propias carencias construyó una obra pura en su mejor esencia, y que merecería un reconocimiento mayor que estas modestas líneas.
Quizá por haber nacido en Villa Soriano, José Ricardo Bonino  estuvo influenciado por la  poesía de corte histórico. Temáticas que si bien toman hechos que fueron definitorios de nuestra identidad oriental, o aquellas leyendas contadas por pescadores, donde re descubre al hombre simple que los gestó y al paisaje como  formador del pensamiento. “Se disipa la niebla, es clara mañana,/y bajo el semicírculo nublado de aquel cielo,/ van los dorados rayos del sol cortando el alba /ya ilumina la patria el dorado sol de Asencio” (Grito de Leyenda).
Temas abordados por Bonino con la sencillez y la admiración del hombre común, en un lenguaje directo, como en “Matrero”, donde en un párrafo central expresa: “La escuela de rebelde, de matrero/ la ciencia que aprendió en el  libro huraño/ del tembladeral, los rumbos y los vientos,/el puñal, el poncho y el caballo”.
Nítidas resultan  las imágenes utilizadas por Bonino cuando describe esos hechos, o esos personajes que en otros creadores se han cargado de adjetivos de alabanzas, pero que en su descripción los acerca a la realidad. Como cuando describe a nuestro máximo héroe con una pincelada sencilla, como el uniforme del Gral. José Artigas, reelaborando aquella certera descripción que realizara Dámaso Antonio Larrañaga: “En el cuartel artiguista: piedra y quincho/esa mañana se pliegan sobre el techo/las alas redondeadas del pirincho/que está chairando los filos del  alero”, Retomando esos acontecimientos como el Desembarco de los 33 Orientales, o el Éxodo  del Pueblo Oriental desde la visión del paisano, influenciado por el paisaje que lo rodea.
Paisaje, que por otra parte, se vuelve una constante en la poesía de Bonino: “Las aves picotean en la arena,/ en la ribera hoy un zorzal que canta,/entonces: hoy no rondan,/ nadie vigila las costas de Agraciada./ De curiosa la brisa mañanera/ despliega la bandera, ve tres franjas/ y al leer en el lienzo una leyenda/ toca diana de carga en las Calandrias”.
Paisaje como forjador de las leyendas populares, como  en “Leyenda de la Españada”, o “Leyenda de la Tacuara”, junto al caballo criollo, formador de la sicología del hombre de campo. “Caballo criollo que desde las sombras/ trajo un sol de libertad en ancas/ a la Banda Oriental, baguala, indómita/ que al rigor de las espuelas no se amansa./ Nació en Soriano allá cuando la tierra/ resolló en cuajarones de su entraña/ y enarboló un pabellón de crinera/ galopando en cuchillas onduladas”.
En Biblioteca HUM BRAL podrán encontrar una selección de sus poemas.

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