La muerte del arte
Ángel Juárez Masares
En abril de 1964 ocurrió una revelación. En la Galería Stable de la calle 74 de New York, el filósofo y crítico de arte Arthur Danto se enfrentó a un objeto que lo llevó a decretar, de manera irrevocable, la muerte del arte.
Se trataba de la Brillo Box , de Andy Warhol, una reproducción facsimilar -indistinguible de la real- de una caja de jabón en polvo marca Brillo.
Lo que llevó a Danto esta conclusión, fue la comprensión de que, si el arte pop podía –y de hecho lo hacía- representar objetos comunes y corrientes perfectamente copiados, y con ellos conseguir no sólo el status de “arte”, sino ser considerados como la vanguardia de la representación artística, esto cambiaba de forma absoluta la manera que el propio arte era concebido.
Desde la Grecia clásica, cuando Platón relega el arte al último escalón de la realidad, siempre hubo una clara diferenciación entre objeto y representación.
¿Es arte? |
En La República , Platón diferencia entre una cama como idea (en la mente de un carpintero, por ejemplo) una cama como objeto hecho por ese mismo carpintero, y una cama pintada por un artista en base al trabajo del carpintero. En 1964, como argumenta Danto, Platón no hubiera podido distinguir entre la Brillo Box y una caja de jabón el polvo de supermercado.
El arte completó el círculo, y –según Danto- contestó por sí mismo las preguntas que siempre se habían hecho acerca de su naturaleza. Si la historia del arte se trata de la persecución de “la conquista de las apariencias visuales”, como lo definiera Giorgio Vasari en el siglo XVI, Warhol y los demás artistas pop liquidaron la competencia.
Si profundizamos en la búsqueda de respuestas que nos permitan –por lo menos- una aproximación a la definición del arte como manifestación humana, encontramos que Ortega y Gasset nos dice en “Estética de la razón vital”: “el arte es esencialmente irrealización. Podrá, dentro del ámbito estético, haber ocasión para clasificar las tendencias diversas en idealistas y realistas, pero siempre sobre el supuesto ineludible de que es la esencia del arte creación de una nueva objetividad nacida del previo rompimiento y aniquilamiento de los objetos reales”.
Por su lado Virgil C. Aldrich, en “Filosofía del Arte”, señala: “Muchas obras de arte no parecen depender ni de la expresión, ni de la representación. Y aquí surgen las cuestiones realmente difíciles acerca de la expresión en el arte: ¿es que la obra expresa sólo sentimientos; podrán ciertas características de las cosas expresarse también, o éstas podrán sólo representarse? El fenómeno de la expresión en el arte vibra simplemente en la penumbra de las preguntas que nos rodean.”
Como vemos, cuanto más nos internamos por el laberinto que conduce a la verdad en torno a la búsqueda del arte y su definición, más nos alejamos del “objeto” y más nos acercamos a la filosofía.
Dice Herbert Read en su obra “La Pintura Moderna ”: “para el historiador habituado al estudio del desarrollo del saber científico y filosófico, la historia del arte parece desplazarse, no hacia delante, sino hacia atrás.
Allí una escuela, una vez establecida, se deteriora al seguir su marcha. Logra la perfección en su género con una impresionante explosión de energía tan rápida que no se puede seguir, y luego comienza a declinar, porque la perfección lograda no educa ni purifica el gusto de la posteridad; lo pervierte.”
Read ejemplifica su teoría señalando: “miremos la cerámica de Samos, la talla inglesa, el teatro isabelino, o la pintura veneciana. En la medida que hay una ley perceptible en la historia del arte colectivo, es como la ley de la vida del artista individual, una ley no de progreso, sino de reacción. En grande o en pequeño, el equilibrio de la vida estética es permanentemente inestable”.
Finalmente –y ya decididos a quedarnos en el laberinto aunque aparezca el Minotauro- compartamos otro fragmento interesante de la obra de Read, donde dice: “Toda la historia del arte es una historia de modos de percepción visual: de las diversas maneras en que el hombre ha visto al mundo. La persona ingenua tal vez objete que sólo hay una manera de ver el mundo, pero eso no es cierto; vemos lo que aprendemos a ver y la visión se convierte en un hábito, una selección parcial de cuanto se nos ofrece a la vista, y un deformado sumario de lo demás.”
Fuentes: Las citadas en el texto
1 comentario:
En Méjico y a raíz de lo planteado por Hum Bral desde la eventual colisión entre la realidad y su representación según la diversidad de tiempos y observadores que punzan sus juicios críticos sobre la Obra, ha surgido un Movimiento. Ya la fonética indica un avance de su concepción: El Hartismo...que manifiesta estar harto del arte de periodistas, críticos, galerías, marchants" etc.y cuadros donde da lo mismo colgarlo de la cabeza o de los pies.
Vale, pese a su contundencia por momentos exagerada, creo,leer su proclama.
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