sábado, 20 de agosto de 2011

Jaime en la memoria


Ángel Juárez Masares

Como siempre es bueno recordar las cosas buenas, hoy apelo nuevamente a la memoria  para compartir con todos la fortuna de haber conocido a Jaime.
Enjuto, vivaz, curioso. Se movía por los grandes espacios de aquel edificio que ahora sólo existe en la memoria de quienes iniciamos el “Plan Piloto” del secundario, allá por los años 60. 
Ingresaba en los salones inventados para hablar con otros profesores, y se iba moviendo las manos como dándole vida a los títeres que tanto amaba.
Ya en aquella época, donde al Profesor se lo llamaba: “Profesor”; donde a ninguno se nos hubiera ocurrido tutearlos, donde cuando alguno pedía: “silencio”, se hacía el silencio, Jaime era Jaime. Pero cuidado; eso no significaba que no le respetáramos. Esa confianza pasaba por otros caminos, venía de su personalidad. Como el flautista del cuento, Jaime convocaba, su sola presencia arrastraba gurises tras de si, porque siempre tenía algo para contar, algo para enseñar.
Seguramente los años no permitirán que recordemos a los 160 que iniciamos el Plan, de los cuales muchos de ellos andan desparramados por el mundo. Pero no tengo dudas que todos recordarán a Jaime. Carlos, allá en Estados Unidos, Héctor  lo verá a través de la lente de su cámara, Mercedes creerá verlo en alguna feria montevideana, y Sergio también lo recordará, acá, a la vuelta de la esquina.

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