viernes, 21 de octubre de 2011


Lo que se escribe y lo que se olvida                           
Federalismo artiguista,
tarea inconclusa


El arribo al Paso Polanco de las tropas artiguistas a la vuelta del Ayuí, en octubre de 1812, fue recordado la semana pasada con una serie de actividades en  San Gregorio de Polanco. Una de ellas fue la charla del Prof. Oscar Padrón Favre  quien reflexionó sobre el artiguismo, la revolución  política y social que significó para  aquella cultura colonial y tradicionalista romper con los moldes impuestos. Un  proceso que  supuso un largo y contradictorio derrotero y que terminó en la emancipación de las Provincias Unidas del Río de la Plata, y de aquella “sociedad de  castas pigmentocráticas”.
Lo que sigue es un resumen de la interesante disertación del Prof. Oscar Padrón Favre.



“Estamos conmemorando el bicentenario de los hechos de 1811. Asamblea de La Paraguaya, un gesto de soberanía popular, y dentro de unos días, la decisión de los orientales de decir: nos vamos. Marchamos, porque lo que acaba de arreglar Buenos Aires con Elío, no nos sirve. Pero no nos vamos derrotados. Por favor que no se siga repitiendo aquella expresión, la derrota, o la “redota”, que significaba abatimiento de un pueblo, de una sociedad. No. Fue el más fantástico gesto de rebeldía que ha tenido nuestra sociedad, porque “redota” –que sería una mala expresión de derrota- estaba dicho en esa época con sentido de “camino”, de marcha. Nos vamos en la marcha, nos vamos en el camino. Todavía utilizamos la palabra “derrotero” como sinónimo de marcha.
¿Cómo se iban a sentir derrotados los orientales si acababan de vencer en Las Piedras unos meses atrás, y tenían encerrados a los vanidosos españoles en Montevideo, y estaban dispuestos a dar batalla al ejército Portugués que entraba.
Creo que los tiempos del bicentenario son buenos para festejar, pero sobre todo para reflexionar. Yo no me dediqué a la historia por nostalgia, ni por chusmear en el pasado, sino porque uno puede comprender mejor el presente y poder atisbar un futuro deseable y exitoso, si uno tiene conciencia del pasado.
Al pasado no hay que mirarlo con cara de conmemoración, pero una lectura inteligente y reflexiva nos puede ayudar a entender de dónde venimos y hacia dónde queremos ir.
Uno de los aspectos principales del pensamiento artiguista fue el Federalismo. Pero antes de entrar de lleno en el tema… ¿bicentenario de quienes? ¿solo de los Orientales?...
En mi opinión el bicentenario comenzó al año pasado. Debió comenzar en el 2010, y los uruguayos volvimos a cometer un error antiguo, que es creernos aislados del resto de nuestra América, por una idea equivocada de falso nacionalismo.
El 25 de mayo de 1810 no es una fecha de los argentinos. Es una fecha de los americanos. Especialmente de los sudamericanos, y más aún de los rioplatenses.
Ya el año pasado debimos haber tenido una reflexión importante sobre –justamente-nuestra pertenencia a un espacio muchísimo mayor.
Cuando Rodó representa a Uruguay en aquel famoso discurso en el centenario de Chile en 1911, dice que por encima de los aniversarios de las patrias chicas, hay un aniversario superior: el centenario de nuestra América.  Y agrega que está bien cultivar el patriotismo de nuestra patria chica, como puede ser el país, pero que sería imperdonable olvidarnos que  la gesta de América fue continental.
Ni los Artigas, ni los Belgrano, ni los Bolívar, ni los San Martín, ni los Sucre, lucharon para crear un fraccionamiento de países. Todos sabemos que en el sueño de los libertadores estaba la idea de un gran continente que –si no podía ser desde México hasta el Río de La Plata- por lo menos que fuera desde Venezuela y Colombia hasta estas tierras.
Entonces, estamos en tiempos de bicentenario los americanos; y las palabras de Artigas en la documentación son permanentes a que la revolución es americana. Recuerden además la famosa oración que lee Larrañaga cuando inaugura la Biblioteca en 1816, la referencia permanente es a América Latina.
Incluso cuando se crea la primera Ley de Fechas Patrias, durante la presidencia de Rivera, las dos primeras y principales, eran: 18 de julio, y 25 de mayo. Por eso es que en todos nuestros pueblos y todas nuestras ciudades en el Siglo XIX la calle 25 de mayo era infaltable.
Después en realidad nuestro espacio mental se fue reduciendo, nos fuimos achicando, encerrando en nuestras patrias pequeñas, y fuimos perdiendo dimensión latinoamericana. Yo siempre les digo a mis alumnos, los hombres de hace 200 años atrás, cuando navegaban en barcos a vela, tenían una imagen de espacio y de pertenencia mucho mayor que la que tenemos hoy con toda la tecnología. Alcanza con leer la biografía de muchos de aquellos próceres para enterarnos que nacieron –por ejemplo- en la Banda Oriental, después se iban a estudiar a Córdoba, Chuquisaca, o se iban a México o España cruzando el Atlántico una, dos, o tantas veces como fuera, a vela.
Con respecto al federalismo. Esta palabra podría tener dos significados: uno estricto, que tiene que ver con una forma de organizar el Estado, y otra a la que hace referencia  José María Paz, un famoso General argentino, enemigo del pensamiento de Artigas y de los Federales,  pero que cuando escribe sus memorias reconoce los siguiente: “…el Partido Federal era mayoritario en el Río de la Plata, y era mucho más que una propuesta de organizar políticamente un país. Era también la rebeldía del interior hacia la capital. Era la rebeldía de los sectores populares frente a las oligarquías. Por eso fue tan poderoso el Partido Federal”.
Y eso es muy interesante. No sólo porque está reconocido por un enemigo, sino porque nos explica de alguna manera la fuerza y la potencia que tuvo el artiguismo.
¿Por qué el artiguismo recorre como pólvora el antiguo virreinato transformándose en una fuerza avasalladora?
¿Por qué los enemigos del artiguismo se encarnizan tanto con él, y son capaces incluso de sacrificar un espacio inmenso de territorio con tal de destruir a Artigas?
¿Y por qué la palabra Artigas fue maldita para determinados sectores sociales durante muchísimo tiempo? Tal vez  hasta hoy… aunque no muchos se atrevan a reconocerlo.
Precisamente, porque el movimiento quien lideró Artigas bajo la bandera federal, sacudió profundamente las bases de todos los sistemas.
Hoy somos todos artiguistas, pero si hubiéramos estado en 1811 ¿cuántos éramos? ¿y en 1815? Porque a Artigas y al artiguismo lo hemos transformado en una especie de arcilla que cada uno lo modela y le da la forma que quiere.
Si Artigas fue una figura emblemática para el Frente Amplio cuando se fundó, y lo fue también para la dictadura... ahí tienen el ejemplo máximo de los extremos.
Los Masones son artiguistas, porque toman el Artículo número 3 sobre la libertad idilioreligiosa en toda su extensión imaginable, y los católicos destacan el catoliscismo de Artigas. También los Partidos llamados fundacionales, tanto el Partido Blanco, como el Colorado se reconocen herederos de la tradición artiguista.
Pero para que algo sea aceptado por todos, significa que en ese proceso de adaptación y reconocimiento se le tiene que pegar “recortes”, porque si no sería bastante difícil que pudiera ser aceptado.
Pero en definitiva el artiguismo  fue una verdadera revolución porque no sólo propone una revolución política, sino además es económica, y fundamentalmente social.
La revolución artiguista fue un revolución de las castas. La sociedad colonial era tremendamente injusta y prejuiciosa, y establecía que, según el color de piel era el destino de esa persona para el resto de su vida.
Por eso no se puede hablar de clases sociales en la época colonial, porque cuando hablamos de ello estamos hablando de movilidad, de que a partir del esfuerzo propio se puede cambiar de posición. En la época colonial, no. Si se nacía blanco se tenía fijado un determinado rol, y si era indígena o negro iba a tener otro rol. Era entonces una sociedad de castas pigmentocrática.
Las revoluciones en América latina cuando se inician desde las ciudades, son fundamentalmente políticas. Es el estrato de los sectores altos criollos, pero no la palabra “criollo” como la entendemos ahora, como el mestizo, como nuestro paisano. No. El criollo era el hijo de europeo, es decir que eran absolutamente blancos. No había mestizaje ni con indígenas, ni con negros. O sea que son los sectores predominantes criollos los que llevan adelante al principio la revolución.
La gran novedad del artiguismo es que va a liderar una rebelión de las castas. Van a haber blancos, negros, indígenas, pero van a tener sobre todo estas castas un papel protagónico. Y eso que hoy lo tomamos como un factor positivo; digno de elogio, en aquella época fue profundamente revolucionario y sembró el terror en los sectores predominantes. Por eso es que, aún aquellos que luego adoptaron la divisa Federal, y su proyecto, no se lo van a a reconocer a Artigas y al artiguismo. No le van a llamar federalismo, le van a llamar “la anarquía”. Es decir, los tiempos del caos.
¿Y cual era el caos?
Que el orden social se puso “para arriba”, hablando mal y rápido, porque por diferentes circunstancias, indígenas, mestizos, y a veces hasta algún moreno, podían transformarse en Sargento, o en Capitán, y entrar a algún pueblo a dar órdenes a los sectores blancos.
No es casualidad que en la Memoria de Buenos Aires, una de las mayores humillaciones fue cuando los gauchos de López y de Ramírez ataron sus caballos a la Pirámide de Mayo.
¿Cuál fue la mayor humillación de Montevideo? Cuando los gauchos de Otorgués entran, se adueñan de la ciudad, y cometían la irrespetuosidad de decir piropos no demasiados santos a las jóvenes montevideanas.
¿Cuál fue la mayor humillación de Corrientes -hasta el día de hoy- en la memoria de las familias de la clase alta? Cuando –por orden de Artigas- en el año 18 Andresito invade Corrientes para que vuelva –por las buenas o por las malas- al sistema Federal.
Finalmente debo decir que a mi me da tristeza nuestra bandera. Porque en la tierra de Artigas, nuestra bandera representa la ausencia del artiguismo. Y son los colores adoptados por las Provincias Unidas y por Argentina, que eran los colores de los Borbones, y que luego serían los colores del Partido Unitario, que es el que predomina en la bandera argentina, y la bandera uruguaya.
Recuerden que la historia no es inocua, no es ingenua, no es inocente. Pero no es la que yo puedo estar relatando ahora, y tampoco fue la de la Escuela, y no fue la de 50 o cien años atrás.
Que nosotros cuando la estudiamos tengamos una actitud ingenua, esa es otra cosa, pero los que la escribieron lo hicieron con mucha claridad. Tanto en lo que se escribe, como en lo que se olvida. Tanto en lo que se destaca, como en aquello que se le da un rol secundario”.

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