viernes, 9 de diciembre de 2011

Editorial

El arte no se prostituye



Ángel Juárez Masares

Mucho se ha escrito sobre el arte y la manera de definir qué cosas son dignas de ser catalogadas como tal. Algunos dicen que en esa palabra se debe incluir todo acto creativo que nos libere de la vulgaridad; camino que –de seguirlo- nos conduce inexorablemente a discutir qué cosas deben ser calificadas como vulgares, lo que nos haría internar en un laberinto de especulaciones que están fuera del espacio físico de esta publicación, y al que –seguramente- tampoco le encontraríamos salida.
Personalmente nos aferramos a la idea que una de las premisas fundamentales es la búsqueda de la perfección, más allá que en nuestro caso sea una utopía al tener como techo la falta de talento para lograrlo.
Sin embargo, lanzar una mirada a los grandes maestros nos deja ver que esa perfección es posible. Basta contemplar el David, o La Piedad, de Miguel Ángel. Las muertes y resurrecciones de “El Greco”, las sabias composiciones de Velázquez, o el espíritu de los campos amarillos de Van Gogh.
Un estudio somero de los creadores nos permite ver que –en todas las disciplinas- la creación no se produjo por obra y gracia de nuestro señor Jesucristo, más allá que muchas de las grandes obras de la humanidad hayan sido apadrinadas por la iglesia como herramienta de poder. Todo lo contrario. Tras cada gran obra existe indefectiblemente una vida de sufrimiento y trabajo a destajo.
Esa mirada a vuelo de pájaro sobre los creadores nos recuerda una frase de Fernando Cabezudo, quien solía decir: “cuando creas que lo sabes todo, echa una mirada a los grandes maestros”.
Claro….hacerlo significa poner en blanco y negro nuestra pequeñez, y por lo tanto se debe tener la fortaleza suficiente para continuar pintando, escribiendo, o haciendo música, sin que el genio de Miguel Ángel, la letra de Cervantes, o la música de Beethoven nos inhiba.
¿Qué con esos criterios no colgaríamos un cuadro, leeríamos un cuento, o interpretaríamos una pieza musical en público?
Nada de eso. Nuestra limitación no obsta si antes de hacerlo llegamos al techo de nuestra capacidad. Si no dejamos horas de trabajo en la búsqueda de la perfección, pues esa es la actitud que nos dignifica como creadores.
Más de una vez se nos ha preguntado por qué no damos clases de pintura, y siempre nuestra respuesta ha sido la misma: nadie puede enseñar lo que no sabe. Pero como esta posición es muy personal, debemos  dejar en claro que esto no significa cuestionar a quienes lo hacen. Hay gente que más que enseñar, “muestra el camino”, y eso es bueno porque ayuda a descubrir las capacidades de cada uno. Piénsese por un momento en el mal que causó a la pintura uruguaya el maestro Torres García y su egoísta percepción que todos debían pintar “constructivo”, castrando a quienes no tuvieron la personalidad suficiente para huir de su taller.
Lo que sí cuestionamos es la liviandad con que muchas veces se encaran algunos talleres de enseñanza. Existe en algunos “maestros” la idea equivocada de dar por bueno cualquier cosa que hacen los alumnos. Eso arroja como resultado patéticas exposiciones montadas en aras de un “cierre de cursos”, que de alguna manera confunde a los incipientes creadores que reciben el aplauso fácil ante una obra carente de rigor.
Esto no es privativo de la pintura de caballete, suele verse también en la pintura mural, donde el asunto se complica por la complejidad que significa abordar grandes superficies, donde el planteo del tema, la composición, y el manejo del color, impone una impronta diferente al trabajo de taller.
Lo que más pena produce es que en muchos de esos alumnos se percibe una veta de talento sin explotar, ni explorar, que es muy posible se pierda al no profundizar en ella mediante la  investigación y el estudio de la misma para que luego se convierta en un aliciente válido, lejos de la aprobación facilista.
Admitimos  que el artista pinte por encargo porque a la hora de comprar los materiales se necesita dinero, pero no nos parece bien buscar réditos económicos o protagonismo utilizando para ello a los jóvenes que asisten a talleres de “aprendizaje”.
Finalmente queremos señalar que ninguna disciplina artística debería  prostituirse sacándola de contexto. Nos rechina que la noble tarea de crear sea utilizada como “terapia” por personas que muchas veces no tienen nada que hacer. Para eso están los terapeutas.
Las artes vienen desde el fondo de la historia; desde las doce tablas de arcilla donde Gilgamesh labró el primer poema en letra cuneiforme. Desde Altamira, donde un hombre sin nombre pintó animales en las paredes de la cueva.
Por lo menos, les debemos respeto.

3 comentarios:

Alfredo Saez Santos (Charo) dijo...

Recuerdo una parábola de Rodó:"La Respuesta de Leuconoe".Las provincias del Imperio romano alababan al César mediante un regalo tributario, propio de su fertilidad singular .El emperador agradeció especialmente a la joven Leuconoe que le obsequió un bien intangible, "espacio", solo "espacio"...para que el más poderoso del mundo pudiese oportunamente extender allí las futuras glorias latinas.
He visto con cierta, quizas no mucha, preocupación social que se están agotando "espacios" para futuras pinturas murales cualificadas... que la rienda suelta provocó una embestida baguala de muralistas desbocados...

Edgar Cadiac dijo...

Estimado Angel, en tu ,sin duda apasionado, editorial esgrimes una serie de argumentos algunos de los cuales veo extremadamente sobredimencionados.Dicho esto permiteme disentir contigo en algunos aspectos de tu enfoque.Apuntas a una no prostitucion del arte, bueno... el arte, como concepto abstracto tal vez no se prostituya, pero vaya de los artistas y de las instituciones.Que si lo hacen y en que forma, podria abundar en ejempos.
Arte es la habilidad, la aptitud, destreza y creatividad que asociada con talento y disciplina nos permite, si somos buenos interpretes, expresarnos y llegar a los demas con un mensaje. Si somos buenos emisores el mensaje sera recepcionado, asi ocurre podremos presumir de ser artistas, sino pasaremos inexorablemente inadvertidos por el publico.Si bien hay situaciones puntuales, anecdoticas y unicas, no creo que para ser creador tengamos que tener "una vida de sufrimiento y trabajo a destajo", con afirmas categoricamente.No creo necesario tener que poner "en blanco y negro nuestra pequenez" frente a los maestros, eso equibaldria a arrojar a la basura pigmentos y pinceles, en el caso de la pintura.Es mas que obvio que nadie puede ensenar lo que no sabe, pero si podemos modestamente transferir conocimientos y compartir experiencias. No debemos confundir ni mucho menos la tarea de orientar con la de "fundar una escuela" hay un abismo entre las dos cosas.
Los que fueron al taller de Torres-Garcia sabian a lo que iban, iban a hacer constructivismo, si se castraron fue por decision propia, Torres era constructivista,no tenia que ensenar otra cosa en su taller, su escuela, no discuto si buena o mala, tenia su propia doctrina y reglas. No creo en los "techos" menos aun creo que alguien pueda determinar cual es el techo de otro, los techos nos los ponemos notros mismos.REgreso a lo del principio, no olvidemos que en todo orden de la vida,inclusive el arte, hay y habra niveles,"la liviandad de algunos talleres" se me ocurre una vision quizas dura, "seria muy silencioso el bosque si alli solo trinaran las aves que lo hadcen mejor".Creo firmemente que las muestras de fin de cursos son positivas y se me hace dificil concebir que alguno de los participantes a estas, se crea un Tintoretto o un Modigliani por exponer alli. Cuando asistimos a ellas sabemos que no entramos al Louvre o al Prado, ni siquiera a la muestra de algun "consagrado".Nadie puede crear artistas, ningun taller, ninguna escuela, estos surgen si tienen las dotes y las virtudes, pero si mucho empiezan en talleres o escuelas.Las muestras de fin de cursos son solo eso, por eso tildarlas de "pateticas' puede llegar a lastimas a gente que expone alli sanamente, nadie se puede sentir confundido por el apoyo de amigos y allegado, mas bien es un estimulo posito.Por lo tanto que "perfeccion" podemos exigir, "obra carente de rigor" eso es para exigirselo a un "consagrado" no a un aprendiz.
Podriamos continuar por horas porque estamos e un terremo extremadamente opinable, y no quiero tampoco yo caer en un sobredimencionamiento del tema. Solo permanece a travez del tiempo lo que tiene valos, autentico valor, lo demas, en el mejor de los casos no pasara de ser una moda.

Edgar Cadiac dijo...

Estimado Charo, comparto que hay menos espacio para loas murales, pero eso afecta a todas las artes, el poco espacio.(mental y fisoco)La primera pintura mural fue la pintura rupestre, y alli tenemos Altamira y Lascaux solo por citar las mas conocidas. El muralista moderno tiene otros desafios y muy poco espacio.Tal vez la ultima expresin muralista en surgir ha sido el "grafitti", de muy mala fama precisamente por usurpar espacios, y volvemos a la falta de espacio...