De como Alex
Unvago se quedó en gusano pretendiendo llegar a mariposa
Escriba
Medieval
Había
una vez en una pequeña y lejana comarca un Señor feudal que reinaba sobre su
pueblo desde un coqueto y antiguo palacio que erguíase a poca distancia del
gran Lago Negro.
¿Qué
lo hacía con justicia? No os responderé, pues destas cuestiones es mejor dar
testimonio que fablar al viento.
Debéis
saber, amados Cofrades, que nada de lo que ocurra en palacio me es ajeno, pues los
maltratados por los poderosos suelen trocar en grito su silencio en boca del
humilde.
Cada
mañana las palomas se posan en la ventana sur de mi scriptorium, pero no llegan
en busca de migajas; demasiado dignas son para necesitar las sobras de un
hombre viejo. Se posan con mensajes que cuentan las andanzas de los lacayos
lamebotas del Señor. No para que el humilde haga justicia -porque no puede ni
es su cometido- sino para que el monstruo de la maldad no siga alimentándose en
las sombras. Devorará cuanta gente le apetezca, pero tendrá que facerlo a la
luz y saber de todo el pueblo.
Fuese
así que en estas horas de la alta noche, logrado he hilvanar varias historias
de las que se desprende la siguiente:
Os
recuerdo que tiempo atrás celebróse en la Gran Comarca “la
noche de los museos”; oportunidad en que el Amo ordenara al lacayo escribidor
de bandos palaciegos llamado Alex Unvago, ficiera un gran cartel anunciando las
actividades previstas. También recordarán –porque ya os lo he contado- que
“casualmente” el desmemoriado Alex “olvidó” incluir en tal anuncio, la visita
organizada al camposanto por la “Dama de la Noche ” –quien- estudiosa del valor de las obras
funerarias, invitado que había a los aldeanos a conocerlas.
Pero
como la envidia es hija de la idiotez y la imbecilidad, el desgraciado Alex
acumulando que fue odio en su oscuro corazón de lagartija, y un buen día llevó
ante el Señor –para que este lo rubricase- un pergamino con la orden de
expulsar del palacio a la Dama
de La Noche.
Dicen
por allí que lo hizo entreverado con otros documentos menores, pero también
existe la sospecha que el Amo estaba en conocimiento del asunto.
Alzó
la voz la Dama
de marras, y fuese a fablar con los del Sind- Icato del estandarte Amarillo,
quienes ante ella se horrorizaron y prometieron “tomar medidas”, pero corrieron
de inmediato ante el Señor para burlarse de ella con grandes risotadas.
Decidida
a recibir explicaciones, presta fue la
Dama de la
Noche ante el Señor feudal, quien le dijo: “si te han
expulsado, te lo mereces por atreverte con Alex Unvago”.
Quedó
clara de ahí en más la actitud responsable y comprometida del Amo ante los
deberes de palacio, ya que después de ello fuése a darle de beber a sus
pequeños caballitos sin tener la honra de emular a Pilatos –y por lo menos-
lavarse las manos en el bebedero de los equinos.
Sin
embargo, amados Cofrades, no os mostréis sorprendidos por estos aconteceres palaciegos, pues forma parte del
proceder de los mediocres anular a quienes hacerles sombra pueden a fuerza de talento.
En mi
reciente visita a la pequeña comarca, el campesino que me dio a beber un jarro
de leche de su vaca me dijo casi en un susurro: “saben que el reinado llega a
su fin, y hacen lo que hacen para conservar y ejercer su poder hasta último
momento. Quizá queden aún algunos maravedíes en las arcas de palacio. ¡Pobre
del Señor feudal que venga! ¡Sentado lo
veremos, mendigando a las puertas de la abadía!”.
Moraleja:
La galanura amable de la que muchos
Señores feudales alardean, se va al
demonio cuando de Alexs Unvagos se rodean.
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