La crisis se ensaña
contra
el arte
Los gobiernos europeos están recortando su apoyo a la
cultura, y los amantes estadounidenses del arte poco a poco empiezan a sentir
los resultados.
En Italia, La
Scala , el teatro de ópera mundialmente famoso, enfrenta un
déficit de nueve millones de dólares debido a las reducciones en los subsidios.
En los Países Bajos, el financiamiento gubernamental para programas de artes se
redujo 25 por ciento. Portugal abolió su Ministerio de Cultura.
Los problemas económicos de Europa, y los programas de
austeridad, cuyo propósito es resolverlos, están obligando a las instituciones
de las artes ahí a restringir programas, giras y subvenciones. Como resultado,
algunos conjuntos están reduciendo sus producciones y tratando de recaudar
dinero entre donadores privados, algunos en EE.UU, potencialmente haciendo que
compitan con organizaciones artísticas estadounidenses.
Para los estadounidenses acostumbrados a ver lo mejor y
más aventurero de la cultura europea en recorridos por EE.UU. las limitaciones
empiezan a afectar tanto a la cantidad como a la calidad de los intercambios de
arte. Por ejemplo, al menos tres compañías teatrales europeas que se esperaba
se presentaran en enero en el festival de teatro Under the Radar en Nueva York
se tuvieron que retirar porque no pudieron pagar los costos del viaje, ni
tampoco los organizadores.
"Está dificultando demasiado los intercambios
internacionales, en especial con las compañías más pequeñas", notó Mark
Russell, el director artístico de Under the Radar.
"Es un entorno muy frustrante en el que estamos
ahora, apretado en parte por nuestro propio crac, pero, más en general, porque
me parece ahora que cada vez que tocamos la cuestión internacional tenemos una
crisis y regresamos a cero".
Para los artistas y administradores en Europa, tales
cambios son profundamente inquietantes, incluso revolucionarios. En comparación
con EE.UU. Europa ha abrazado un modelo que contempla a la cultura no como una
mercancía para la cual las fuerzas del mercado determinan qué productos
sobreviven, sino como un legado común que debe alimentarse y protegerse,
incluidas formas artísticas que pueden carecer de un atractivo masivo.
"La cultura es una necesidad básica", dijo
Andreas Stadler, el director del Foro Cultural Austríaco en Nueva York y
presidente del capítulo neoyorquino de los institutos nacionales de la Unión Europea para
la cultura. "La gente debería tener el derecho a ir a la ópera". En
general, agregó, "la cultura está mucho más arriba en nuestra agenda
política de lo que está aquí, porque está tan vinculada a nuestras
identidades".
Alemania y Francia, las economías más grandes y más
estables de Europa, padecen menos e, incluso, pueden apuntar a incrementos en
el financiamiento de algunos programas, géneros y conjuntos oficialmente
favorecidos que se ve que promueven las imágenes de los países en el
extranjero, como la cinematografía.
Sin embargo, otros países con gobiernos liderados por
conservadores o tecnócratas - como Italia, Hungría, los Países Bajos y Gran
Bretaña - han recortado sus presupuestos para cultura. Al igual que otros que
se ven obligados a reducir el gasto público para permanecer en la eurozona,
incluidos Grecia, Portugal, España e Irlanda.
265 MILLONES
MENOS
En el caso de los Países Bajos, el presupuesto cultural se
está reduciendo en unos 265 millones de dólares, o 25 por ciento, para
principios de 2013, y los impuestos sobre los boletos de las actividades
culturales aumentarán de seis por ciento a 19 por ciento, aunque están exentos
cines, encuentros deportivos, zoológicos y circos. Halbe Zijlstra, el
secretario de educación, cultura y ciencia, señaló que el centro de atención
está en "más que calidad, en una visión nueva de la política
cultural", en la cual las instituciones deben justificar lo que hacen
económicamente y competir por los fondos limitados.
En términos prácticos, ello ha significado que las
compañías más pequeñas, en especial las comprometidas con esfuerzos
experimentales y vanguardistas se llevan la peor parte de los recortes en los
proyectos. Las instituciones grandes y establecidas, como los museos Rijks y
Van Gogh, la orquesta Royal Concertgebouw y el Ballet Nacional Holandés, tienen
una mejor posición para valerse por sí mismas.
"La economía ya no es tan buena, así es que para
obtener apoyo, tienes que ser una compañía grande, con reputación
internacional", dijo Michael Nieuwenhuizen, el gerente senior de proyectos
para asuntos internacionales del Netherlands Music Center. "Además, el gobierno
quiere ver el valor por el dinero y relaciona eso con los mercados, así es que
si tienes público, se te recompensa".
Como resultado, agregó, "vamos a perder a algunas
orquestas y coros".
Y en el campo de la danza, dijo Sophie Lambo, directora
administrativa del International Danstheater de Amsterdam, "habrá un
tsunami".
En los años de auge, antes de que la crisis económica
golpeara a finales de 2008, era común que las orquestas, y compañías de ballet,
ópera y teatro europeas hicieran giras y viajaran más allá de Nueva York, a
ciudades como Minneapolis y San Diego. Eso ahora se ha vuelto más difícil, y
cuando ocurre, los intérpretes europeos esperan que sus anfitriones
estadounidenses cubran más de los costos.
"Tenemos menos dinero y cambiamos nuestro concepto de
cooperación", notó Stadler de la asociación de institutos culturales
europeos, la cual tiene 44 miembros. "Esperamos más de nuestros socios y
negociamos más duramente".
Los recortes están golpeando tan duro que algunos
institutos culturales en Nueva York que han funcionado como intermediarias para
compañías de arte en sus países de origen han experimentado reducciones de
personal o de salarios, o ambas cosas. La crisis también afecta al tipo de arte
que se interpreta y cómo se hace. Tras retornar de un viaje a Europa el mes
pasado, Nigel Redden, el director de los festivales artísticos del Lincoln
Center y Spoleto, dijo que parece que está creciendo una tendencia hacia Nueva
York con menos personajes o intérpretes, especialmente en piezas comisionadas.
"Muchos dramaturgos están escribiendo cosas para tres
intérpretes en lugar de ocho, y si eres compositor, es posible que estés
escribiendo para un conjunto de cámara en lugar de una sinfonía", observó.
"Eso también es un factor en el clima actual: los artistas quieren que se
interprete su obra, y montar producciones más reducidas es, inevitablemente,
menos costoso". Algunas de esas obras reducidas empiezan ahora a encontrar
camino hacia EE.UU. La alineación para el Festival del Lincoln Center este verano
en Nueva York, anunciada la semana pasada, incluye a "Emilie", una
ópera "monodramática" con un solo cantante, escrita por el compositor
finlandés Kaija Saariaho, cuyo estreno estadounidense el año pasado fue en el
Spoleto de Charleston, Carolina del Sur.
A LA BÚSQUEDA DE UN
GENEROSO MESÍAS
Mientras que las instituciones afectadas en Europa
batallan para mantenerse a flote, también cultivan a donadores privados en
cualquier parte. Sin embargo, con poca experiencia o comprensión de ese tipo de
recaudación de fondos, a menudo recurren buscando consejo a las instituciones
estadounidenses con las cuales han forjado afiliaciones de tiempo atrás.
"Puedo decirle que en todas partes -hablan de que sus
gobiernos- dicen que van a tener que cambiar a un modelo estadounidense",
dijo Joseph V. Melillo, un productor ejecutivo de la Academia de Música de
Brooklyn. "Pero no hay tradición de filantropía individual en muchas de
estas culturas, así es que carecen tanto de motivación como de incentivos
fiscales que brindar".
Algunas instituciones europeas de arte ya empezaron a
buscar apoyo financiero en EE.UU, acercándose a compañías estadounidenses o a
personas acaudaladas con vínculos emocionales a una patria ancestral. Sin
embargo eso significa, como reconoció Stadler, que "también competimos con
instituciones estadounidenses, las cuales también están muy golpeadas".
A los artistas les preocupa que el dinero fluirá para las
entidades establecidas que tienden a ser más conservadoras, en lugar de las
compañías experimentales que han servido de incubadoras de nuevos talentos.
Eso, dicen, tiene implicaciones profundas para el proceso artístico.
EL IMPACTO
Las compañías establecidas "necesitan actualizar su
obra trabajando con artistas más jóvenes, y son las compañías pequeñas y
medianas las que aportan diversidad e innovación", explicó Ivana Muller,
una coreógrafa que reside en Amsterdam. "Ahora, se ha creado una dinámica
de producción diferente", agregó, "y desaparecerá mucho trabajo bueno
porque no se puede sostener a sí mismo financieramente", sin apoyo
gubernamental.
Aun cuando amaine la crisis económica, muchos temen que el
impacto de las reducciones podría afectar en forma permanente a cada etapa del
proceso artístico, desde la creación hasta el consumo. "Quizá, en lugar de
hacer a Brian Friel, uno haga a Noel Coward, porque la taquilla es
importante", dijo Nigel Redden, director de los festivales artísticos del
Lincoln Center y Spoleto. "Creo que sería devastador que todo se volviera
comedia de sala de estar y no hubiera nada de teatro descarnado. Todavía no se
llega a eso, pero, definitivamente, se está dando cierto tipo de
calibración", agregó.
Extraído de: www.elpais.com.uy
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