De calaveras y
otras yerbas
Ángel Juárez
Masares
Nunca tuve la curiosidad por
averiguar el origen de la palabra calavera en su acepción figurada, pues la
propia no puede tener otra que la designación de un cráneo, vacío y descartado.
Pero en tiempos de mi juventud se aplicaba a quienes hacían de la noche, los
bailongos, la “timba”, y “las minas”, su modo de vida (o por lo menos lo
intentaban).
Sin embargo algunas historias parecen indicar que
tal “apelativo” se remonta a épocas remotas; alguien dijo que un tal Alcibíades
era el calavera mas perfecto de Atenas. El célebre filósofo que arrojó sus
tesoros al mar, no hizo con eso mas que una calaverada. César, marido de todas
las mujeres de Roma, hubiera pasado por un excelente calavera; Marco Antonio
–pese a Cleopatra- no pasaba de ser un calavera. Es decir, la suerte de los
pueblos ha estado mas de una vez en manos de un calavera. Baste lanzar una
mirada a la historia reciente y atisbar en las intimidades que se han hecho
públicas de algunos Gobernantes, para concluir que la cosa no ha cambiado
mucho. Aún si echamos mano a los recuerdos de cada uno, veremos que todos hemos
sido un poco calaveras en alguna etapa de nuestras vidas, a saber: ¿Quién no
escribió algunos versos sintiéndose perdidamente enamorado? ¿Quién no ha
prestado dinero? ¿Quién no lo ha debido? ¿Quién no se ha jugado un boleto a
algo? ¿Quién no amaneció con alguna copa de mas?
Claro, la enormidad de subdivisiones en las que
podría catalogarse un calavera sería imposible de abordar, además de sumamente
tediosa, sobre todo teniendo en cuenta que estamos hablando de una especie
extinta. También se puede discutir si haber incurrido en las acciones antes
mencionadas nos mandaba de cabeza al cajón de los calaveras, o las mismas no
ameritaban tal definición.
El calavera que nosotros conocimos era un ser
silvestre, y por lo tanto sin educación. Un hombre de la plebe. Ocupado y
preocupado siempre por su apariencia, tenía a la “santa viejecita” al pié del
piletón lavando sus camisas (que por lo general no pasaban de dos), y
planchando sus pantalones “a la raya” (los que tampoco pasaban de dos). Eso si,
el mantenimiento de sus zapatos corría por cuenta propia, y era común verlo
después del mediodía (antes dormía), lustrando “a espejo” los “tarros” de
charol.
Solía fumar cigarrillos de los largos y escupir
por el colmillo, llamaba “botija” a los gurises del barrio (donde se sentía el
capataz), y era común escucharle cantar alguna estrofa de un tango, porque por
lo general no era capaz de memorizar la letra entera.
Al anochecer, el calavera rumbeaba para “el bajo”
caminando por el medio de la calle, balanceando los brazos de manera que le
imprimía al cuerpo un raro contoneo, como “pa no pasar desapercibido”.
Entre los que conocí hubo algunos que eran buenos
para el fútbol, pero nunca llegaron a nada porque por lo general iban a jugar
sin dormir, y además nunca iban a los entrenamientos. Otros se la creyeron y
conocieron “la gayola” por unas piñas, o una avivada con las cartas, pero en realidad
nadie de esta fauna era capaz de matar una mosca.
De cualquier manera ese calavera era –con todas
sus limitaciones- un ente mas querible que esa especie indefinida que hoy nos
rodea, y cuya edad cronológica ha descendido junto con su léxico. ¿Por qué digo
esto?, porque nuestro calavera si algo tenía era “labia”, no sería muy letrado,
pero que la “chamuyaba”, no había duda.
Hoy, cuando las sociedades cambian de la noche a
la mañana, los calaveras no tendrían lugar. El viejo prostíbulo “El barquito” no
existe más (en realidad no existe nada con esas características), y un calavera
contoneándose por el medio de la calle no solo haría el ridículo, sino que
sería arrastrado de manera inmisericorde por una moto de alta cilindrada
tripulada por un par de “wachi-algos”…vaya pues nuestro divague de hoy en
memoria de aquellos calaveras, tan pintorescos como inofensivos.
1 comentario:
Se lee:
-"César, marido de todas las mujeres de Roma,( .......) hubiera pasado por un excelente calavera.
Pero entre paréntesis de acuerdo a versiones se podría incluir "...y mujer de todos los maridos" para el gran combatiente .
De tal forma :los calaveras¿son, también,por lo menos algunos, duplex?
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