Hablando de Bueyes Perdidos
De la imposibilidad de no ser un
“consumidor”
Ángel Juárez Masares
Muchas veces criticamos la “sociedad de
consumo”, de la cual inevitablemente formamos parte impelidos por nuestra
condición gregaria. La diversidad de caminos que nos conducen a ser
consumidores suelen tomar las formas mas inverosímiles que podamos imaginar.
Sentarnos –por ejemplo- frente al
televisor para hacer “zapping”, nos pone ante los ojos una parafernalia de
aparatos domésticos que nos harán la vida tan, pero tan fácil, con solo “llamar
ya”, y si lo hacemos dentro de los primeros 10 minutos, la oferta viene con
varios regalos fantásticos. Sin embargo no solo nos venden electromésticos,
también cremas dentales que nos dejarán los dientes blanquísimos, jabón para el
lavarropas que no deja mancha con vida, o desodorantes que con una sola
aplicación tendremos a las mas hermosas mujeres a nuestros pies. La oferta
comprende además productos para el espíritu. Si, no es cuestión de atender el
cuerpo, también es necesario planchar el alma, y si no lo cree deténgase por un
momento en uno de esos canales donde un pastor centroamericano vende salvación.
Y aquí queremos detenernos por un momento.
Se preguntará usted por qué razón un
ateo convicto y confeso como quien suscribe se quedaría viendo un Pastor
centroamericano. Muy simple, trate de hacerlo objetivamente, y descubrirá la
preparación para “convencer” que tiene esta gente. Indudablemente no hay allí
nada improvisado. Cada gesto, cada tono de la voz, cada pausa hecha en el
momento exacto, hasta el traje “de medida”, o el pasarse un pañuelo por el
rostro, todo está estudiado. Sin embargo la “puesta en escena” no pierde la
frescura y la “espontaneidad”. Personalmente aseguro que no “compré” la fe, pero sin duda me vendieron
un programa de TV, porque cuando levanto el control remoto para dispararle al
Pastor un rayo invisible, transportarlo a otra dimensión, e irme al National
Geografic, el tipo camina hacia un
costado del escenario donde ya suena una orquesta compuesta por una decena de
músicos, y se pone a cantarle a Jesús al mejor estilo de Mike Jagger. Entonces
me quedo. Fuera de la indumentaria –un tanto mas formal- la banda bien podría
ser “telonero” de Roger Waters; las luces se atenúan, el “humo” brota de alguna
parte, y el Pastor salta de una extremo a otro de la escena imbuido -no solo
del espíritu de dios- sino de la pasión de Freddy Mercury…
Por eso me aferro a la teoría de la
imposibilidad de no ser consumidor.
Cuando este monitor gigante y obsoleto
en el que escribo llegue al término de su vida útil, no conseguiré otro igual
ni en “mercado libre”. Entonces tendré que ir por uno de esos chatos, y cuando
mi “teclado para elefantes” no funcione mas, compraré uno de esos “lavables”,
porque además no sería disparatado que también me vendieran “jabón para
teclados”.
De modo que cualquier discurso que
elaboremos despotricando contra “el consumismo”, será solo eso: un discurso. Y
si no lo cree, trate de encontrar quién le arregle ese microondas que dejó de
funcionar; o ese televisor que se estropeó, o la licuadora que heredó de la
abuela. Y si encuentra quien lo haga, probablemente la diferencia entre pagar
el arreglo y comprarse uno nuevo sea tan insignificante que no le quedará mas
que sacar “la tarjeta” y comprar nuevo, lo que sea (que seguramente será
Chino).
Si lo pensamos un poco veremos que no
existe diferencia entre el Pastor centroamericano que vende salvación, entre
los conductores de programas chimenteros que trafican con intimidades reales o
inventadas, solo varía la estrategia, pero el fin es el mismo: consumir.
Por ahora lo dejamos aquí, llaman a la
puerta y debo atender…no sea cosa que sea Mr Músculo y me pierda la oferta.
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