Aldo Roque Difilippo
Hace 108 años moría el escritor ruso Anton Chejov, un insoslayable referente del cuento moderno. Actualmente catalogado como uno de los grandes creadores del cuento moderno, que siguió las huellas de Poe y Maupassant. Con su "realismo crítico" retratando los pequeños momentos de la vida, la insondable liviandad de los gestos cotidianos, el drama de las pequeñas cosas diarias.
Anton Pavlovich Chejov
(1860-1904) nació en Taganrog - Rusia.
Su abuelo había sido siervo, y había conseguido la libertad pagando quinientos
rublos. Pavel -su padre- tenía un
almacén, pero vivía en un sector periférico, y era necesario imponerse grandes
restricciones en una familia numerosa. No obstante entre los hijos Alejandro
llegó a ser periodista, Nicolás, pintor, Iván, maestro, María, profesora y
artista, y Mijail, periodista.
A los quince años,
debido a un enfriamiento (trabajaba en
la tienda que el padre abandonó), contrajo tuberculosis, lo que en
definitiva lo llevaría a la muerte. De tuberculosis murieron también sus
hermanos Alejandro y Nicolás. Siendo adolescente funda el periódico "El
Tartamudo", produciendo sus iniciales obras literarias. Estudió medicina,
y en apenas once años de vida edificó una obra literaria, considerada hoy como
modelo del cuento moderno, debido a la concisión y exactitud del lenguaje,
situándose muchos de ellos como obras maestras del género.
En 1901 se casa con
Olga Knipper, una de las actrices del Teatro de Arte de
Moscú. Ya había
publicado dos libros "El tío Vania" (1897), y "Los
campesinos", (1897), incursionando también en el teatro con obras como
"Las tres hermanas", y "El jardín de los cerezos",
estrenada pocos meses antes de su muerte y publicadas en forma póstuma.
El 14 de julio de
1904 muere en las termas alemanas de
Badenweiler, en la Selva
Negra.
SERÁ TOTALMENTE DISTINTA
Mientras Tolstoi,
Dostoievsky y Gógol crearon sus obras sobre la intensidad pretendiendo reflejar
la sociedad, los problemas globales, y
las angustias de su tiempo, Chejov caminó por un sendero diferente: las
pequeñas cosas de la vida. Sus cuentos estuvieron centrados en un espacio
físico y temporal delimitado: la conversación entre dos ancianos, la ceremonia
de tomar el té, las reflexiones que propicia una noche helada de invierno.
Mucho se ha hablado
sobre el pesimismo de Chejov, y quizá en algunas de sus creaciones se trasunte
una cierta decepción de la vida, y por sobre todo a la clase social que él
pertenecía. Pero más que pesimismo en Chejov esa decepción es una afirmación de
futuro, ya que en su visión la curación de los grandes males de su patria no
llegarán gracias a la mística propuesta por Tolstoi. Para Chejov se hacía
imprescindible operar socialmente, y no retirarse a una contemplación
imposible. Como él mismo lo afirmara: "Muchas veces me reprochan que no
presento personajes positivos, pero la verdad es que no sé de dónde sacarlos.
Nuestra vida es provinciana, las ciudades están sin pavimentar, las aldeas son
miserables, la gente anda en harapos. Yo quiero decirle a todos: Miren bien, y
así verán que la vida para ustedes es sórdida y triste. Lo que importa es que
lo vean. Una vez que lo hayan visto,
crearán una vida mejor que la actual. Yo no la veré, pero sé que será
totalmente distinta".
Ingrese a BIBLIOTECA HUM BRAL donde incluimos una selección de cuentos de este genial escritor.
http://hbral.blogspot.com
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