El patrimonio cultural, en
peligro: La crisis financiera amenaza los tesoros artísticos de Europa
El presupuesto para el mantenimiento de los sitios
históricos es cada vez menor y hay grandes obras de arte y arquitectura que se
deterioran. El problema es especialmente grave en Italia y Grecia. Símbolo: el
Palacio Ducal, en Venecia. Hace poco fue forrado con publicidad, para costear
su mantenimiento.
Como le ocurre a su economía en plena crisis global, a
Europa se le agrieta su inmenso patrimonio artístico y cultural, único por la
grandeza de su historia y su valor inestimable. A la decadencia de las potencias
europeas se une el crepúsculo de las glorias de sus tantos siglos de
civilización, que han dejado más claros que oscuros. Es melancólico
constatarlo. El ex premier británico Gordon Brown estimó que Europa valía el
20% de la riqueza mundial cuando en 2007, con el default de los títulos
“subprime”, comenzó la crisis global que promete durar al menos hasta el fin de
la década. “Cuando salga, no superará el 12%”, caviló Brown.
Una debacle que se extiende como una peste por los lugares y
sus contenidos maravillosos, pero también por los bienes inmateriales de la
cultura. Quizás el futuro, en los países que no logren salir airosos a esta
prueba, será acentuar el turismo y la condición de museo, como es el caso de
Venecia, donde quedan solo 60 mil habitantes.
Por supuesto que no todos los grandes países están en
situación similar.
“Nuestro patrimonio artístico está hecho pedazos”, advierte
el director de Bienes Culturales de Italia. Este es el país que está peor.
También están muy mal la magna Grecia, España y Portugal, todos de glorioso
pasado.
Pero, hacia el norte, en Francia el presupuesto para
conservar el patrimonio ha crecido 0,2% en 2012 y Alemania ha tomado medidas
espectaculares en defensa de su cultura. Cada vez hay más dinero público para
los seis mil museos subvencionados, 150 teatros de prosa y 84 líricos, 130
orquestas, más los circos y otras actividades.
En Gran Bretaña no están para ufanarse como después de los
Juegos Olímpicos. Señalan casi 3.200 monumentos en peligro. El famoso reloj Big
Ben del Parlamento se ha inclinado 43 centímetros y
tarda en llegar la financiación.
Pero Italia, ¡ay!, da ganas de llorar.
Acumula más del 60% de las obras de arte del patrimonio
mundial . Nadie la iguala en la belleza compartida de sus paisajes con las
huellas de la civilización humana. El Imperio Romano, el Renacimiento, los
Papas y sus Estados pontificios, el riquísimo medioevo, las arquitecturas que
se suman por todos lados y que en Roma justifican el título de La Eterna.
Italia es un enfermo grave . Tiene 47 sitios protegidos de
los 890 considerados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Casi 4.800
museos, 62.000 archivos y bibliotecas de valor inestimable para la cultura
mundial, 1.144 áreas naturales presuntamente protegidas.
Este es el verdadero Oro Negro de Italia. Inigualable. Lo
que buscan todos los años 45 millones de turistas, que serían el doble si
supieran tratarlos y les presentaran tantas maravillas como merecen.
El último desastre de la incuria nacional fue un pedazo de
muro del Pincio, una terraza que da sobre la Piazza del Popolo de Roma. Por falta de
manutención cayó sobre la calle dedicada al Divino Poeta, D’Anunzio, que se
revolcó en su tumba. Arreglarlo costará millones. Muchos más porque
descubrieron que hay otras partes del muro construido por Valadier que están
por venirse abajo.
La cronología de los derrumbes en Roma es demasiado larga.
En las vastas Murallas Aurelianas ya se han caído media docena de tramos. En el
Coliseo, el monumento más famoso del mundo, los traumas se acumularon tanto en
los últimos años que para restaurarlo se recurrió a un mecenas. El industrial
de los zapatos “Tod’s”, Diego Della Valle, propietario del club de fútbol
Fiorentina. Por 25 millones de euros, tendrá derecho al uso del logo y otros
instrumentos publicitarios.
En Venecia ya pusieron hace años en práctica el alquiler de
las maravillas.
Sombrío, en cambio, es el destino de la Villa Adriana , en
Tívoli, a las puertas de Roma, un área de 40 hectáreas donde el
emperador Adriano construyó una arquitectura de la historia y las pasiones de
su vida.
Una maravilla inigualable del Imperio Romano, en estado
calamitoso, con sus piscinas, palacios, monumentos, arcos, esculturas que se
descascaran y los muros que se derrumban. Los turistas que llegan no tienen ni
un baño ni un bar adonde ir.
Peor que Roma está Nápoles, donde el Palacio Real y los demás
lugares que han hecho la historia de la que fue la ciudad más grande del mundo
en el siglo XVIII, languidecen en la degradación. Y la Reggia de Caserta,
magnífico castillo sede de los Borbones, se está convirtiendo rápidamente en un
desastre, abandonado a sí mismo.
En España la degradación se multiplica, aunque mucho menos
que en Italia. Pero la asociación Hispania Nostra denuncia que 417 palacios y
lugares de gran valor (44 forman parte del Patrimonio de la Humanidad ), están “en
mal estado o en peligro de desaparición”.
Por último, la
Grecia que fundó Occidente, donde nació la democracia y
tantas cosas que son la base de nuestra cultura, se ha convertido en la peor de
todas por sus dramas económicos que podrían obligarla a salir del euro. Cada
vez los hermanos europeos le dan menos medios para proteger y restaurar lo que
en realidad es de todos.
Subir al Partenón es una prueba desoladora.
Los museos, poco custodiados por falta de fondos, están a
merced de los vándalos . Un solo guardia en el Museo Nacional de Atenas
permitió en enero que los ladrones se llevaran un Picasso y un Mondrian. Está
así descuidado, a la intemperie, un gigantesco patrimonio arqueológico de 250
recintos, 20 mil monumentos históricos y 210 museos.
Fuente: Julio Algañaraz, Clarín.
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