El
11 de marzo pasado Astor Pantaleón Piazzolla hubiera cumplido 92 años.
Fue
uno de los músicos de tango más importantes del siglo XX.
En
su juventud tocó y realizó arreglos orquestales para el bandoneonista,
compositor y director Aníbal Troilo. Cuando comenzó a hacer innovaciones en el
tango en lo que respecta a ritmo, timbre y armonía, fue muy criticado por los
tangueros de la «Guardia Vieja», ortodoxos en cuanto a ritmo, melodía y orquestación.
En los años posteriores sería reivindicado por intelectuales y músicos de rock.
Cuando
en los años cincuenta y sesenta los tangueros ortodoxos —que lo consideraban
«el asesino del tango»— decretaron que sus composiciones no eran tango,
Piazzolla respondió con una nueva definición: «Es música contemporánea de
Buenos Aires». Sus obras no eran difundidas por las estaciones radiodifusoras y
los comentaristas seguían atacando su arte. Los sellos discográficos no se
atrevían a editarla. Lo consideraron un snob irrespetuoso que componía música
híbrida, con exabruptos de armonía disonante.
“Sí, es cierto, soy un enemigo del tango; pero
del tango como ellos lo entienden. Ellos siguen creyendo en el compadrito, yo
no. Creen en el farolito, yo no. Si todo ha cambiado, también debe cambiar la
música de Buenos Aires. Somos muchos los que queremos cambiar el tango, pero
estos señores que me atacan no lo entienden ni lo van a entender jamás. Yo voy
a seguir adelante, a pesar de ellos”.
Astor
Piazzolla,
revista Antena, Buenos Aires, 1954
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