Manuscritos indígenas mexicanos
fueron postulados
a Memoria del Mundo
Para su inscripción en el
Registro Memoria del Mundo de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación , la Ciencia y la Cultura (Unesco), han sido
postulados 58 manuscritos en lenguas indígenas mexicanas, entre libros de
tributos, anales, crónicas, vocabularios, gramáticas, arte de la lengua,
sermonarios, confesionarios, textos bíblicos, poesía y representaciones, que se
complementan con 35 documentos más de los siglos XVI y XIX, según se informó el
pasado 3 de abril.
El patrimonio documental
está propuesto para el citado registro junto con materiales de la misma
naturaleza que custodian la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (Buap),
el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM) y la Universidad
Iberoamericana (UIA), según señala un comunicado del
Instituto Nacional de Antropología e Historia (Inah).
Distribuidos en los fondos
Franciscano, Colección Antigua, Lira, Colegio de San Gregorio, Colección Bustamante,
Federico Gómez de Orozco, Jesuita, así como en la I , II y III Serie de Papeles Sueltos, los 58
manuscritos en lenguas indígenas de la Biblioteca Nacional
de Antropología e Historia (BNAH) proceden en su mayoría de la Biblioteca del Antiguo
Museo Nacional, pero emanan directamente de las instituciones religiosas que
catequizaron a lo largo y ancho del territorio novohispano.
El material está escrito
en chiapaneco, chinanteca, chontal, cakchiquel (de Guatemala), matlaltzinca,
mazateca, mixteco, maya, mayo, mazahua, mixe, mixteco, náhuatl, otomí,
purépecha, trique, zapoteco y zoque, lo que implicó para los frailes,
principalmente franciscanos y jesuitas, el conocimiento profundo de las mismas
para realizar las adaptaciones fonéticas convenientes.
Más allá de su posible
inscripción en la lista de la
Unesco , comenta el historiador Juan Carlos Franco,
responsable de la catalogación del Archivo Histórico de la BNAH , su importancia para la
historia mexicana y universal es indiscutible, al ser testimonio del proceso de
aculturación en el Nuevo Mundo, y que implicó para las distintas órdenes
religiosas la adecuación del Evangelio y, por ende, de los caracteres latinos a
la diversidad de idiomas originarios de estas tierras.
Abundó que estos
ejemplares “son testimonio de la evolución de algunas de las lenguas indígenas
del país y dan cuenta de fenómenos sociales como la evangelización y el
mestizaje del lenguaje escrito, mediante la adaptación de los caracteres
europeos a las palabras de un nuevo continente”.
Mientras sostiene un
vocabulario en otomí editado en 1771, el cual se complementa con un impreso,
Juan Carlos Franco explica que se solicitaron tipos especiales de imprenta en
Europa para adaptar los sonidos a este idioma.
Franco, junto con su
colega María de Lourdes González Cabrera, son responsables de la redacción del
formulario para la inscripción de los manuscritos en lenguas indígenas, y
destacan que entre los más antiguos se encuentra un sermonario del siglo XVI,
en lengua náhuatl, proveniente de la Biblioteca Indiana
de Lorenzo Boturini.
Otra de las rarezas
documentales es un catecismo de fines del siglo XVI o inicios del XVII, en
lengua chiapaneca (ya extinta), que en sus páginas intercala la escritura con
dibujos. Se trata de una reminiscencia de los catecismos testerianos elaborados
durante la Conquista ,
a base de pictografías, antes de que los instructores religiosos hubiesen
aprendido las lenguas de los pueblos indígenas.
Los soportes de estos
documentos también refieren a al menos los tres siglos de la Colonia , en que se les
consideró una herramienta fundamental para la conquista espiritual. Hay desde
los prehispánicos como el papel maguey, hasta el europeo, llámese papel de
trapo o pergamino.
Pero no sólo documentos
doctrinarios fueron escritos en lenguas indígenas, señala Juan Carlos Franco;
ejemplo de ello es un libro de tributos del Marquesado del Valle —que incluía
amplios terrenos en Oaxaca y en el estado de México, concedidos por el rey
Carlos V a Hernán Cortés—, escrito en náhuatl a fines del siglo XVI.
Versos, poemas e historias
también cobraron vida a través de las lenguas indígenas, como es el caso del
título Nican Mopohua, historia de las apariciones de la Virgen Santísima
María Guadalupe.
Los 58 manuscritos en
lenguas indígenas de la BNAH
conforman el grueso de los documentos propuestos para el Registro Memoria del
Mundo, que se complementa con 35 documentos más que postulan la Buap , el ITESM y la UIA.
Los manuscritos de la BNAH están siendo
digitalizados, no sólo por cumplir con las normas de la Unesco para patrimonios
susceptibles de inscribirse en el Registro Memoria del Mundo, sino para su
preservación, de suerte que evita su manipulación y permite la consulta
permanente, al actualizar los soportes tecnológicos.
Fuente: El Universal
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