“Te deje un billete en la puerta de la heladera”
Fermín Méndez
(Minxto)
Viniendo por ruta 2 dente Montevideo, una
vez pasado los accesos a Mercedes, ya se deja ver en la ventanilla izquierda
del Agencia Central el estadio Luis Köster. Mítico, de muchas batallas futboleras,
de mil anécdotas de la vida. Eran las seis de la tarde y bien en lo alto se
veía un trabajador colocando las banderas, las de todos los equipos de la liga
local. Lo estaba vistiendo de lujo, para la ocasión, era la final del fútbol
grande del interior.
Arriba las banderas flameando, abajo, en
calle Espinosa, la del talud del Estadio, brillaba la feria de lo usado.
Cuentan que surgió luego de la crisis con dos paliativas básicas: la necesidad
de trabajo de la gente, y la demanda por comprar a bajo costo. Así podemos
encontrar, el día de la final del campeonato de selecciones de OFI, ropa usada
para la dama o el caballero, una lámpara de cobre pero sin enchufe, vasos de
vidrio auspiciados por wiskis nacionales, libros con tapa o sin ella, figuritas
del álbum de la Copa América pasada (qué tiempos aquellos), una radio Spica, un
cuadro sin vidrio, y vidrios para cuadros. Arrancan con sus stands al mediodía,
un par de mantas en el suelo hacen de mostrador, unas sillas playeras para la
comodidad de los negociantes, mate y torta frita. Pasadas las 19 hs, cuando el
sol tiraba sus últimos rayos, los vendedores juntaban su mercadería y las
frazadas. – Vamo el Soria hoy eh! A ver si ganamo que me hice la moneda pa
tomar unos vino. Seguramente sea Mauá, por litro y suelto; el tinto oficial del
departamento.
Cuesta arriba, lento, perezoso, a pie o en
moto, el público arribaba a la cancha. “La voz del Estadio” anunciaba cosas,
señal de que las puertas estaban abiertas. Comentaba la radio que las
anticipadas había volado, de ahí el apuro de un pueblo que no suele ser puntual
a la hora del espectáculo. O el susto de quedarse afuera era grande, o las
costumbres cambian. Pero hasta los pancheros ya estaban frente a la tribuna
principal. Al que le compré en la semifinal anterior lo saludé y me conoció:
“mirá que tengo mostaza hoy”. Un capo, con mucho marketing.
Jugaban los sub-15 de Olímpico y Peñarol
locales y sonaban vuvuzelas (qué tiempos aquellos II). Al ratito caería la
hinchada local, monótona pero ruidosa, tocando una especie de samba carioca
pero con el clásico bombo de murga argentino, con platillo incluido. En fin. Lo
mejor: las pequeñas banderitas individuales sorianenses y su leyenda de honor
“Aquí nació la Patria”. Pero todo, absolutamente todo, quedaría chiquito cuando
“la voz del Estadio” comenzó hacer de las suyas.
El tipo tiene el poder. Instalado a pie de
cancha, pegado a la salida del túnel, a dos pasos de la mesa de contralor, a
cinco de la cantina. Paolo, es su nombre, y en el torneo local hace, además, de
delegado del centenario club Sandú Chico. Lo cierto es que el tipo con su
notebook y su propia amplificación, lo que se dice informar, informa bien:
promovió excursiones a Melo (sin estar confirmado el día de la revancha),
promovió la venta coca-panchos-choris de la cantina, instó a comprar una rifa
que luego certificó cual escribano con bolillero y todo, e hizo las veces de
disc-jockey: pinchó Los Cafres, Daniela Mercury, Jaime Ross, Tabaré Cardozo,
Pitufo Lombardo y el clásico enganchado murguero con “Mercedes de mi vida”,
“Opa, opa, Mercedes quiere copa”, y varias más. Además: confirmó las
alineaciones titulares y los bancos de suplente, mencionó nombre y origen de
los cuatro réferis, invitó a los chiquilines que no eran alcanza-pelotas a
retirarse del campo de juego, y apeló a la solidaridad de los presentes: “se
perdió Bruno, de cinco años, su mamá lo espera junto al puesto de
amplificación”. De chapeau!!
¿Sabías qué?
La última vez que la selección de Melo
visitó a Mercedes, en el año 2004, el resultado fue favorable a los dueños de
casa por un agónico 3 a 2. Habían empatado en el Ubilla 1-1, por ende la
tricolor siguió de largo. Ese combinado estaba dirigido por Hugo Sasén y salió
campeón Nacional. Es anécdota, pero cuenta como estadística. O viceversa.
En aquella ocasión como la de hoy el
Estadio también lucía copado por la algarabía locataria, más puñado de hinchas
arachanes, y muchos futboleros de la zona. Cuando la pelota dispone, la gente
acompaña. Recordaba bien Leo Montero, relator de Difusora Soriano: “nunca serán
tantos como en la final de 1997, donde más de 10mil aficionados colmaron el
Köster. Casi el 30% de la población local”. Qué tiempos aquellos III.
Posdata
Entre tanto y tanto, esperando de una vez
por todas que empiece el partido, usando Twitter cual efecto mariposa, me
arrastró hacia una frase de Pep Guardiola referida a la motivación: “Tenemos
que ser audaces, salir al campo y hacer las cosas, no sentarnos y esperar a que
suceda. Tenemos que demostrar lo que podemos hacer y que merecemos ganar el
título. Tenemos que ser valientes y salir a jugar”. La mente me desvía, lo
asocio con mi buen amigo Sebastián Cardozo, motivador psicólogo deportivo de
estas tierras, su mujer Florencia y el niño Bautista, y me entero que han recibido
al mundo al pequeño Joaquín. Hay felicidad que dura 90 minutos y hay amigos que
perduran toda la vida, donde quieran que estén.
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