Lo-li-ta
Lolita, luz de mi vida,
fuego de mis entrañas. Pecado mío, alma mía.
Lo-li-ta: la punta de la lengua emprende un
viaje de tres pasos paladar abajo hasta apoyarse, en el tercero, el borde de los
dientes. Lo. Li. Ta.
Ella es una niña casi adolescente, o una
adolescente. Conquista a su padrastro. Él es un hombre que siempre gustó de las
niñas casi adolescentes, y que conquistó a su hijastra. Ella es una niña casi
adolescente abusada sexualmente. Él es un pervertido abusador de menores. Es
una historia de amor. Es una historia de abusos mutuos. Es una perversión
oculta, es una represión manifiesta ¿Cómo leemos a Lolita de Vladimir Nabokov?
Por Маттиас Rotulovic*
El señor Humbert Humbert,
un hombre que reafirma desde la duplicación de su nómina su propia
personalidad, su seguridad o inseguridad, es un educado caballero, profesor y
escritor que tiene una única obsesión:
se fascina con niñas pre-adolescentes, o mejor dicho, con niñas, o sería más
claro decir que con adolescentes pero que se parezcan a niñas, que no tengan
tan marcado su rasgo adolescente. Se fascina desde el punto de vista sexual.
El ruso Nabokov, autor de
la obra publicada en 1955 compuso una novela que se hizo película en por lo
menos dos oportunidades, fue motivo de críticas por parte de colegas y
estudiosos. Tanto es así que el prólogo es escrito por un falso profesor de
filosofía, una duplicación, en este caso del autor que él mismo escribió el
texto que antecede a la obra. Es una obra literaria, y está bien que el autor
se de esas libertades poéticas. El autor después tuvo que defenderse
públicamente de las acusaciones que recaían en su contra.
Las críticas que cayeron
sobre la obra, acusando al autor de pervertido, fueron impulsadas por un afán
de encontrar un significado paralelo entre autor y narrador, o autor y
personaje. Sería como pensar que
Cervantes se volvió un escudero loco, ya que su personaje y narrador más
famoso (Don Quijote) así lo era.
Como obra literaria, como
ficción, es decir, como representación artística, Nabokov creó una novela donde
se muestra una realidad paralela, ficcional, pero no imposible en la realidad.
Claro, que la grandeza de
Lolita (como obra literaria ya clásica y enorme) no está en resaltar a los dos
monstruos creados por Nabokov, sino en la discusión generada tras la obra, y
que se mantiene latente hoy: ese debate
literario recorre como premisas si efectivamente Lolita y Humbert Humbert son dos
monstruos, o dos víctimas, o un víctima y una monstrua, o un monstruo y una
víctima.
En la recepción literaria,
cuando se lee la novela, aparecen consideraciones sobre nuestra propia
realidad: el conquistar (o ejercer nuestro poder de adulto) una niña pre
adolescente o un niño pre adolescente tanto por parte de una mujer o un hombre
(respectivamente) desde el punto de vista sexual es un acto repudiable,
condenable y delictivo. Esa consideración es lo primero que nace en nuestras
mentes actuales cuando leemos la obra. Porque somos parte de la realidad y la
literatura contribuye a generar en nosotros una nueva realidad a medida que
leemos. Por eso en la década de 1950 se lo acusó de degenerado, y ahora, muchos
no dudan en decir que era un pedófilo en potencia a Nabokov. También fue un
infiel ya que sabemos que en su obra Rey, Dama, Ballet se centró en destacar
como personajes a una mujer infiel. O que odia repugnantemente a Dostoievski
por lo que escribió sobre su obra.
El debate que debe
generarse es sobre la obra literaria en sí. Ese debate está en el tejido
interno de la novela. Si se genera el debate, es que la obra es un éxito (no
comercial, sino artístico). ¿Es Humbert Humbert víctima de alguien? De niños se
enamoró de una niña, el narrador adulto no duda en describirla eróticamente, en
la playa, de contar sus sensaciones. Desde ahí, al enamorarse de esa niña
muerta al poco tiempo, no pude desprenderse de su demonio interno. De hecho el
narrador la compara con un demonio.
Quizás el personaje es
víctima de sí mismo. ¿Será victima de Lolita? Ella es una niña – adolescente,
una “ninfeta” es decir que no llega a ser ninfa pero es en parte una “ninfa”
para el personaje. El narrador se enfrenta a un receptor doble: un jurado
interno a quién le cuenta la historia, a quién se dirige. Ese jurado, es a su
vez el lector (de ahí es que nos pasemos de la raya y juzguemos al personaje y
con él al autor).
El juicio que enfrenta es
moral como construcción social de un significado de perversidad, pero a su vez
un juicio interno. El personaje sabe que peca, y lo dice al inicio de la
novela: “Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío, alma mí”.
Todos los personajes son
culpables de sus desgracias. Sus esposas, una de ellas la madre de Lolita, la
otra una infiel resentida, el profesor Humbert y la propia Lolita padecen su
existencia. Lolita se presenta afín de conquistar al personaje (¿O será que eso
es lo que le parece al personaje teniendo en cuenta que es el narrador de la
historia?).
Lolita pasa a ser parte de
su perdición, y él es parte de la perdición de Lolita. Ambos se pierden
literalmente, escapándose de su lugar. Es una historia de amor típica, pero que
como receptores podemos llegar a rechazar como tal.
Lolita no es una obra
condenable, es una obra interesante, que enfrentan al lector no con Nabokov,
sino con sus propios principios y deseos internos y ocultos. Pone en escena la
represión del Hombre a partir de sus frustraciones.
(*) Por Matías Rótulo
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