¿Qué
leía el escritor José E. Rodó?
Después de 68 años, la Biblioteca Nacional comenzó
a catalogar los libros del destacado ensayista y político, material que estará
disponible para investigadores.
En 1945, la Biblioteca
Nacional recibía parte de los libros propiedad del escritor y político José
Enrique Rodó. Pasaron 68 años y esos 1.200 volúmenes quedaron en un depósito,
sin catal
ogar y sin estar a disposición de los usuarios. Pero esa situación
comenzó a cambiar.
"Pasaron 68 años pero
no 69. Cerramos Catalogación un mes y nos dedicamos a Rodó. Los funcionarios se
hicieron de tripas corazón y consiguieron horarios para hacer esto. Y ahora me
entregaron simbólicamente los primeros ejemplares. Hay que darle el lugar que
debe tener esta colección. Y creo que tienen que estar en el despacho del
director, porque Rodó fue director de esta institución. Y los investigadores
pueden venir acá. Ahora no existe esa información", dijo Carlos Liscano,
actual titular de la Biblioteca Nacional.
"Va a quedar acá,
pero a disposición de los investigadores, no del usuario común", precisó.
"Y va a ser la primera vez, entiendo yo, que lleguemos a saber qué fue lo
que leyó Rodó", agregó.
Rodó nació en Montevideo
el 15 de julio de 1871 y falleció en Palermo (Sicilia) el 1° de mayo de 1917.
"La estatura de su prosa y la dimensión de su talento quedaron nítidamente
establecidas ya en 1900, con la publicación de Ariel, el cual tuvo una resonancia
amplísima en todo el ámbito de habla española. Anteriormente había publicado La
Vida Nueva (1897) y el estudio crítico sobre Rubén Darío (1899)", señala
la Academia Nacional de Letras en su página web. Y agrega: "Reconocido,
pues, tempranamente, alternando su labor de escritor con las actividades
políticas (fundador del "Club Libertad", que pugna por la unificación
del Partido Colorado, representante por Montevideo en la XXI Legislatura,
electo para la XXIII Legislatura y vuelto a elegir para el período siguiente)
José Enrique Rodó se convirtió en uno de los principales integrantes de la
generación del 900".
Entre los volúmenes ya
identificados se encuentran La sensibilidad americana (Emilio Frugoni), Ecos de
ausencia(Eduardo Talero), Las horas galantes (Carlos María de Vallejo),
Psicología colectiva morbosa (Pascual Rossi). "¡Rodó leía Euclides da
Cunha (...) en portugués! ¡Hay más de una versión de Fausto", comentó
entusiasmado Liscano.
Rodó compartió con Carlos
Vaz Ferreira "el magisterio ideológico, la prédica incesante, el afán por
dirigirse a la juventud y hacer de esta la palanca de renovación de una
sociedad que necesitaba el cambio y de un espíritu al que se debía sostener,
levantar y engrandecer", señala la Academia. "Pero a diferencia del
autor de Lógica viva, el medio del que se vale su expresión es una prosa
cuidada, a veces rotunda, a veces llena de matices y de sabias
modulaciones", agrega.
El propio Rodó dijo:
"Decir las cosas bien, (...) ¿no es una forma de ser bueno?...".
"Color", "resalte", "melodía" son las
características que el autor manifestó expresamente como autoimposiciones de su
ideal artístico. "Crítico, pensador, periodista, educador, político, Rodó
es el ensayista (obviamente, nuestro mejor ensayista)", destaca la
Academia.
El actual director de la
Biblioteca Nacional contó que así como pasaron 68 años sin catalogarse estos
volúmenes, la institución "aceptó de manera acrítica donaciones de otras
instituciones del Estado. Por eso, tenemos manuales de Medicina de hace 60 años
o más que no sirven para nada, mandados por el Ministerio de Salud Pública que
no tenía dónde dejarlos. ¡No tienen valor histórico! Algunos por la
encuadernación hermosa pueden servir como libros ornamentales, pero nada más.
Pero para descartar es preciso un investigador y un experto, meterse adentro y
revisar. Y según los técnicos puede haber 100.000 volúmenes", dijo
Liscano.
Extraído de: http://www.elpais.com.uy/
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