sábado, 10 de agosto de 2013

Los libros para 
un dictador



Mirtana López



A menudo libros y lecturas ocupan estas notas, casi siempre para dar cuenta de admiraciones y deslumbramientos. Por el contrario, esta semana se nos instaló, la paradoja con un libro de Juan Cristóbal Peña titulado: “La secreta vida literaria de Augusto Pinochet”. El rechazo esencial que sentimos por Pinochet a quien ni el rango de humano otorgamos, nos impedía entender eso de su “vida literaria”. Preconceptos que le llaman. Pero de los buenos, como verá el lector. *
Augusto Pinochet tenía una biblioteca de 55 mil volúmenes. Así se descubrió en el año 2006 con la auditoría que pesquisó sus cuentas secretas para sorpresa de los que recordábamos las quemas de libros ordenadas por el dictador, la supresión de editoriales prestigiosas sustituidas por otras que “defendían el régimen y maquillaban la figura del tirano” como anota este periodista. Recordábamos las bibliotecas que Pablo Neruda apilaba rápidamente a su alrededor por su natural necesidad de literatura pero nos negábamos a aceptar un Pinochet lector. ¿Cómo era la biblioteca de este asesino? ¿Leía? ¿La utilizaba?


La cultura para Pinochet. “Desde muy joven, durante sus días como mediocre estudiante y gris profesor de la Academia de Guerra chilena, Pinochet intentó sin demasiado éxito construirse un perfil de hombre de letras e intelectual de fuste que manejaba con la misma destreza la pluma y la pistola. Sus pésimas calificaciones y su baja capacidad intelectual, sin embargo, le jugaron en contra. De allí nació en Pinochet un profundo recelo y resentimiento por sus compañeros de camada más brillantes”, como Carlos Prats asesinado por la DINA en 1974. Aquellos que, según el futuro tirano, sabían de sus limitaciones y complejos intelectuales. “Por eso se rodea de una corte de aduladores profesionales, de amanuenses que le escriben libros, en los cuales van construyendo la figura de un líder político, estratega militar y gran escritor. Esta faceta ha sido muy poco explorada: la pretensión del tirano de ser reconocido como un intelectual y el profundo sentimiento de inferioridad y resentimiento que gobernaron la psique del militar. Creo que la clave para entenderlo está en el campo académico, intelectual. (…) En sus años de estudiante desarrolla un fuerte complejo de inferioridad intelectual y a la vez genera un profundo resentimiento que deriva en venganza una vez que accede al poder. Eso explica por qué intentó borrar de la memoria a los grandes intelectuales militares chilenos, hasta el punto de plagiar en uno de sus libros al general Gregorio Rodríguez Tascón, el profesor al cual le debe el inicio de su carrera académica. Todo eso obedece a un fuerte complejo de inferioridad intelectual, y también a un delirio”.



La biblioteca.  “Diez días después del golpe de Estado –afirma Peña–, Pinochet declara tener una casa, un auto y una biblioteca por un valor de 12 mil dólares, y al año 2006 tiene aproximadamente 55 mil volúmenes, de un valor estimado en 3 millones de dólares”. Los funcionarios judiciales que realizaron el peritaje contaron que en los estantes de la biblioteca reinaba un gran caos que incluía chocolates, regalos sin terminar de abrir y una colección de bustos de Napoleón. Mantuvo oculto este tesoro bibliográfico, una de las mayores colecciones privadas del continente americano. Llegó a burlarse de los peritos pero no confesó que tuvo tiempo de esconder los ejemplares más valiosos
, como eran algunas primeras ediciones de libros americanos. ¿Cuál fue el dinero utilizado por Pinochet para adquirir su “pantagruélica biblioteca? Dispuso de fondos del Estado para comprar volúmenes, “tenía a sus dealers libreros favoritos que le garantizaban ediciones de lujo y hasta llegó a apropiarse de libros patrimoniales de museos”. “Pinochet era un hombre muy solitario –arriesga Peña–, y pasaba mucho tiempo en su biblioteca. Tal vez eludiendo a su esposa, que era insoportable”. Aunque fue comprada con el uso de fondos públicos o con el tráfico de armas, una parte de la biblioteca sigue en poder de la familia; donó en 1989 otra parte al ejército y que la conserva como Biblioteca “Presidente Augusto Pinochet Ugarte”. La tercera integra los bienes de la Fundación que “maneja mucho dinero por los aportes de los empresarios nostálgicos del pinochetismo que tienen mucho poder todavía”. Dentro de estos 600 hay varios que tuvieron un valor especial para el tirano: el libro negro del comunismo o de derechos humanos en regímenes comunistas. Fue un coleccionista “compulsivo y enfermizo; más un fetichista que un dictador ilustrado”.


Una anécdota triste. En setiembre de 1976 Jorge Luis Borges recibió en Chile un título honoris causa y dictó una conferencia que fue un apoyo a la dictadura en momentos en que “las denuncias por violaciones de los derechos humanos asfixiaban al régimen chileno”. (…) “Hay un hecho que debe conformarnos a todos, a todo el continente, y acaso a todo el mundo, dijo en la conferencia. En esta época de anarquía sé que hay aquí, entre la cordillera y el mar, una patria fuerte. Lugones predicó la patria fuerte cuando habló de la hora de la espada. Yo declaro preferir la espada, la clara espada, a la furtiva dinamita. Y lo digo sabiendo muy claramente, muy precisamente, lo que digo. Pues bien, mi país está emergiendo de la ciénaga, creo, con felicidad. Creo que merecemos salir de la ciénaga en que estuvimos. Ya estamos saliendo, por obras de las espadas, precisamente. Aquí ya han emergido de esa ciénaga. Aquí tenemos: Chile, esa región, esa patria, que es a la vez una larga patria y una honrosa espada”. Borges hizo causa política de la visita, de la que luego se arrepintió. Pinochet, que no lo leía y no tenía sus libros, que despreciaba la ficción y la poesía, salió muy halagado y favorecido por aquel paso de comedia que tanto prestigio costó a Borges. Dicen que el Nobel. Los encuentros de historia o de política que el dictador organizaba para construir su imagen, sin omitir La Moneda, tuvieron su punto más alto.



¿Lector? En una de las declaraciones judiciales, Pinochet se califica como muy ahorrativo y atribuye el dinero `extra´ ganado, a los libros y artículos que había escrito. Justifica el dinero que tiene en cuentas en el extranjero, en su trabajo intelectual. Esas declaraciones sorprendieron e indignaron tanto como los papeles sin importancia y las colonias baratas que encontraron los peritos en la revisación de su biblioteca en tanto Pinochet sonreía socarronamente.




*Sobre este libro, que le valió en 2008 el Premio Nuevo Periodismo de la Fundación  Gabriel García Márquez es entrevistado su autor, en Página 12, por el periodista Nicolás G. Recorao: “La pluma y la espada”. Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/radar/9-9011-2013-07-30.html





(**) Artículo extraído de Periódico Centenario,  de Cardona.

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