Los libros para
un dictador
Mirtana López
A menudo
libros y lecturas ocupan estas notas, casi siempre para dar cuenta de
admiraciones y deslumbramientos. Por el contrario, esta semana se nos instaló,
la paradoja con un libro de Juan Cristóbal Peña titulado: “La secreta vida
literaria de Augusto Pinochet”. El rechazo esencial que sentimos por Pinochet a
quien ni el rango de humano otorgamos, nos impedía entender eso de su “vida
literaria”. Preconceptos que le llaman. Pero de los buenos, como verá el
lector. *
Augusto
Pinochet tenía una biblioteca de 55 mil volúmenes. Así se descubrió en el año
2006 con la auditoría que pesquisó sus cuentas secretas para sorpresa de los
que recordábamos las quemas de libros ordenadas por el dictador, la supresión
de editoriales prestigiosas sustituidas por otras que “defendían el régimen y
maquillaban la figura del tirano” como anota este periodista. Recordábamos las
bibliotecas que Pablo Neruda apilaba rápidamente a su alrededor por su natural
necesidad de literatura pero nos negábamos a aceptar un Pinochet lector. ¿Cómo
era la biblioteca de este asesino? ¿Leía? ¿La utilizaba?
La cultura para Pinochet. “Desde muy joven, durante sus
días como mediocre estudiante y gris profesor de la Academia de Guerra chilena,
Pinochet intentó sin demasiado éxito construirse un perfil de hombre de letras
e intelectual de fuste que manejaba con la misma destreza la pluma y la
pistola. Sus pésimas calificaciones y su baja capacidad intelectual, sin
embargo, le jugaron en contra. De allí nació en Pinochet un profundo recelo y
resentimiento por sus compañeros de camada más brillantes”, como Carlos Prats
asesinado por la DINA en 1974. Aquellos que, según el futuro tirano, sabían de
sus limitaciones y complejos intelectuales. “Por eso se rodea de una corte de
aduladores profesionales, de amanuenses que le escriben libros, en los cuales
van construyendo la figura de un líder político, estratega militar y gran
escritor. Esta faceta ha sido muy poco explorada: la pretensión del tirano de
ser reconocido como un intelectual y el profundo sentimiento de inferioridad y
resentimiento que gobernaron la psique del militar. Creo que la clave para
entenderlo está en el campo académico, intelectual. (…) En sus años de
estudiante desarrolla un fuerte complejo de inferioridad intelectual y a la vez
genera un profundo resentimiento que deriva en venganza una vez que accede al
poder. Eso explica por qué intentó borrar de la memoria a los grandes
intelectuales militares chilenos, hasta el punto de plagiar en uno de sus
libros al general Gregorio Rodríguez Tascón, el profesor al cual le debe el
inicio de su carrera académica. Todo eso obedece a un fuerte complejo de
inferioridad intelectual, y también a un delirio”.
La biblioteca.
“Diez días después del golpe de Estado –afirma Peña–, Pinochet declara
tener una casa, un auto y una biblioteca por un valor de 12 mil dólares, y al
año 2006 tiene aproximadamente 55 mil volúmenes, de un valor estimado en 3
millones de dólares”. Los funcionarios judiciales que realizaron el peritaje
contaron que en los estantes de la biblioteca reinaba un gran caos que incluía
chocolates, regalos sin terminar de abrir y una colección de bustos de
Napoleón. Mantuvo oculto este tesoro bibliográfico, una de las mayores
colecciones privadas del continente americano. Llegó a burlarse de los peritos
pero no confesó que tuvo tiempo de esconder los ejemplares más valiosos
, como
eran algunas primeras ediciones de libros americanos. ¿Cuál fue el dinero
utilizado por Pinochet para adquirir su “pantagruélica biblioteca? Dispuso de
fondos del Estado para comprar volúmenes, “tenía a sus dealers libreros
favoritos que le garantizaban ediciones de lujo y hasta llegó a apropiarse de
libros patrimoniales de museos”. “Pinochet era un hombre muy solitario
–arriesga Peña–, y pasaba mucho tiempo en su biblioteca. Tal vez eludiendo a su
esposa, que era insoportable”. Aunque fue comprada con el uso de fondos
públicos o con el tráfico de armas, una parte de la biblioteca sigue en poder
de la familia; donó en 1989 otra parte al ejército y que la conserva como
Biblioteca “Presidente Augusto Pinochet Ugarte”. La tercera integra los bienes
de la Fundación que “maneja mucho dinero por los aportes de los empresarios
nostálgicos del pinochetismo que tienen mucho poder todavía”. Dentro de estos
600 hay varios que tuvieron un valor especial para el tirano: el libro negro
del comunismo o de derechos humanos en regímenes comunistas. Fue un
coleccionista “compulsivo y enfermizo; más un fetichista que un dictador ilustrado”.
Una anécdota triste. En setiembre de 1976 Jorge Luis
Borges recibió en Chile un título honoris causa y dictó una conferencia que fue
un apoyo a la dictadura en momentos en que “las denuncias por violaciones de
los derechos humanos asfixiaban al régimen chileno”. (…) “Hay un hecho que debe
conformarnos a todos, a todo el continente, y acaso a todo el mundo, dijo en la
conferencia. En esta época de anarquía sé que hay aquí, entre la cordillera y
el mar, una patria fuerte. Lugones predicó la patria fuerte cuando habló de la
hora de la espada. Yo declaro preferir la espada, la clara espada, a la furtiva
dinamita. Y lo digo sabiendo muy claramente, muy precisamente, lo que digo.
Pues bien, mi país está emergiendo de la ciénaga, creo, con felicidad. Creo que
merecemos salir de la ciénaga en que estuvimos. Ya estamos saliendo, por obras
de las espadas, precisamente. Aquí ya han emergido de esa ciénaga. Aquí
tenemos: Chile, esa región, esa patria, que es a la vez una larga patria y una
honrosa espada”. Borges hizo causa política de la visita, de la que luego se
arrepintió. Pinochet, que no lo leía y no tenía sus libros, que despreciaba la
ficción y la poesía, salió muy halagado y favorecido por aquel paso de comedia
que tanto prestigio costó a Borges. Dicen que el Nobel. Los encuentros de
historia o de política que el dictador organizaba para construir su imagen, sin
omitir La Moneda ,
tuvieron su punto más alto.
¿Lector? En una de las declaraciones
judiciales, Pinochet se califica como muy ahorrativo y atribuye el dinero
`extra´ ganado, a los libros y artículos que había escrito. Justifica el dinero
que tiene en cuentas en el extranjero, en su trabajo intelectual. Esas
declaraciones sorprendieron e indignaron tanto como los papeles sin importancia
y las colonias baratas que encontraron los peritos en la revisación de su
biblioteca en tanto Pinochet sonreía socarronamente.
*Sobre este libro, que le valió en
2008 el Premio Nuevo Periodismo de la Fundación
Gabriel García Márquez es entrevistado su autor, en Página 12, por el
periodista Nicolás G. Recorao: “La pluma y la espada”. Fuente:
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/radar/9-9011-2013-07-30.html
(**)
Artículo extraído de Periódico Centenario, de Cardona.
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