Aparecieron cintas en las que
Borges
habla de tango
POR JUAN CARLOS ALGAÑARAZ
En 1965 el autor dio
cuatro charlas, que fueron grabadas. Ahora salen a la luz.
“Carancanfunfa se hizo al
mar con tu bandera…”, tararea Jorge Luis Borges entonando El Choclo. Después
aclara: “Pero la versión que yo conozco es inefable, no puedo repetirla aquí
sin ofender a nadie”. El escritor argentino aludía ante su audiencia a una de
las letras originales del clásico tango que tenía, como tantos otros, tema
prostibulario.
Y añadía: “Le pregunté a
un amigo que significaba ‘ carancanfunfa ’ y me dijo que es el estado de ánimo
de un hombre que se siente carancanfunfa ”. Es la voz de Borges apagada por la
escasa calidad del registro y, a veces, por el ruido del tráfico.
Estamos frente a un
descubrimiento que dio a conocer ayer el diario El País. Son cuatro charlas de
Jorge Luis Borges grabadas en Buenos Aires, durante 1965.
El escritor español
Bernardo Atxaga recibió en 2002 unas cintas de un amigo, José Manuel
Goikoetxea, emigrado a Buenos Aires: se las había entregado un emigrante
gallego, Manuel Román “Kolo” Rivas, en agradecimiento por haberlo hospedado un
tiempo en su casa.
Atxaga las escuchó en su
auto: “Se oían fatal, pero me pareció Borges desde el principio. Las conferencias
no me sonaban de nada y empecé a preguntar. Consulté con una editora, un
aficionado a Borges y en una radio”, recuerda el escritor. Nadie sabía nada. Se
limpió la cinta original y se hicieron seis copias. Pero el tema no despertó
interés.
Diez años después Atxaga
conoce al biógrafo de Borges, Edwin Williamson, que se interesa en el material.
Se trataba de conferencias que Borges pronunció en 1965; la noticia fue
recogida por el diario La
Nación del 30 de setiembre. Pero nunca se encontraron rastros
de las charlas, en total cinco horas de valiosas reflexiones y anécdotas de
Borges y el tango.
Después de escuchar una de
las copias, el hispanista británico comentó que Borges contó sus experiencias
personales en el Palermo “feo” donde compadritos y orilleros protagonizaron
historias y anécdotas que muestras el espíritu de una época de Buenos Aires.
En 2012 Atxaga entregó las
cintas al director de la Casa
del Lector, César Antonio Molina.
Con voz “lenta y algo
cansada” –comenta El País– el autor de “El Aleph” sitúa el origen del tango
alrededor de 1880. “ El pueblo no inventa el tango ni lo impone a la gente
bien. Ocurre exactamente lo contrario... Sale de las casas malas situadas en
todos los barrios de la ciudad... había gente que las frecuentaba para jugar a
la baraja, tomar un vaso de cerveza o ver a los amigos... Un argumento que da
fuerza a esto son los instrumentos iniciales, que no son populares y
corresponden a medios económicos superiores a los de los compadritos: violín,
flauta y piano”.
Señala el periódico
madrileño que “en las cinco horas de disertación se van deslizando guiños
confidenciales, la nostalgia por la Argentina que fue, detalles autobiográficos y el
culto al coraje que comparte con compadritos de leyendas y tangos, capaces de
aceptar un desafío fatal porque va en el código del gremio”.
En las grabaciones, Borges
incluso hace bromas sobre el proceso creativo: “Quizás la única manera de hacer
una obra de arte perdurable sea no tomándola demasiado en serio,
distrayéndola”.
También comenta que los
argentinos abrazaron el tango cuando triunfó en París y otros países. “Hasta
1910 nosotros habíamos percibido pero no habíamos sido percibidos por el mundo.
Ocurren entonces hechos que nos alegran y llega la noticia que nos conmovió a
todos: ¡el tango se bailaba en París! Y posteriormente en Londres, Berlín,
Viena, hasta en San Petersburgo”. Pero hubo reticencias: el Papa, el káiser,
¡la justicia de Ohio! Allí, cuenta Borges, un profesor fue acusado de enseñar
un baile inmoral. Aunque después de desplegar su arte ante el jurado, el tango
fue declarado inocente.
Extraído de: http://www.clarin.com
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