GEORGES BRAQUE, DE LA
BROCHA GORDA AL CUBISMO

En 1907, una exposición
de Cézanne y el encuentro con Picasso pusieron a Braque en la senda del
cubismo, tendencia de la que es cofundador. Desde entonces hasta su movilización
en la Primera Guerra
Mundial, trabajó en estrecha colaboración con Picasso, dando vida a la fase
llamada cubismo analítico (Naturaleza muerta con instrumentos musicales),
y más tarde a la denominada cubismo sintético (Vaso y violín).
A diferencia de Picasso, que plasmó con frecuencia
la figura humana, Braque prefirió, a lo largo de toda su trayectoria artística,
la naturaleza muerta, en la que introdujo novedades significativas, como el
empleo del collage o la incorporación de letras y números. En sus bodegones
cubistas juega con el espectador, invitándole a reconstruir los objetos a
partir de las diversas perspectivas que de ellos introduce en sus obras.
Después de la guerra de 1914-1918, el artista prescindió de los
trazos angulosos y las líneas fuertemente geométricas de su etapa anterior pa
ra
inclinarse hacia la línea curva en un nuevo repertorio de temas: los Guéridons (naturalezas
muertas sobre una mesa redonda), las Pequeñas chimeneas (1919-1927),
las Canéforas (1922) y, sobre todo, los Ateliers (1948-1955),
donde recrea ambientes interiores en clave simbólica. Braque, que fue también
ilustrador, escenógrafo, escultor y grabador, alcanzó un importante
reconocimiento en vida y dejó una profunda huella en el desarrollo de la
pintura.
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