sábado, 8 de marzo de 2014



Al-Khansa, poetisa árabe

Al-Khansa (gacela) coetánea de Mahoma en el siglo VII, vivió gran parte de su vida sumida en el paganismo hasta que su tribu, los Muzar, se convirtieron al Islam. Escribió sus versos en árabe, ayudada por su hija Amra. Los temas que aparecen en su literatura son elegías a la muerte de su padre, de sus hermanos y el luto. La vida en Arabia en el siglo VII se caracterizaba por las guerras constantes entre las distintas tribus de la península, tanto sus hermanos como su padre muerieron en estas guerras. Por si fuera poco de sus tres matrimonios tuvo siete hijos, cuatro de ellos murieron en la batalla de Qadasiya, una de las primeras batallas de la historia del Islam.

Su antología poética se conserva gracias a que los erúditos islámicos las utilizaban para estudiar el Corán:

“El tiempo me ha roído, mordido  y cortado.

El tiempo me ha dañado, me ha herido,

y ha destruido a mis hombres que han muerto juntos.

Esto ha conseguido inquietarme.

No había un puerto para el cruel

Que al igual que el sol halla refugio para el pueblo.

Vimos caballos galopar

y levantando polvo.

Y a los jinetes, con espadas brillantes, y grandes lanzas grises;

¿Aquel que con sus lanzas destroza cuerpos  se convierte en blanco mortal de las espadas?

Derrotamos a quienes pensaban

que nunca serían derrotados.






Ndèye Coumba


Poeta senegalesa que escribió “Filles du soleil” (Hijas del sol), un homenaje a las mujeres en el que muestra su preocupación por la suerte de las mujeres del Senegal y de toda África. Murió en septiembre del 2001.

Mi corazón es ardiente, como abrasador mi sol.

Grande también mi corazón, como África mi gran corazón.

Habitada de un gran corazón, más no puedo amar…

Amar a la tierra, amar a sus hijos.

Ser mujer, más no poder crear;

Crear, no sólo procrear.

Y, mujer africana, luchar.

Todavía luchar, para erguirse antes.

Luchar para borrar la huella de la bota que aplasta.

Señor!…luchar

Contra las prohibiciones, prejuicios, su peso.

Y, sin embargo!…

Seguir siendo Mujer africana, pero ganar la otra.

Crear, no sólo procrear.

Asumir su destino en el destino del mundo

Y aquel que piensa que no se verá perjudicado

piensa en lo imposible.

Evitamos acciones deshonrosas y honramos a nuestros huéspedes.

Y guardamos los elogios (de personas).

Llevamos las armas en la guerra

Y la seda, la lana y el algodón durante la paz . “





Safo de Lesbos (VI a.C.)


Poetisa que nació en la isla de Lesbos. perteneciente a la aristocracia, sufrió un tiempo de exilio en Silicia por un enfrentamiento familiar con el tirano Pítaco de Mitilene.

Mujer de gran belleza, tocaba la lira, con la que acompañaba sus composiciones poéticas. Se casó con un rico comerciante y, al quedar viuda y libre de obligaciones, fundó una escuela para mujeres jóvenes, donde daba clases de literatura, música, danza… No está suficientemente probada la hipótesis sobre el amor que sintió Safo por alguna de sus discípulas.

Platón la consideraba “La décima musa”. Escribió miles de composiciones, llegándonos a través del tiempo una pequeñísima parte, apenas se conservan unas 60. Tras su muerte,  se acuñaron monedas con su busto y los atenienses le hicieron una estatua de bronce.

“Quisiera estar muerta, y no miento;
ella me abandonó entre sollozos
y entre otras cosas me dijo:
“ay , qué terrible es lo que nos pasa,
Safo, créeme que te dejo contra mi deseo”.
Y yo le respondí: ve con bien
y acuérdate de mi,
pues sabes cómo te queríamos;
y si tú no, yo en cambio sí
quiero recordarte…
cuántos bellos momentos disfrutamos;
pues muchas coronas de violetas,
de rosas y también de azafranes
…junto a mí ceñiste,
y con muchas guirnaldas de olor
hechas de flores y trenzadas,
rodeaste tu cuello delicado;
y de abundante y cremoso ungüento
de brento y real perfumabas
a placer tu cabello;
y sobre blandos lechos
junto a suaves…
disipabas el deseo…”

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