Sobre
la guerra y cómo conjurarla
Por
Esteban Lozano
“La
guerra: un crimen contra la humanidad”, de Roberto Vivo —autor de
“Breve historia de las religiones
del mundo”—, es un esfuerzo monumental por
pacificar al hombre.
El
del empresario uruguayo Roberto Vivo es uno de esos libros
inclasificables que, a
priori,
puede parecer que adolecen de una perspectiva naïve
de
la materia sobre la cual tratan. Nada más lejos que la ingenuidad en
la perspicaz mirada del “idealista-de-pies-en-tierra-firme” que
es Vivo. En el prólogo de su obra “La
guerra: un crimen contra la humanidad”,
Vivo aclara que su
principal propuesta es “deslegitimizar” la guerra, y que debemos
considerarla como crimen (“El
hecho de que 9 de cada 10 víctimas de todo conflicto sean civiles
es, a mi juicio, el factor determinante que permite afirmar, sin duda
alguna, que hoy toda guerra debe ser considerada un crimen contra la
humanidad”, señala Vivo). Lo
que sigue a dicho prólogo es un esfuerzo monumental por parte del
autor para ilustrarnos acerca de los cómos y los porqués de esta
práctica que, según afirma, en los últimos 5.000 años fue
permeada por efímeros períodos denominados —a falta de mejores
definiciones—
“paz.” Motivado por una serie de interrogantes
que lo acompañaron desde su adolescencia, Vivo ha escrito —asistido
en su laboriosa investigación por el periodista estadounidense Dan
Newland, además editor y traductor del original al inglés— un
libro al que realmente cabe calificar como imprescindible, puesto que
la materia sobre la que trata no es fácil de hallar en otras
fuentes: la guerra y cómo conjurarla. “La
guerra: un crimen contra la humanidad”
no
se
limita a denunciar o a hacer un mero relevamiento de la violencia y
las guerras que han azotado y azotan al planeta sino que, a la manera
de un vademécum, despliega un menú de genéricos para combatir las
causas de los males que nos llevan a la confrontación armada.
Uno
de los mayores méritos de Vivo es la prosa clara, precisa, amena,
con que transmite sus conceptos. Su escritura —y, por consiguiente,
su lectura— es fluida incluso en los más extensos párrafos, en
cuya redacción otros autores olvidan a menudo al lector al cual se
dirigen, haciéndolo naufragar en un sargazo de información excesiva
muchas veces agravado por una complicada o torpe sintaxis.
Los
títulos de los cuatro extensísimos capítulos que conforman el
libro, y algunos de los subtítulos de las diversas partes en que
cada uno de ellos se divide, dan cuenta de la vastedad de temas en él
tratados: La violencia y el hombre (La
deshumanización del otro, Efectos devastadores de la guerra, Grandes
flagelos producidos por el hombre, Las causas de la guerra, La teoría
de la guerra justa y su superación), La historia de la paz (La era
axial, Celebrar la diversidad), Sociedad abierta y sociedad cerrada
(Liberales versus conservadores, moderados versus radicales,
Fundamentalismo, Secularismo: crisis u oportunidad), La guerra: un
crimen contra la humanidad (Paralelos válidos: esclavitud, tortura y
racismo, Definir la guerra como crimen, Fundamentos legales, El rol
de Estados Unidos en un mundo unipolar, La prevención de conflictos,
El rol de las instituciones y de las organizaciones internacionales,
El papel de la justicia, La Corte Penal Internacional, Dar una
oportunidad a la paz).
Sostiene
Vivo que “hay quienes creen que el ser humano lleva la guerra en su
ADN; que es un ser naturalmente violento inclinado a inventar
enemigos y a exterminarlos. Pero la ciencia contemporánea no está
de acuerdo. Los estudios más recientes demuestran que los primeros
seres humanos no practicaban la guerra de manera habitual e
institucionalizada, porque eran nómades, cazadores y recolectores,
con un muy reducido sentido de la propiedad. Al no tener que defender
lo propio, los conflictos dentro de la comunidad se reducían al
mínimo. Como señala el célebre paleontólogo Richard Leaky, recién
con la agricultura el ser humano se hace sedentario y comienza a
sentir la necesidad de defender la tierra que cultiva. Parece
probable entonces que la guerra se haya originado como una respuesta
social y política a un cambio de circunstancias económicas. En
síntesis, lo que cambió con la transición de la caza y recolección
nómades a la agricultura sedentaria fue la naturaleza de la
sociedad, no la naturaleza del hombre.” Y se apresura a aseverar:
“Otra tajante prueba de que el hombre no es naturalmente violento
es el hecho de que todos los ejércitos del mundo someten a sus
soldados a un duro entrenamiento, tanto físico como psicológico,
para que puedan convertirse en máquinas de matar. Una etapa esencial
de ese adiestramiento es la deshumanización del otro. Es decir, el
objetivo del entrenamiento es que, para el soldado, el supuesto
enemigo pierda su condición de persona. Pero nosotros, los seres
humanos, no estamos preparados para comportarnos como asesinos, y por
eso son miles los casos de soldados que al volver de la guerra
recurren al alcohol, las drogas y hasta al suicidio en búsqueda de
la paz perdida.” En cuanto a las causas
variopintas que determinan el estallido de las guerras, y que
por largo tiempo han sido tema de debate entre antropólogos,
sociólogos, analistas políticos e historiadores, el
autor cita: ausencia de negociación, de identificación, de
voluntad para promover la paz, y ausencia absoluta de principios
humanitarios, así como también el exceso de nacionalismo y la
generación de falsas expectativas. Vivo hace hincapié en que “para
lograr que la guerra sea catalogada como lo que es, ‘un crimen
contra la humanidad’, hace falta un cambio cultural, para esto
necesitamos apoyar el accionar de la Corte Penal Internacional,
fomentando la educación para la paz, y ésta es una tarea en la que
todos podemos contribuir.”
Detengámonos
por un momento en uno de los flagelos que en el mundo actual nos toca
padecer, quizá como nunca antes: el terrorismo. Como su
mismo nombre lo deja entrever, el terrorismo es letal por partida
doble: su finalidad es destruir a su objetivo físicamente, pero
paralelamente, y por efecto multiplicador, destruye la individualidad
de las personas al restringir sus derechos civiles y humanos a
resultas del pánico que induce y mediante leyes y procedimientos
excepcionales implementados, supuestamente, para combatirlo o
neutralizarlo. Vivo afirma en
su blog, Peace,
Justice and the Ultimate Crime
(www.vivoonwarpeaceandjustice.blogspot.com.ar),
que desde
el 9/11 el terrorismo internacional se halla en ascenso y que la
victoria está de su lado. Los hechos que hemos vivido en lo que va
del 2015, con posterioridad a la publicación del libro que nos
ocupa, parecen doblar la apuesta hecha por tal aseveración. En
cuanto a los “procedimientos excepcionales” mencionados más
atrás, Vivo enumera “la suspensión de garantías para los
prisioneros de guerra, la violación por parte del gobierno del
derecho a la privacidad en las comunicaciones por teléfono y por
correo electrónico, presiones aplicadas a los medios, arrestos
arbitrarios y sin establecimiento de cargos por una corte penal, el
uso limitado de torturas tanto dentro como fuera de su territorio,
además de la implementación de tácticas bélicas que violan no
sólo las tradiciones nacionales sino también las Convenciones de
Ginebra y Viena.” También trae a cuento un dato tan acertado como
ilustrativo: cuando al general carabinero italiano Carlo Dalla
Chiesa, a cargo de las estrategias antiterroristas de Italia para
enfrentar a las Brigadas Rojas en la década de 1970, le pidieron que
utilizara la tortura para descubrir el paradero del primer ministro
italiano Aldo Moro —secuestrado y luego asesinado—, respondió:
“Italia podrá sobrevivir a la pérdida de Aldo Moro pero no
sobrevivirá a la implementación de la tortura.” Así, Dalla
Chiesa señalaba que violar el imperio de la ley conlleva el peligro
de convertirse uno mismo en algo parecido a ese rival artero y no
tradicional al que se combate. También una escena de la película
“Espartaco” (Stanley Kubrick, 1960) ilustra perfectamente este
pensamiento: los esclavos se rebelan contra sus opresores y toman la
escuela de gladiadores en que son brutalmente entrenados. Un grupo de
sublevados, para desquitarse, quiere obligar a dos de los romanos,
ahora cautivos, a pelear entre ellos a muerte. Espartaco se opone,
alegando que si no deponen su actitud también ellos, los oprimidos,
se convertirán en aquello que aborrecen (firmaba el guión de
“Espartaco” alguien que algo sabía sobre la restricción de los
derechos civiles y humanos mediante el pánico y las leyes y
procedimientos excepcionales: Dalton Trumbo, uno de los tristemente
célebres “Diez10 de Hollywood” durante el maccarthismo).
Afirma
Vivo que el mensaje de Dalla Chiesa “debería ser una admonición
para EEUU y otras democracias occidentales, que alguna vez sirvieran
de ejemplos morales y éticos para el mundo y que tenían en claro
que si se permitía la violación de los derechos civiles y humanos
de una sola persona, peligrarían los derechos de todos. No importa
la magnitud de la amenaza.” Y a continuación agrega: “Cuando no
se protege la libertad se resiente la esencia misma de la
democracia”, aseveración que le permite meterse de lleno en uno de
los temas centrales de su libro: la guerra en general y la conducción
que los EEUU hacen de sus guerras desde los sucesos del 9/11 en
particular, cuyos métodos son también aplicables a los que emplean
otras democracias de occidente.
Como
señala el ex-fiscal en Jefe de la Corte Penal
Internacional Luis Moreno Ocampo (una de las eminencias que prologan
el libro de Vivo, junto con el ex-presidente
de la República Oriental del Uruguay Julio María Sanguinetti, el
ex-fiscal en los Juicios de Nuremberg Benjamin Ferencz,
el renombrado mediador, autor y disertante William Ury y el autor
del best-seller “Megatrends”, John Naisbitt): “Este
libro es necesario, pero abarca tantos campos de conocimiento que no
lo podía escribir un académico que debe agotar cada detalle de la
discusión científica. Hay tanta información y análisis que no
puede ser analizado desde una sola disciplina.”
Moreno
Ocampo no exagera: así de multifacético, ecléctico, ambicioso,
profundo, extremadamente documentado y sorprendente es “La
guerra: un crimen contra la humanidad”.
Y puestos a hablar de
crímenes… sería inconveniente añadir a la lista de los muchos
que el hombre comete el de no leer este valiente e imprescindible
libro de Roberto Vivo.
“La
guerra: un crimen contra la humanidad””,
de Roberto Vivo. Versión impresa: Hojas
del Sur, 2014. También disponible como libro electrónico, tanto en
español como en inglés —War:
A Crime Against Humanity—,
para Kindle y Nook y en varios formatos a través de Smashwords.
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(*)
Esteban Lozano nació en Buenos Aires en 1957. Obras: las novelas
“Procurar antes perecer”; “Las crónicas madacasianas”; “El
clan del Homo Lumpen” y “Las aventuras del Dr. Infante”.
“HOLOween y otras historias del cercano mañana” (cuentos) y
“Los Amantes de Shakespeare” (teatro).
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