A un año de la partida del Prof. Manuel
Santos Pírez
El
Prof. Lic. Oscar Padrón Favre evoca la figura
del prof.Manuel Santos Pírez, a un año de su
fallecimiento. “Su trayectoria debe ser también motivo de orgullo para
todo el país”.
Un año atrás fallecía en Mercedes el profesor e investigador
Manuel Santos Píres. Las crónicas de la prensa local transmitieron el impacto
que su partida provocó en la población mercedaria y su féretro cubierto por la
bandera departamental, rodeado de una muchedumbre, era testimonio elocuente que
la escéptica frase “nadie
es profeta en su tierra” felizmente ha tenido siempre muchas
excepciones entre nosotros.
No me encontraba
entonces en el país y cuando me enteré decidí postergar para otro momento
escribir unas líneas sobre Manuel, con el propósito de dar testimonio de
amistad y, especialmente, de mi aprecio por sus valores intelectuales
como destacada figura de la cultura del país, especialmente si a ese concepto
le damos la amplitud suficiente para abarcar lo que ha nacido y nace en la
totalidad del territorio y no sólo lo montevideano.
Conocí a Manuel unas tres décadas atrás, gracias a otro mercedario
singularísimo, el Dr. Alfonso Fernández Cabrelli, quien de forma quijotesca
editó en Montevideo desde 1983 - y por más de una década - la prestigiosa
revista Hoy es Historia. Sobre
la base de esta exitosa publicación, Fernández Cabrelli y un grupo de
colaboradores organizaron desde 1985 los Encuentros Nacionales y Regionales de
Historia, movimiento que por varios años constituyó una experiencia de
integración de investigadores de todo el país y la región rioplatense tan
original como fecunda.
Manuel Santos Pírez participó desde los inicios en ese movimiento
realmente nacional y gracias a eso iniciamos nuestra amistad, porque uno
de los principales frutos de esa Revista y los Encuentros fue promover la
interrelación entre los investigadores que de forma bastante aislada hasta
entonces trabajaban en los distintos departamentos del interior. Recuerdo con
que afecto y atenciones nos recibió Manuel y los demás integrantes del Centro
en abril de 1986 cuando se realizó en Mercedes otro Encuentro de Historia
impulsado por Hoy
es Historia y Fernández Cabrelli, naciendo en esa
oportunidad la Coordinadora Nacional de Historia y Estudios Conexos.
Para entonces Manuel ya ostentaba más de un cuarto de siglo de trayectoria como
investigador de la historia y genealogía de la población de su amado
departamento de Soriano, pasión que lo había llevado a fundar junto a los
profesores Washington Lockhart (figura excepcional de la cultura del país), Telésforo
Book y otros sorianenses el Centro de Investigaciones Históricas
(posteriormente Centro Histórico y Geográfico de Soriano) y la publicación de
la Revista Histórica de Soriano. Sin duda ambas obras, el Centro (que el año
próximo cumplirá 60 años) y la Revista (con 41 números editados según nuestro
conocimiento) constituyen dos expresiones señeras y sin parangón en el contexto
de la cultura del interior del país, pues ninguna institución similar ha
alcanzado tan prolongada trayectoria ni una densidad de producción intelectual
de auténtica valía como la que ostenta. Tal vez no todos los sorianenses sean
conscientes de lo que el Centro representa para la historia cultural del
Uruguay como tampoco, en mi opinión, ha merecido de las autoridades nacionales
la atención necesaria.
De ese Centro y de su Revista Manuel Santos Pírez fue uno de los horcones
fundamentales, no sólo por su permanente producción sino por su constante
bonhomía y espíritu fraterno, inclinado a la colaboración, la unión y el trabajo
asociado. Cómo no destacar, también, las destacadas figuras del Prof.
Eduardo Galagorri y el Esc. Alfonso Arias en esa admirable hazaña de conservar
una institución de esas características a través de tanto tiempo,
dedicada desinteresadamente a la recuperación de la memoria colectiva y
el patrimonio de una parte importante del territorio nacional.
¡Si habrá enfrentado el Centro desafíos y adversidades de todo género…. sin
embargo sus tripulantes supieron conducir la nave y mantenerse navegando
obteniendo siempre nuevos logros!
Los fundadores del
Centro en el primer número de la Revista Histórica, casi con lenguaje de
Manifiesto, exponían: “Sin
conciencia del pasado, no se tiene conciencia del presente. Un pueblo no es un
conjunto de casas ni una aglomeración de personas; es, en primer lugar, un
espíritu común”. Y a colaborar en la “construcción” de ese
espíritu común se abocó Manuel y sus compañeros por décadas.
Manuel lo hizo, casi hasta su partida final, desde el
Centro; desde la Revista; desde los libros y numerosos artículos publicados en
el país y el extranjero; desde las aulas de los centros de enseñanza que
integró como docente e incluso dirigió; desde las otras instituciones de
investigación histórica y genealógica que se honraron con tenerlo como miembro;
desde sus innumerables conferencias y charlas brindadas en tantos
lugares; también recordándole a los poderes públicos e instituciones locales
que próximamente se conmemoraba tal o cual aniversario y, muy especialmente,
desde su casa. Su casa de la calle Roosevelt No. 333 cuyas puertas abrió una y
mil veces para recibir con una sonrisa a alumnos, docentes, instituciones,
investigadores o vecinos que acudían a él para obtener una orientación
bibliográfica o un libro difícil de hallar; un dato histórico; una búsqueda de
antecedentes institucionales; pistas para iniciar un árbol genealógico; un
documento que verificase la existencia de un comercio o industria para iniciar
un expediente jubilatorio y tantas y diversas consultas que reciben en una
ciudad aquellos que se dedican a recuperar la memoria de las sociedades locales
y se abren generosos para compartir sus conocimientos con quienes lo solicitan.
Su amor por Soriano y su historia fue también un compromiso de sangre, pues
ostentaba con orgullo que de lejos venía el arraigo de sus antepasados a esas
tierras, incluso destacando la presencia de una mujer indígena oriunda de las
Misiones. Cuando publiqué “Sangre
indígena en el Uruguay” (1986) al poco tiempo me escribió para
informarme de esa raíz indígena que corría por sus venas y desde entonces
intercambiamos cartas y obsequios de publicaciones. Releyéndolas encuentro sus
constantes solicitudes de información sobre algunos personajes característicos
de nuestro siglo XIX que por su agitada vida guerrera, comercial o intelectual
actuaron en diversos departamentos del país, en este caso en Soriano y Durazno.
Las trayectorias ejemplares de Manuel Santos Pírez y el Centro Histórico
y Geográfico de Soriano - indisolublemente unidas y ambas dignas de mayor
estudio – no las concebimos como frutos de la casualidad, sino que
reconocemos causas profundas que le dieron vida y las sostienen, energías
casi invisibles y difíciles de demostrar para una concepción excesivamente
empirista de la existencia. Esas tierras del oeste de nuestro país, bañadas por
el río Uruguay jugaron siempre un papel decisivo desde el fondo de nuestra
historia - por eso me gusta denominarlas tierras de los inicios, tierras de los momentos fundadores- tanto
en las épocas más lejanas como en otras bien cercanas. Nuestros verdaderos
inicios nunca estuvieron en el sur –como se intenta muchas veces imponer en el
imaginario nacional – sino, la mayor de las veces, en el oeste. Y las gentes de
esas tierras, teniendo como principal matriz social la reducción india de Santo
Domingo Soriano, han expresado siempre un especial sentido de lo oriental, de
lo americano que parece abrevar, de forma consciente o no, en esa profunda
fuente donde se mezclan la sangre, las historias de vida de sucesivas
generaciones, sus tradiciones y costumbres.
El Profesor Manuel Santos Pírez buceó en ellas por décadas, las conoció como
pocos y sintió la misión de ir en su búsqueda para rescatarlas y difundirlas
generosamente entre todos los sorianenses. En esa labor paciente y sin
pausa contribuyó a fortalecer sentimientos colectivos de arraigo, pertenencia y
orgullo que – aunque imperceptiblemente – son siempre nutrientes positivas para
el crecimiento auténtico de una sociedad. Fue docente con mayúsculas:
donde se encontrara era ámbito apropiado para enseñar y transmitir su
saber y enamoramiento por las cosas de su tierra.
Los
sorianenses son conscientes de esa siembra y pueden sentirse reconfortados de
habérselo demostrado en vida y en el momento de su partida. Su
trayectoria debe ser también motivo de orgullo para todo el país.
Prof. Lic. Oscar Padrón Favre
Director de Museos de la
Intendencia de Durazno.
Miembro del Instituto
Histórico y Geográfico del Uruguay
www.agesor.com.uy
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