Cuatro
semanas bélicas sobre Dolores:
febrero 1904
Roberto Sari Torres
1°- Los insurgentes
blancos toman por la fuerza la
ciudad. La guardia militar colorada huye
hacia Mercedes. Dolores se
adorna y se viste de planco
(flores y ropas blancas en las
vestimentas).
2°- Luego los
colorados retoman la ciudad y la guerrilla enemiga huye al Sur,
y en Dolores reaparece, dominante
el color colorado (flores,
gallardetes, vestimenta, etc.).
3°- Los combatientes saravistas se
refuerzas y a la semana retornan
a desalojar a los hombres del gobierno de Batlle. La guarnición
atacada huye a Mercedes, que, “mascando” una seguidilla de
sucesos adversos, no
podía resignarse a tal situación. Con el inicio de la última semana de
aquel viejo febrero, los colorados
desalojan a los ocupantes guerrilleros hasta el otro lado del Arroyo Espinillo,
donde en sus pastizales caen las últimas
gotas de sangre derramada en ataques y retiradas
durante aquel mes del caliente verano
urguayo del “cuatro”.
Entones culminaba la
construcción del Reloj Municipal
frente a la Plaza Constitución por calle Sotura. Pero su construcción sirvió de perímetro para calabocear
a algún dirigente blanco, mientras
la borrasca de la guerra civil
cruzaba por las calles y baldíos citadinos del pueblo de 103 años.
Pasados los días
turbulentos, el 22 de setiembre de 1904
se inaugura el elegante prisma, bien
revocado, con el ojo del tiempo de su
reloj, que iluminada su
esfera amarrillea mirando al suroeste, a la estatua ubicada en el centro de la Plaza Constitución: “La China de la
libertad”, cuyo broncíneo cuerpo y espada en alto,
mirando al Sur Oeste, homenajea al primer encuentro de armas ante los
invasores luso-basileros “dueños”
tiránicos de la Banda Oriental, contra quienes los “33
Orientales” con Lavalleja al mando,
hicieron la cruzada libertadora sosteniendo
el primer hecho triunfal de sus armas,
en la bélica “Acción de Dolores”
sostenida sobre la ruta 96, a 4
kilómetros y medio del centro de Dolores,
repecho donde en ocasiones en sus mástiles
suelen ondear las banderas
nacionales saludando el hecho.
El abatir del tornado
(F3) del 15 de abril de 2016 destruyó el centro de Dolores, abatiendo todo
a su paso. El prisma del reloj municipal
aparentemente quedó intacto y la “China de la Libertad” sólo perdió la mano
armada y la espada que la sostenía apuntando al cielo, en medio
de su bravía resistencia contra el abrazo mortal de un ciclón
aniquilador. Aferrada
firmemente por la mano
quebrada cayó la espada al suelo y
pocos días después la mano
ramada de la libertad de la
Patria, volvió a apuntar al cenit de
nuestros destinos.
Así aquel candente
Febrero del “4” aquí en Dolores,
hacía presumir el carácter que los demás demandarían a un año insurgente, en
un país que aún arrastraba el lastre sombrío
y sanguiento del Siglo XIX.
Este fragmento bélico
escenificando en la Dolores del
río San Salvador, en las
fuerzas coloradas militaba
una mujer soldado del escuadrón de
cívicos como “la china Sargento”, convertida por las páginas de la prensa
en una celebridad.
“La patria no es un grupo de mercaderes, que han hecho de las prerrogativas ciudadanas, nubes que el viento lleva”, decía
Aparicio Saravia… Tenía razón, era
verdad.
Florencio Sánchez, guerrillero blanco también decía:
que la revolución sólo sirvió para
agrandar los cementerios… y
también tenía razón, era verdad
y ni que decir del dolor humano,
familiar y social que
quedaba tras el último suspiro de
un guerrillero y su sangre tiñiendo el pastizal.
Por donación
vecinal el Municipio doloreño
inaugura festivamente el referencial
torreón del reloj. Así se inició en la
primavera de 1904 (setiembre) la cuenta
“a la vista” de un nuevo tiempo,
lleno de esperanzadora y duradera
paz civil; sin retumbar
de cargas de caballerías y tronar
de cañones y fusiles, ni gemir de heridos, ni penas, ni más
llanto de mujeres y niños.
Con los años , al pasar el carrillón del reloj municipal sonaba señalando el paso
pachorriento de las horas urbanas, alejándose cada vez más de los funestos días
del naciente siglo XX, ya maloliente a
muertos, pobrecitos, por nada más que un lugar en los cementerios viejos a decir de Florencio Sánchez, el dramaturgo guerrillero saravista que sostenía que en Uruguay sólo existían dos partidos políticos, el de
los que están debajo de la pata de los que están arriba, y el de estos, dueños de todo.
El evocársele hoy, aquel ayer no parece tener otra dimensión más que no sea el retrato de
un suceso de otra y vieja realidad de
los años enterrados en el “nunca me
enteré ni lo vi en ninguna página”. Más de un
siglo es un espesor respetable para que
algo se filtre fácilmente ¿No? ¿Sigue
en pie lo de Aparicio: que hay quienes solo ven a la Patria como una mercancía capaz de venderse o
comprarse al mejor postor. O el
concepto de Florencio Sánchez, del
existir solamente partidos de los que están arriba poniéndole la pata encima a los que están abajo (los más
pobres sin dudas).
La interrogante queda en pie. En tanto tras el combatir
de 1904 y los simbólicos hitos de la
Plaza Constitución: “La china” y el reloj
municipal, la cuenta de tiempos mejores, de paz y justicia y todo lo que
se requiere para alcanzar lo mejor y más justo,
aún tienen que cerrar sus
balances inconclusos: las puertas rotas ausentes reparadas tras el paso brutal de tempestades
de siglos, de la impredecible humanidad.
Tal ha sido la historia de cuatro semanas de guerra civil que para que no se hunda en el olvido eterno, cada
tanto en mi sube un
momento a la memoria para prontamente volver a las penumbras donde se irán perdiendo los
perfiles y los datos, inevitablemente.
(*) fotos: Aldo Roque Difilippo
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