lunes, 10 de julio de 2017

Cuatro semanas  bélicas sobre Dolores:  
febrero 1904



Roberto Sari Torres


1°- Los insurgentes  blancos toman por la  fuerza la ciudad. La guardia   militar  colorada huye  hacia  Mercedes.  Dolores se  adorna y se viste de  planco (flores y ropas blancas en las  vestimentas).
2°- Luego  los colorados  retoman la ciudad  y la guerrilla enemiga  huye al Sur,  y en Dolores reaparece, dominante  el color  colorado (flores, gallardetes, vestimenta, etc.).
3°- Los combatientes saravistas  se  refuerzas  y a la semana retornan a  desalojar  a los hombres del  gobierno de Batlle.  La guarnición  atacada huye  a Mercedes,  que, “mascando”  una seguidilla  de  sucesos  adversos,  no  podía  resignarse  a tal situación.  Con el inicio de la última semana de aquel  viejo febrero,  los colorados  desalojan  a los ocupantes guerrilleros  hasta el otro lado del Arroyo Espinillo, donde en sus  pastizales caen las últimas gotas   de sangre  derramada en ataques  y retiradas  durante aquel mes del  caliente   verano urguayo del “cuatro”.
Entones culminaba la  construcción del Reloj  Municipal frente a la Plaza Constitución por calle Sotura. Pero  su construcción sirvió de perímetro para  calabocear  a algún dirigente blanco, mientras  la borrasca de la guerra civil  cruzaba por las calles  y  baldíos citadinos del pueblo de 103 años.
Pasados  los días turbulentos, el  22 de setiembre de 1904 se inaugura el elegante prisma,  bien revocado, con el ojo del tiempo  de su reloj, que  iluminada  su  esfera  amarrillea mirando  al suroeste, a la estatua   ubicada en el centro  de la Plaza Constitución: “La China de la libertad”, cuyo  broncíneo  cuerpo y espada en  alto,  mirando  al Sur  Oeste, homenajea  al primer encuentro de armas ante los invasores  luso-basileros “dueños” tiránicos de la  Banda Oriental,  contra quienes  los  “33 Orientales” con  Lavalleja al mando, hicieron  la cruzada libertadora sosteniendo el primer hecho triunfal  de sus  armas,  en la bélica “Acción de Dolores”   sostenida sobre la ruta 96, a  4 kilómetros  y medio del centro de Dolores, repecho donde  en  ocasiones en sus  mástiles  suelen ondear las  banderas nacionales saludando el hecho.

El abatir del tornado  (F3) del 15 de  abril de 2016  destruyó el centro de Dolores, abatiendo todo a su paso. El prisma del reloj  municipal aparentemente quedó intacto y la “China de la Libertad” sólo perdió  la mano  armada y la espada que la sostenía apuntando al cielo,  en medio  de su  bravía resistencia  contra el abrazo mortal de  un ciclón  aniquilador.  Aferrada firmemente   por  la mano  quebrada  cayó la espada  al suelo y  pocos días  después  la mano   ramada de la  libertad de la Patria,  volvió a apuntar al cenit de nuestros destinos.
Así aquel candente  Febrero del “4” aquí  en Dolores, hacía  presumir el carácter que  los demás demandarían a un año insurgente, en un país que aún arrastraba el lastre sombrío  y sanguiento del Siglo XIX.
Este fragmento bélico  escenificando en la Dolores del  río San Salvador, en las  fuerzas   coloradas  militaba  una mujer soldado del escuadrón de  cívicos como “la china Sargento”, convertida por las páginas  de la prensa  en una celebridad.
“La patria no es un grupo de mercaderes, que han  hecho de las prerrogativas  ciudadanas, nubes que el viento lleva”, decía Aparicio Saravia…  Tenía  razón, era   verdad.
Florencio Sánchez, guerrillero blanco también decía: que la revolución sólo  sirvió para agrandar los cementerios…   y también  tenía razón, era   verdad  y ni que decir del dolor humano,  familiar  y  social que  quedaba  tras el último suspiro de un guerrillero  y su  sangre tiñiendo el pastizal.
Por donación  vecinal  el Municipio doloreño inaugura festivamente  el referencial torreón del reloj. Así  se inició en la primavera de 1904 (setiembre) la cuenta   “a  la vista” de un nuevo tiempo, lleno de  esperanzadora y duradera paz  civil;  sin retumbar  de cargas de caballerías y tronar  de cañones y fusiles, ni gemir de heridos, ni penas,  ni  más llanto   de mujeres y niños.

Con los años , al pasar el carrillón del reloj  municipal sonaba señalando el paso pachorriento de las horas urbanas,  alejándose cada vez más de los funestos días del naciente siglo XX, ya maloliente a  muertos, pobrecitos, por nada más que un lugar  en los cementerios viejos a decir  de Florencio Sánchez, el dramaturgo  guerrillero saravista que  sostenía que en Uruguay  sólo existían dos partidos políticos, el de los que están debajo de la pata de los que están arriba, y el de estos,  dueños de todo.
El evocársele hoy, aquel ayer  no parece tener  otra dimensión más que no sea el retrato de un suceso de otra  y vieja realidad de los años enterrados en el  “nunca me enteré ni lo vi en ninguna página”. Más  de  un siglo es un espesor  respetable para que algo se  filtre fácilmente  ¿No? ¿Sigue  en pie lo de Aparicio: que hay quienes solo ven a la Patria como una   mercancía capaz de venderse   o  comprarse  al mejor postor.  O  el concepto de Florencio  Sánchez, del existir solamente  partidos  de los que están arriba poniéndole  la pata encima a los que están abajo (los más pobres sin dudas).
La interrogante queda en pie. En tanto tras el combatir de 1904 y los simbólicos hitos  de la Plaza Constitución: “La china” y el reloj  municipal, la cuenta de tiempos mejores, de paz y justicia y todo lo que se requiere para alcanzar lo mejor y más justo,  aún tienen que cerrar sus  balances inconclusos: las puertas rotas ausentes  reparadas tras el paso brutal de tempestades de siglos,  de la impredecible   humanidad.

Tal ha sido la historia de  cuatro semanas  de guerra civil que para que  no se hunda en el olvido eterno, cada tanto  en mi  sube un  momento a la memoria para prontamente volver   a las penumbras donde se irán perdiendo los perfiles y los datos, inevitablemente.




(*) fotos: Aldo Roque Difilippo

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