Amanda Berenguer
(1921-2010)
Hace muy poco, el 13 de julio, murió Amanda Berenguer, integrante de la Generación del 45 que desarrolló una vasta trayectoria literaria: “La invitación” (1957), “Contracanto” (1961), “Quehaceres e invenciones” (1963), “Declaración conjunta” (1964) y “Materia prima” (1966), “Identidad de ciertas frutas” (1983), “La Dama de Elche” (1987), “La botella verde” (1995), “El pescador de caña” (1995); entre otros libros publicados.
Es bueno recordarla desde su voz más auténtica; sus poemas.
Circunstancia /65
No podría hablar desde la ventana ni balconear
esta lucha a muerte por la vida ni tener
tan seguras las espaldas ni vivir de milagro
para salvar el pellejo qué tenaz
esta mala conciencia este clavo
incrustado blandamente al rojo que cuando rayos
nos atizan disparamos nuestros domésticos bichos
asustados sin atinar a quién echar las culpas
huele a quemado el propio aliento
también la pulpa las barbas del vecino
involucrados todos avivando en boca de lobo
el despabilado desconcierto todos país por medio
ciudades del interior a secas campo pelado
vacas a la miseria ovejas trasquiladas
pesado Montevideo al agua testigo sordo el río
de la plata inoxidable y nosotros en tierra
ciudadanos sin saber qué hacer sin buscar
dónde sin hallar cómo.
La carta
E
en la pared ambigua del recipiente
que me contiene
unas veces adentro
otras veces afuera
sin levantar el bolígrafo
escribo una carta infinita
El vidrio negro
El cono de la lámpara me pone a foco
más cerca
más nítida
me veo y me ven
la imagen con fantasma ajustará sus círculos
y no sé si cubrirla ya con un paño de lágrimas
el recuadro de una silla enmarca la lluvia
sobre el vidrio negro
el árbol en lo oscuro
inclina del otro lado sobre mi hombro
su brillo cubierto de hilos
- la ventana es un ojo
un dragón de tinta-
esa torcaza colgada a mis espaldas
proyecta una espiral amarilla
y mostacillas de fósforo le queman las alas
- se repite-
el vidrio negro nos envuelve malignamente:
la ventana es una célula encapuchada
una mirada fotográfica
un revólver
el cono de la lámpara me pone a foco
está sentada vestida de rojo escribiendo
mira de vez en cuando la ventana
la lluvia sobre el vidrio negro
le apuntan:
es un blanco perfecto
scribo una carta infinita
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