sábado, 1 de enero de 2011

Desempolvá el walkman: vuelve el casete

La vanguardia de la música mundial recupera el formato cinta y Beck lleva la bandera. ¿Mejor calidad de audio real o trofeo snob?

Por Oscar Jalil

En el desván de los objetos preciados, los casetes todavía permanecen como esa memoria tangible de los dorados 80 y los primeros 90. Están perdidos en las habitaciones de la adolescencia, porque en los últimos quince años casi nunca sobrevivieron a las mudanzas y terminaron en la casita de los viejos junto a las chucherías que resisten el olvido definitivo. Tal vez por eso no sorprende la noticia susurrada que llega desde el norte, el anuncio de un regreso en plena bacanal de descargas gratuitas y vidas iPod: nuevas bandas influyentes como los Dirty Projectors y Deerhunter editaron sus últimos trabajos en casete, Beck planea lanzar ediciones seudo piratas con nuevo material en cinta magnética y Thurston Moore, de Sonic Youth, no se cansa de repetir que él sólo escucha música en ese formato, ya obsoleto. Ninguno de estos datos puede inclinar la balanza hacia una resurrección de las carcasas plásticas, pero todavía queda mercado para el casete y de a poco revela tantas razones de rescate como aspectos de índole afectiva, y hasta de amable esnobismo.
En escala mundial, el casete vivió su edad de oro en la década del 80. En 1985 alcanzó al vinilo en números de ventas y poco a poco fue perdiendo peso. Queda como hito el C86, un compilado de rock emergente británico con la curaduría del semanario New Musical Express y el sello independiente Rouge Trade, con nombres esenciales como Primal Scream, The Wedding Present, McCarthy y The Pasteles, entre otros. En 1992, la proliferación del CD eclipsó al casete y comenzó una lenta caída hasta llegar a 2003, cuando la mayoría de las discográficas multinacionales dejaron de fabricarlo. Sin embargo, siguió con vida dentro del mercado exiguo de la música experimental, el noise y el indie-rock más radicalizado. En esas coordenadas aparecen las señales de permanencia: bajos costos de producción y edición, diseño artesanal y algunas ventajas de sonido.
"Me interesa la idea de escuchar en una calidad de audio olvidada, ni mejor ni peor a mi entender, de hecho es impresionante detectar la ganancia que tiene un casete «bien grabado»", planta bandera el cantautor argentino Aldo Benítez, que acaba de montar el sello-boutique Spit On BPM, dedicado exclusivamente a editar en ese formato. Como productor, Benítez acaba de sacar el compilado Mujeres Planta Total: "Este casete une proyectos de improvisación [el dúo noisepop Rock Set, que compartía con Coiffeur] con proyectos de programación en laptop [Ismael Pinkler, Londres] como también temas de un solo instrumento [Robocopodenieve]".
Desde Morón y con un historial de proyectos inquietos que incluyen también a Dani Umpi y Marcelo Fabián, el chico que suele acompañarse con instrumentos de juguete trabaja desde su blog la idea de "escupir en el tiempo", del cineasta y escritor Andréi Tarkovsky. "La idea es escapar a la rigidez del metrónomo en la música, confiar más en las rejillas liberadas, en el pulso humano no tan mediatizado." De ahí a la edición de casetes hay un paso. "Entiendo que hay una forma más popular o dominante de apreciación de la música. Desde la llegada del iPod nunca tuve necesidad de entender la mía con respecto a eso. Y a pesar de que estoy seguro de que en algo me ha afectado -tengo iPod y descargo música-, creo que lo sigo combinando con las formas anteriores a ésta: compro cds, casetes, vinilos, grabo, cambio, pido prestado.", señala Matías. "Al final, lo que siempre siento es que todo se va sumando. Hoy es posible encontrar más ediciones que hace un tiempo, pero nunca se dejó de publicar en casetes. En Estados Unidos, Finlandia, Japón o Sudáfrica siguieron publicando en ese formato."
Entre los sellos caseteros se destacan Alku y Ozono Kids. La mayor ventaja sigue estando en los costos; fábricas en Alemania e Inglaterra ofrecen precios muy accesibles y diseños que mejoran en calidad e imaginación. Sin embargo el casete mantiene su condición desechable y esa anomalía lo vuelve cercano, único, intransferible. Un recurso posible: "Por su propia naturaleza, el casete plantea esa idea de pre-basura que me parece muy provocadora, y sobre todo muy estimulante en el contexto actual de la música", concluye Aldo Benítez. A desempolvar el minicomponente o el walkman, y a mirar cómo el soporte analógico gira lento por el visor de la cinta, como una rara invención capaz de frenar el tiempo.


* Fuente www.rollingstone.com.ar


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