viernes, 22 de abril de 2011


La vera historia de por qué el señor feudal dejará la comarca en el estado en que se encuentra


Ángel Juárez Masares

Nuestro periplo por el medioevo, pero sobre todo la curiosidad, hizo que preguntáramos a algunos campesinos acerca de la ubicación de la pequeña comarca cuyos relatos habíamos conocido a través de antiguas escrituras.
Nos referimos a los dominios del Señor feudal que reinaba sobre su pueblo desde un coqueto y antiguo Palacio.
Sencillo resultó encontrarla, puesto que era la única donde los siervos del Señor (cual masculinos émulos de Penélope) remodelaban constantemente la plaza de la aldea. Una vez terminados estos trabajos, los obreros se dedicaban a reponer las losas de un lugar que habían dado en llamar: Pea Tonal (PEA por Piedras En Arreglo, y Tonal, porque todos los veranos allí se juntaban juglares llegados de otras tierras a cantar y tañer sus laúdes). Según algunos aldeanos muy observadores, esta tarea de nunca acabar servía de castigo a los siervos que eran descubiertos “haciendo sebo”, que en la jerga local significaba “no hacer nada”, y que en realidad era el estado permanente de los Caballeros y Nobles.
Muchas son las historias que recogimos, pero ninguna tan sorprendente como la de los personajes que rodeaban al Señor, que eran tan…pero tan inútiles que jamás pudieron cumplir a cabalidad ninguna encomienda que se le solicitara.
Cuentan que uno de ellos comenzó como estercolero en las caballerizas, pero jamás pudo ascender a paje porque no fue capaz de ensillar un asno en forma correcta.
Otro no pudo trabajar en el scriptorium porque no aprendió a diluír la tinta ni a sacarle punta a las plumas de ganso, y otro que fue designado para vigilar la Sala de los Cuadros, terminó tirando a la basura la paleta del insigne pintor Peterblan Esviale ¡porque estaba sucia!
Por supuesto que la Junta de Notables de la mayoría de las cosas no se enteraba, y cuando lo hacía no pasaba nada porque tampoco eran lo que se dice, Caballeros brillantes no mucho menos. Baste la descripción de uno de ellos para conocer el resto. Se trataba de un jovenzuelo regordete que tenía veleidades de bufón, y andaba día y noche con un chambergo con el ala hacia la nuca. Este personajillo solía mendigar pequeños objetos que luego obsequiaba a los niños de la aldea, aunque aseguran que nada le importaban, y sólo lo hacía para que el vulgo dijera: ¡Oh!...que gran y hermoso corazón tenéis! (algunos cientos de años mas tarde esto pasaría a ser: demagogia barata).
Pero como venía ocurriendo desde la lejana Roma, el pueblo tenía siempre mucho circo. Tanto que no le dejaba tiempo para pensar que no tenía pan.


Moraleja:
               No culpéis de vuestras desdichas al amo, porque su ojo engordará siempre a su caballo. Buscad las razones de vuestra hambre en tu propia resignación a ser lacayo.

2 comentarios:

Alfredo Saez Santos (Charo) dijo...

...."tirando a la basura la paleta del insigne pintor Peterblan Esviale ¡porque estaba sucia!"...
¡No! ¿Es cierto o es solo por joder?

aldo difilippo dijo...

Profesor, la realidad supera ampliamente la ficción en el feudo sorianense. Esa anécdota es rigurosamente verdadera.
Aldo