No importan los fríos ni las canículas más atroces...ni el hombre que pase indiferente, ni la oscuridad que pueda ocultarla en la noche. Ya fue creada y está ahí para quien sepa verla. Puede ser un bloque de cemento para algunos, para otros será un árbol-corazón, o un corazón-árbol. Nadie se asombre si un día de estos sangra, o florece... porque nació de las manos de Carlos Larregui, y está en San Gregorio de Polanco.
Es un “Homenaje a la vida”.
Abundar en palabras para mostrarle al mundo la obra de Carlos sería tarea imposible, además de irreverente.
En su taller “Keramos”; en ese lugar rodeado de agua y vegetación de belleza sin par, lo hemos visto poner la arcilla sobre el torno y sacar un par de manos de algún lado para darle forma. Y mientras sube esa tierra que un momento antes fue sólo barro, sus manos parecen más ajenas aún.
La punta de los dedos casi no tocan la materia al llegar a la cima, y la pieza –perfecta- ha surgido como por encantamiento.
-Muchas veces no nos podemos comunicar si no es a través de imágenes o formas que expresen lo que queremos, sin que sea interpretado de manera textual por el observador, porque también depende de su propio estado de ánimo o su forma de ver las cosas. En definitiva, es un logro si podemos sensibilizar- ha dicho. Y vaya si es capaz de hacerlo.
Sobre la escultura levantada a la entrada de San Gregorio de Polanco, Carlos expresó:
-…la obra ha sido terminada y está para ser disfrutada con el placer de comerse un fruto que nos vivifica. A la salud de ustedes. brindemos por la vida, nuestra vida...
Tierra, agua, y fuego
“No aparece todos los días un ceramista capaz de provocar el interés que despierta esta muestra de Carlos Larregui”.
“Lo primero que atrae al observador es la impecable manualidad de esas piezas, delatando la importancia que Larregui asigna a la depuración formal de cada obra en la tersura de superficies cuidadosamente pulidas y en el minucioso tallado con que les impone algunos relieves, que en ciertas zonas interrumpen la satinada piel de la arcilla.
Lo segundo que retiene la atención es la elaboradísima temática de esos trabajos, que remiten a la genitalidad a través de referencias geométricas -esferas, óvalos, obeliscos, conos truncados- pero enriquecen esas alusiones envolviéndolas en modelos de la naturaleza (las semillas, el huevo, los frutos) y aún de la historia (el zigurat caldeo, la torre babilónica, la pirámide teotihuacana) modelados con la precisión de un miniaturista”.
* Fragmento de la crítica realizada por Jorge Abbondanza para el Diario El País de fecha 26 de marzo de 2009, tras visitar Lo segundo que retiene la atención es la elaboradísima temática de esos trabajos, que remiten a la genitalidad a través de referencias geométricas -esferas, óvalos, obeliscos, conos truncados- pero enriquecen esas alusiones envolviéndolas en modelos de la naturaleza (las semillas, el huevo, los frutos) y aún de la historia (el zigurat caldeo, la torre babilónica, la pirámide teotihuacana) modelados con la precisión de un miniaturista”.
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