viernes, 21 de octubre de 2011


Curiosidades

El Boletín N° 14 del Centro Histórico y Geográfico de Soriano reproduce un curioso artículo aparecido en el diario “La Propaganda” del año 1900, el cual nos pareció interesante compartir con los lectores de HUM BRAL.


A BASE DE VIDRIOS Y BOTELLAS…

En la costa del Río Negro, ha aparecido un curandero que está trastornando al vecindario so pretexto de aliviarlo de sus males haciéndole pisar vidrios y poniéndolo en comunicación con botellas misteriosas.
El procedimiento de este nuevo mago, con el cual no sabemos si podrá meterse el Consejo de Higiene, es relativamente breve y sencillo. Nada de pases de mano ni de zonzeras por el estilo. Llega el enfermo y lo primero que hace es interrogarlo minuciosamente respecto del daño que le aqueja. Escucha la dolorida exposición muy atentamente y terminada dicha exposición se dirige el curandero a un cuarto interior de la casa. Vuelve a la sala en que se encuentra el enfermo y lo invita a acompañarlo así por un caminito hecho de cascos de botellas, en el cuarto referido hay una estantería muy bien hecha y en ella, colocadas en buen orden, una docena o quince botellas de distintos colores y con rótulos distintos. A estas botellas, a la que corresponda en cada caso, va dando el curioso galeno, como a las antiguas Pitonisas, los pormenores que a él le ha referido el paciente.
Después de poner a las botellas en conocimiento de lo que pasa, cambia el curandero de voz, como para hacer creer que es una voz ajena que sale del fondo de la botella, y con la voz cambiada da el curandero, en un idioma tan extraño que nadie comprende, el régimen a que debe someterse el paciente. Vuelve a salir en dirección a la sala de recibo, pero se le impone la obligación de ir besando los cascos de botellas, de tres en tres, hasta que llega a la sala. Una vez allí, el curandero expide la receta, escribiéndola con una lapicera hecha de corchos y mojada en un tintero que es también una botella. La receta así expedida, debe ser, por lo general, un pasaporte para el otro mundo.

La Propaganda, 29/07/1900

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