En una esquina
del mundo
Ángel Juárez Masares
Desde aquel primer número de papel con
sus originales pegados con cascola que llevábamos a la imprenta del “Nano” -
como un Frankestein redivivo- a este cuasi-etéreo HUM BRAL que no se puede
tocar, que no tiene el olor a tinta, que no tiene “hojas”, y que muchas veces
nos preguntamos si en verdad existe, han pasado 22 años.
Sabemos que muchas veces nos hemos apartado del objetivo
primario de esta publicación -influenciados por años ejerciendo el periodismo;
activo en el caso de Aldo, retirado en el propio- nacida con las pretensiones de ser un
vehículo que reflejara a grandes rasgos ese asunto tan complejo que llamamos
cultura.
La respuesta de la gente no permite
dudar del valor de lo que hacemos. Lo contrario sería faltar el respeto a las
55 mil personas que nos leyeron en 16 meses desde lugares tan insólitos como
Ucrania, o El Congo.
Justo es decir que la inclusión en
Internet nos llevó a dar un giro importante en cuanto a la elección y
producción del material a publicar, pues debimos apartarnos un poco de los
temas demasiados regionales al cobrar un carácter universalista, sin que ello
significara perder la brújula; es decir, promover lo local a partir de su
valor. El espacio “físico-virtual” pasó entonces a cobrar un peso enorme, y a
generar una puja por la defensa de la extensión a dedicarle a tal o cual tema.
Otro asunto que consideramos no menor,
es que pese a la discrepancia – natural y lógica- de algunos de nuestros
lectores con el tratamiento de determinado artículo u opinión, jamás recibimos
un comentario airado o fuera de lugar.
Sabemos que somos apenas un par de
menesterosos lectores y que, lejos estamos, de considerarnos escritores si
lanzamos una mirada a los grandes de la literatura universal.
Sin embargo eso no nos impide defender
lo que hacemos porque lo nuestro tiene dos componentes básicos fundamentales:
la honestidad, y la convicción que si no damos más es por falta de talento, y
no por escatimar el esfuerzo.
Esa misma falta de capacidad que
confesamos nos impide analizar con certeza la amplitud del término “cultura”,
asunto complejo si los hay y sobre el cual se ha escrito mucho. Pero una mirada
al entorno cuasi doméstico del cual hablábamos, a veces nos aterra, pues la
falta de autocrítica impera en demasiados ámbitos como para permanecer
indiferentes.
La denominación de Soriano como
“Departamento fértil” impuesta por el
Gobierno de turno, se torna cada día más real si la relacionamos con las
bondades de las tierras litoraleñas, pero también más mentirosa si pretendemos
aplicarla como elemento aglutinador de las actividades de la gente. Esto no
quiere decir que ignoremos los valores que encierra esta región; las semillas
que aún –a los 93 años- siembra Wilson Armas, que sembró Washington Lockhart,
Carlos F. Saez, Pedro Blanes Viale, Fernando Cabezudo, o Jaime Parés, solo por
nombrar algunos de tantos referentes locales. Los trabajos de investigación
histórica de nuestro colaborador Roberto Sari Torres, muchas veces utilizados
sin mencionarle siquiera, o los primeros teatristas que se atrevieron a decir
cosas ya a principios del siglo pasado.
Lo que hace dudar del destino de nuestra
inquietud cultural, es la aceptación de gran parte de la población hacia –por
ejemplo- programas radiales de pésima calidad y peor gusto, donde algunos
autoproclamados “comunicadores” incurren en las atrocidades más inimaginables.
Con un escasísimo vocabulario, desde
esos espacios se puede escuchar como “lo saben todo”, llegando a sugerir a una
persona enferma que tome determinado medicamento porque no tiene
“contradiciones” (sic) en lugar de aconsejarle que acuda a un Médico, o
referirse al estado de una ruta diciendo que “no es una panacea…pero ta
buena”.
El cúmulo de barbaridades daría para
mucho más, pero –como lo señalábamos antes- nuestro espacio es demasiado
valioso para dedicarle más de siete líneas a ese asunto.
Si es verdad que la suma de las
perspectivas y decisiones individuales condiciona el futuro de cada generación,
motivo tendremos para estar alertas ante el avance de la mediocridad, porque no
es novedad que “el entorno” influirá sobre los más jóvenes o los débiles de
carácter.
¿Qué pretendemos que todo el mundo
escuche a Bethoven y conozca los Diálogos de Platón?
En absoluto. Pero si uno de los
problemas del hombre consiste en insertar la vida dentro de las circunstancias,
y en acomodar éstas dentro de su vida, ¿por qué no buscar los elementos que nos
ayuden a hacerlo?
Personalmente estamos seguros que la
edad no le otorga al hombre un
certificado de sapiencia. Podemos haber capitalizado experiencias y sacado
conclusiones sobre las mismas, pero también es posible que hayamos pasado por
la vida sin haber aprendido lo elemental para ser diferentes al helecho que
cuelga en el patio de la casa.
En ese contexto se enmarca nuestro
temor, acrecentado cuando vemos la multitud “bajar” hacia la rambla porque
actúan (¿) los Wachiturros; cuando los picos de rating se los llevan los
programas de chismes de la TV ,
cuando en una ciudad de 42 mil habitantes van 30 a ver una obra de teatro,
un coro polifónico, o un cuarteto de cuerdas, o cuando un artista monta una
muestra con una instalación espectacular y la tiene que levantar a los cuatro
días.
Mientras tanto desde las radios de todo
un pueblo compiten por audiencia los programas de los “comunicadores” que lo
saben todo, con la repetición del inefable “Petinatti”, donde la gente desnuda sus intimidades para
que el conductor se burle públicamente de ellas.
De cualquier manera dejaremos la puerta
abierta a la posibilidad de estar equivocados y que la razón la tenga la
mayoría.
HUM BRAL tiene la fortuna de contar con
55 mil jueces alrededor del mundo; número insignificante ante la población
mundial, pero abrumador e inmenso para nosotros por el compromiso que implica
la deferencia de compartir lo que hacemos acá, en una esquina del mundo.
2 comentarios:
Esta muy bien el blog, no lo conocía hasta ahora, me pasaré más a menudo a leerlo. Aprovecho para felicitarte el 2012, un saludo!!
Esta muy bien el blog, no lo conocía hasta ahora, me pasaré más a menudo a leerlo. Aprovecho para felicitarte el 2012, un saludo!!
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