De dictaduras y
otras tragedias
Aldo
Roque Difilippo
Esta semana, acatando un
fallo internacional, el Gobierno pidió perdón por las atrocidades cometidas por
la dictadura cívico-militar. En este caso por la tortura, asesinato y posterior
desaparición de la nuera del poeta Juan Gelman y el cambio de
identidad de su nieta. Un hecho inédito y singular en el país,
y también a nivel mundial donde el Estado reconoce en gran medida
que el relato de las víctimas en el pasado período de facto no solamente es
válido, sino también la vigencia de aquellos hechos a más de 30 años de ocurridos. Recordemos que muchos
han insistido por décadas (incluido algún ex
presidente) que revisar todo aquello es tener “ojos en la
nuca” y que no tiene sentido insistir en eso.
Todavía, a más de 30
años, quedan varias Macarenas sin saber dónde depositar las flores
para su madre muerta. Todavía hoy quedan varias Luisa Cuesta con sus manos
arrugadas y sus espaldas encorvadas por los años y el dolor,
reclamando con firmeza por conocer sobre el destino de sus hijos.
Todavía hoy, incluso para los que generacionalmente no vivimos esas funesta
décadas, quedan muchas preguntas sin respuesta.
El Presidente José
Mujica leyó frente a representantes de los partidos políticos (aunque con
algunas ausencias) este mea culpa frente a la mirada atenta de Juan y Macarena
Gelman, y también frente a todo el país ya que el hecho fue
difundido por cadena nacional de radio y televisión. Y no era para menos, un
hecho de estas características lo merecía. Los canales de televisión
cumplieron a cabalidad con la ordenanza, por lo que los uruguayos pudimos verlo
como si estuviéramos en el mismo Palacio Legislativo. Culminado ese acto
ocurrió un hecho no menor, pero que en gran medida pasó desapercibido de los
comentarios posteriores. Canal 5, el canal oficial, dispuso un móvil en
directo, al igual que Canal 4 que comenzaron a recabar las repercusiones del
discurso del Presidente Mujica. Pero los canales 10 y 12, una vez que
cumplieron con la cobertura del acto, continuaron con su programación
habitual sin emitir comentario alguno. Una rápida recorrida por la
oferta televisiva uruguaya a esa hora nos mostró que mientras el movilero de
Canal 4 recababa repercusiones de personalidades en las puertas del Palacio Legislativo,
y que su par de Canal 5 hacía sus comentarios desde el interior del recinto
donde un instante después se realizaría una conferencia de
prensa, los canales 10 y 12 haciendo gala de la banalidad que campea
en la televisión nacional, y especialmente en el horario vespertino, se
dedicaban a difundir un par de programas argentinos donde se exhiben
impunemente intimidades de seudo celebridades.
Unos minutos después
solamente Canal 5 continuaba difundiendo la conferencia de prensa brindada
por Macarena y Juan Gelman, junto al pro Secretario de la Presidencia , Alberto
Breccia, y el Canciller Luis Almagro. El Canal 4,
especulamos que quizá acicateado por el rating se sumó a sus colegas
privados y comenzó a difundir un programa de dudosa calidad.
Concretamente, uno
de los hechos políticos más importantes del último tiempo, para los
canales de televisión privado no significó más que cumplir con el mandato de
una cadena de radio y televisión. El hecho de que el Estado uruguayo
reconociera su culpa en una parte del horror de la dictadura, apenas si
significó para los canales de televisión privados, ajustarse a pie juntillas a
lo que estaban obligados.
Ni siquiera fue relevante
para ellos el hecho de que un ex guerrillero, convertido en presidente
constitucional, pidiera perdón en nombre de un Estado que lo torturó, lo vejó,
lo convirtió en un rehén de la dictadura, frente a los
representantes de todos los partidos políticos, militares y representantes
argentinos; y ante la atenta mirada el mundo entero.
Mas allá de compartir o
no este hecho político. Más allá de coincidir o no con el discurso del
Presidente Mujica. Más allá incluso de cualquier conjetura previa o posterior
que pudiera realizarse, la pregunta cabe: ¿No ameritaba instalar uno
o varios móviles para informar debidamente desde el ángulo que se le quisiera
dar?
Algunas semanas antes
esos mismos canales de televisión apostaron sus periodistas, sus costosos
móviles en directo, y un gran despliegue ante la conmoción y la hecatombe que
significó que la directiva del Club Peñarol despidiera a su Director Técnico.
El rostro de Don Gregorio Pérez, devenido en mártir de la situación
se vio en todos los canales de televisión, en vivo, en directo, en la mañana,
en la tarde y noche; ¿o quizá esa “tragedia” futbolera lo ameritaba?
Esta verdadera tragedia
nacional, aún relatada en tiempo presente, ya que siguen
apareciendo restos de los mal llamados desaparecidos de la
dictadura, ameritó apenas ajustarse a las normas con una trasmisión
lacónica. ¿Será que realmente vivimos bajo otra dictadura?, la del rating.
Habrá que esperar entonces una cobertura acorde, cuando como toda dictadura,
cobre sus muertos o sus desaparecidos, que hoy ocupan las banales ofertas vespertinas
traducidas en programas de chimentos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario