sábado, 28 de abril de 2012

El cuentito medieval
DE COMO LOS GOBERNANTES SE JUNTARON PARA FABLAR DE LA UNIDAD DE SUS PUEBLOS



                                                                                                                                   Ángel Juárez Masares


Estimados Cofrades: hace un par de días un hombre desos que viajan por estas comarcas cantando las noticias y aconteceres de lejanas tierras, llegóse al scriptorium del humilde para ofrecerle antiguos pergaminos a cambio de algunas piezas de oro. Como vosotros sabéis, mi talego suele estar siempre tan vacío como mi estómago (pues “hay gente” que no paga mis escritos) de manera que el mozo solo me permitió leerlos y tomar algunos apuntes a cambio de toda mi fortuna: dos “feudales”, moneda muy devaluada últimamente, pues se necesitan 903 dellas para comprar UN maravedí.
Fuese así que me entero de una reunión de gobernantes, reyes, y Señores que realizóse en otras regiones y a la que llamaron “Cumbre de las Coléricas”. Grande fue mi sorpresa ante la magnitud de tal suceso. Ahora sí –pensé- la unión de las Comarcas fortalecerá el intercambio entrellas; los comerciantes llenarán sus bodegas con productos exóticos, y los artistas viajarán a otros lares para aprender de otras culturas. Lanzas y espadas se colgarán de las paredes, y el tahalí habrá de usarse para sostener los estandartes en las festividades populares.
Deste talante leí con avidez parte del discurso de uno dellos: “… en política, la liberación tiene valor solo como tránsito hacia intereses mas elevados. No llegar a eso determina quedarse en un estadio transitorio. El liberalismo político liberta a los pueblos y crea un orden justo…”
¡Por la capa de Rodrigo Díaz de Vivar! –me dije- quien fabla desta guisa loado debe ser por su pueblo.
“…es preciso avanzar para crear un nuevo orden, una nueva estructura con justicia social. No basta con gobernar en base a leyes y ordenanzas tenues, que hace que todos los gatos sean pardos, la inteligencia y la actitud de cada súbdito debe ser evaluada y compensada de acuerdo a sus méritos” –dijo otro.
En otro pergamino se aludía al ejemplo de algunos líderes y pro hombres “que habían dejado como heredad sus afanes por una Gran Comarca unida”.
“Todas las crisis que inquietan al mundo son necesarias para que las sociedades se fortalezcan en la adversidad y salgan airosas enarbolando los estandartes de la unión de los pueblos”, dijo quien reinaba desde una coqueta y enorme casa blanca rodeada de parques y fuentes.
Y así fui repasando los discursos de los gobernantes, reyes, y Señores, hasta que llegué a la declaración final, que en resumen dejaba en claro que nadie estaba de acuerdo con nadie; que los británicos continuarían colonizando cuanta isla encontraran sus barcos, que cada comarca grande engulliría a la mas chica, y que la palabra empeñada (y firmada) sería llevada, arrastrada, y desaparecida por la mas débil brisa.
Alegróme sobremanera entonces, no haber tenido mas monedas para comprar los pergaminos, que solo hubieran sido útiles para alimentar el fuego donde cocinaba mis legumbres.
Alegróme también que la pequeña y lejana comarca estuviera gobernada por hombres tan pequeños, lejanos, y  previsibles, que fácil era conocerlos a través de la escritura. Así es, amados Cofrades… si queréis ver el alma de tu próximo haz que escriba algunas líneas; provócalo, incítalo, dile que es maravilloso, y a poco lo tendrás frente a ti tan desnudo como al mundo vino.
Ya los señores han tornado a sus palacios. Los alcahuetes aclamaron el regreso;  los enemigos se agazapan en las sombras, los inútiles se arrastran por alfombras, y los honestos descansan, pues mañana tomarán la hoz para la siega, la harina para el pan, la fragua para el hierro, y la pluma para que estas historias no se pierdan.



Moraleja:
 Sabio es desconfiar de los hombres que detentan el Poder, mas aún cuando se juntan todos ellos, pues nada en beneficio de sus pueblos habrán de hacer.

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