Publican
correspondencia completa de Julio Cortázar
Alfaguara publica en Buenos Aires, el próximo mes de
abril, los tomos 4 y 5 de la serie Cartas, cuyos tres primeros volúmenes
aparecieron en febrero, y que completan la serie dedicada a la correspondencia
del escritor argentino Julio Cortázar, además de incluir fragmentos suprimidos
en la primera edición (2000), a cargo de Aurora Bernárdez, albacea de Cortázar,
con la colaboración de Gladis Yurkievich.
“Odio las cartas literarias, cuidadosamente preparadas,
copiadas y vueltas a copiar; yo me siento a la máquina y dejo correr el vasto
río de los pensamientos y los afectos”, confiesa el autor de Rayuela en su
correspondencia, de la que esta edición publica mil cartas hasta ahora
inéditas.
El epistolario permite sentir de nuevo a Cortázar “como si
estuviera escribiendo en la mesa de al lado”, a la vez que pone de manifiesto
“la formidable coherencia entre vida y obra” del escritor argentino, apunta el
editor y filólogo español Carles Álvarez Garriga.
Bernárdez colaboró con Álvarez Garriga para la publicación de la correspondencia de Cortázar |
Ya que el escritor guardó muy pocas copias de sus
epístolas (“Hay que conocer muy mal a los cronopios para imaginar que guardan
cartas”), tuvo que consultarse a amigos, conocidos y especialistas que sí
atesoraban páginas suyas.
Así, más de 1.800 misivas, telegramas y tarjetas postales
forman la versión corregida y aumentada de la correspondencia de Cortázar por
cuenta de Bernárdez, su primera mujer, y Álvarez Garriga, quienes ya editaron
Papeles inesperados y Cartas a los Jonquières. En los próximos meses se
publicarán las Cartas en otros países de Latinoamérica, y a España llegarán en
mayo.
Estos textos del cronopio, que respiran humor e ironía,
permiten reconstruir la gestación de algunas de sus obras cruciales como
Historias de cronopios y de famas (1962) y Rayuela (1963), así como la
consolidación del boom de la literatura latinoamericana, que lo tuvo entre sus
protagonistas.
En las epístolas emerge su admiración por Carlos Fuentes y
La región más transparente (“Con usted hay que tirarse a fondo, devolver golpe
por golpe la paliza que nos pega a los lectores con cada página”), Gabriel
García Márquez y Cien años de soledad (“En estos últimos años, no veo nada
comparable a esa novela y a Paradiso de Lezama Lima en nuestras tierras”) y
Octavio Paz (“uno de los hombres más inteligentes que he conocido entre los
poetas”).
Y a José Lezama Lima le escribe: “En estas islas a veces
terribles en que vivimos metidos los sudamericanos (pues la Argentina , o México, son
tan insulares como su Cuba) a veces es necesario venirse a vivir a Europa para
descubrir por fin las voces hermanas”. Y Cortázar vuelca sus esfuerzos en
ayudar a las voces no consagradas, como por ejemplo un joven Mario Vargas
Llosa.
A lo largo de cientos de páginas también manifiesta sus
desvelos políticos, entre ellos su acercamiento a La Habana : “Si ya no fuera
demasiado viejo para estas cosas, y no amara tanto a París, me volvería a Cuba
para acompañar la revolución hasta el final”, aseveraba en 1963.
Respecto de su patria, el escritor nacido en Bruselas en
1914 explica a mediados del 60: “Por ahora soy un argentino que anda lejos, que
tiene que andar lejos para ver mejor”. O con tono más duro: “Nada ha cambiado
básicamente desde que me fui del país, como no sean los nombres de los
jugadores de fútbol, los diputados nacionales y los precios de los trajes”.
Del epistolario también surge el ser sensible que extraña
a sus amigos: “Creo que la vida enseña a no equivocarse en materia de amistad.
Los únicos errores son los geográficos, el absurdo de que unos tengamos que
irnos a Francia mientras otros viven en el Uruguay o la Argentina ”. Que se
ilusiona con las visitas de sus afectos a París y también lamenta sus silencios
epistolares, aunque muchas veces se disculpe por no tener tiempo para
responderles.
Muchas misivas están destinadas a sus editores, como su
amigo Francisco Porrúa: “Me emociona mucho que usted lleve el afecto y el
heroísmo hasta el punto de meter a los cronopios entre dos tapas de cartulina”.
El cuentista y novelista que corrige con minuciosidad también advierte: “Nada
que me manden últimas pruebas, cuando no se puede tocar prácticamente una línea
sin que el impresor haga una cirrosis hepática”.
Cortázar describe en varias cartas sus andanzas como
traductor de organismos internacionales por diversos rincones de Europa y Asia.
Trabajo que le resulta sumamente aburrido, pero al que se ve obligado por
cuestiones económicas.
Entre las epístolas inéditas que aparecerán hay un filoso
Cortázar que dispara al danés Niels Blaedel: “Si tuviera que elegir mi peor
editor del mundo, me temo que usted sería el elegido”. Asimismo despide al
recién fallecido poeta y traductor estadunidense Paul Blackburn, como “un amigo
maravilloso, el primero y más maravilloso de los cronopios, a los que amaba y
dio vida en inglés”.
En 1982 manifiesta gran preocupación por su tercera mujer,
Carol Dunlop: “Estoy viviendo un momento harto angustioso de mi vida, porque
Carol está muy enferma y por el momento no hay ninguna certeza de que pueda
superar una situación que se prolonga desde hace más de dos meses”.
Antes de fijar su residencia en París, en 1951, el
espigado escritor relata su paso como docente por pueblos de la provincia de
Buenos Aires. “Siento que me rodea el vacío, que cualquier cosa es preferible a
caer en ese pozo vegetativo que es un Chivilcoy, un Bolívar...”. O aun más
lapidario: “Los microbios, dentro de los tubos de ensayo, deben tener mayor
número de inquietudes que los habitantes de Bolívar”.
Extraído de: www.letralia.com
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