¡Dale Vincent!...vení a pintar
conmigo
Damián Ibarguren Gauthier
El día que se me vino a la mente la
posibilidad de pasar por Arles y estar en Place du Forum, en el café de la noche,
se me hizo un nudo en el estómago, y creo que no dormí bien. Me imaginé que el
lugar iba a estar lleno de pintores con sus caballetes copiando la impresión
que Van Gogh tuvo sobre la noche.
Dos meses después: Googelmap y
GPS de por medio nos perdimos entre las calles medievales de Arles.
Deja pasar el camión de los moros…
¡Uy! esa familia bajando las cosas
de la playa, bueno esperemos…
¡Cuidado la bicicleta! ¡Qué calor!
Todo entre paredes centenarias, la
caliza a centímetros del esmalte de la camioneta…
Al fin un estacionamiento.
Arles es mas grande de lo que
imaginé, grande en tamaño y en historia. Plazas, iglesias, ruinas romanas,
medievales, renacentistas, además de la parte industrial, los hoteles, los
comercios. Todo lleno de turistas chinos sacando fotos, un tejano de cowboy
blanco. Luego de pasar varias plaza y recodos, iglesias, un ayuntamientos de
cientos de años, reliquias históricas donde un borracho le da de
comer a unos gatos.
El Forum, está ahí, lleno de
sombrillas, mesitas, turistas y más turistas. Van Gogh y su mundo, mi mundo,
parecen bien lejanos, ajenos a los demás. Ni un solo pintor, ni un dibujante… yo
con toda la plaza para mí. Nos sentamos en una mesita, casi, casi, en el punto
exacto desde donde mi amigo Vincent en el 1898 pintó la noche. Café de por
medio, (acá es café a au crem no Au laite) ablandando la mano dibujo lo que yo
veo en “la esquina” esa, e imagino al pintor de la noche, como
yo, igualmente anónimo y ninguneado por los visitantes al cafés.
Entonces el héroe de todos los
tiempos estaba sentado a mi lado, éramos dos pintores mirando esa esquina. De
alguna manera somos más amigos ahora. Me hubiera animado a criticarle o
sugerirle modificaciones en su pintura. ¿No pintaste los restos romanos
incrustados en la esquina? ¿Por qué? ¿Eran poco modernos? En fin.
Al otro día fuimos al puente
de los ingleses. Bastante modificado está el puente en si, uno lo reconoce por
la estructura móvil, pero estas ahí, tocas la madera.
Llueve.
Me gusta ver entre los árboles,
adivinar a Vincent caminando por ahí con el caballete a cuesta. El con sus “rayes”,
yo con los míos.
Dibujo y seguimos adelante.
El sur nos espera, uvas, naranjas y
vinos. Listo, ojalá que haya buen clima para la playa. No puedo dejar de
imaginarme a Vincent temblando solo de short colorido, su piel blanca, antes de
meterse al agua.
“…!Dale no seas maricón...!”
¡Splash…!
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