Génesis de la pintura uruguaya
La semana pasada hablábamos de la
influencia de las escuelas europeas en la pintura universal, particularmente en
Francia y Alemania. Hoy comenzamos con la primera de varias entregas de la
pintura en nuestro país.

Montevideo, fundada hacia 1725, comenzó
a recibir a principios del siglo siguiente algunos viajeros europeos
interesados en las ciencias naturales, a la investigación geográfica, de la
flora y la fauna, pero también al estudio de las costumbres locales.
Así llegan los primeros dibujantes y
pintores, muchos de ellos provenientes de academias italianas, alemanas y
francesas, a bordo de navíos que participaban de campañas científicas y militares
en la región. Ellos son los primeros relatores gráficos de estas tierras, pero
su obra no constituye un aporte sustantivo a la creación de bases para un arte
nacional.

Entre sus cuadros mas conocidos e
importantes habría que citar el retrato de su madre, el retrato de Carlota Ferreira, un episodio de la Fiebre
Amarilla en Buenos
Aires, el Juramento de los Treinta y Tres Orientales, La Paraguaya , La
Revista de
Rancagua, La Conquista
del Desierto por el Gral. Roca, entre tantos otros.
Hacia fines de siglo, en Europa se
habían producido grandes controversias en materia artística, de las que había
emergido una pintura cuya finalidad no era la representación de grandes temas,
sino la captación de estados anímicos a través del paisaje al aire libre,
analizando la atmósfera de la luz natural, con interés por el estudio de los
fenómenos ópticos, por la compleja dinámica del color, y por la geometría
compositiva del cuadro.
Los uruguayos que viajan a Europa a
estudiar pintura hacia el ´900, reciben de modo indirecto estas primeras
lecciones de pintura moderna. En sus obras experimentan la rapidez con que el
pincel o el grafito registra el movimiento, el instante fugaz de la vida
cotidiana, o los cambios de apariencia de los objetos bajo la luz.
Juan Manuel Blanes muere, precisamente,
al iniciarse en el Uruguay este movimiento de pintores coloristas destinado a
plasmar esa mezcla de cosmopolitismo pujante y solariega nostalgia que
caracterizaba la sociedad montevideana del ´900.
Carlos Federico Sáez, que comienza a
pintar siendo casi un niño, realiza una obra vigorosa que anuncia una nueva
etapa de la pintura nacional. Obra que pone de manifiesto el acto mismo de
pintar, el acto de aplicar sobre la tela el empaste y el color mediante gestos
vibrantes y seguros; el acto de exaltar “la realidad interior” del artista, su
mirada libérrima y juvenil.
Entre esos primeros años del ´900 y
finales de la década del ´20, se suceden en el Uruguay instituciones que
promueven la formación, la producción, y el intercambio de ideas entre los
artistas. Con la fundación de la
Escuela de Círculo de Bellas Artes en 1905, y la aprobación
de la Ley de
Becas en 1907, surge una nueva promoción de pintores formados principalmente en
París y que, con el ejemplo de Carlos María Herrera y Pedro Blanes Viale como
pintores uruguayos que irradian su magisterio en Montevideo, extenderán su
producción, por lo menos, entre 1915 y 1939.
(Continúa
la próxima semana)
Fuente: Gabriel Peluffo Linari (Breve
Panorama de la Pintura
uruguaya 1830-1980)
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