La
pintura como elemento de denuncia
Ángel Juárez Masares
Mucho
se ha escrito sobre los mensajes que se trasmiten a través de la pintura, y
sabemos de las dificultades que trae abordar un tema sobre el cual se han
expedido personas idóneas a lo largo de la historia. Sin embargo creemos que
siempre es bueno volver sobre estos asuntos como una manera de no perder de
vista el objetivo de esta disciplina.
Las
primeras manchas que el hombre estampó sobre las paredes de las cavernas
tuvieron como objeto decir algo; ya fuera su terror por la presencia del animal
depredador, el asombro provocado por los fenómenos naturales, o los enfrentamientos
bélicos con otras tribus.
Y fue
precisamente la violencia entre sus pares uno de los motivos por los cuales la
pintura se transformó en una vía de denuncia y protesta a lo largo de la
historia.
Recordemos
que a principios del siglo XIX hay un quiebre que marcará un antes y un después
en la representación artística de la guerra, y esto ocurre a través de la obra
de Francisco de Goya y Antoine Jean Gros. En 1808, el artista francés pintó
–por encargo del mismo Emperador- “Napoleón en el campo de batalla de Eylau”.
El soporte fue un gran lienzo en el que se ensalzaban las virtudes humanas y
militares de Bonaparte, y que en su momento fue criticado por Goya al entender
que falseaba la realidad.
En
contraposición, el pintor aragonés abordaría en su serie de grabados “Los
desastres de la guerra” (1810-1815), un enfoque totalmente diferente a lo que
se había hecho hasta entonces, abriendo un camino hacia la modernidad.
Movimientos
como el realismo, el impresionismo, el expresionismo, e incluso el dadaísmo, se
verían influidos –en mayor o menor grado- por el ojo crítico de Goya, quien
mostró a través de obras como “La carga de los mamelucos”, o “Los fusilamientos
de la Moncloa ”,
cómo los protagonistas de las guerras no son tanto los Estados y sus generales
como toda esa gente anónima como los soldados y los civiles que sufren las
atrocidades inherentes a todo conflicto.
Otro
de los artistas que podrían citarse –entre muchos- es el alemán Otto Dix
(1891-1969) quien, siguiendo los pasos de Goya supo plasmar en grabados,
dibujos, y pinturas, la locura de la guerra. Él, como tantos otros vivió y
sufrió la Gran Guerra
en persona. Dix tuvo que abortar sus estudios en 1914 a causa de la Primera Guerra
Mundial, y como tantos miles de jóvenes germanos sucumbió al nacionalismo
expansionista que se vivía en la
Alemania de entonces, no dudando en alistarse en el ejército
como voluntario.
Cuando
el Tratado de Versalles puso fin a esa guerra, Otto Dix se interesó
–precisamente- en mostrar sus contradicciones e injusticias. A principios de
los años ´20 realizó una serie de grabados y pinturas que tuvieron como
protagonistas a los lisiados del campo de batalla. Como antes había hecho Goya,
Dix cartografió la guerra en su vertiente mas cruel a través de sus
aguafuertes, que desde entonces continúan interrogando al espectador.
Naturalmente
no podemos permitir que ninguna limitación de espacio físico deje fuera de esta
breve reflexión sobre la pintura como denuncia, al “Guernica”. Pintado en 1937
por Pablo Picasso, es una de las muestras mas espeluznantes de los horrores de
la guerra que se hayan pintado jamás.
Por
ser universalmente conocidos no abundaremos en los hechos que inspiraron esta
obra, y solo recordaremos que la idea fue tomada del bombardeo de la aviación
nazi contra la pequeña e indefensa población vasca de Guernica. Tampoco haremos
referencia al cuadro en sí, pues quien no lo conozca no está siguiendo esta
lectura, y si así es, tendrá entonces un buen pretexto para informarse.
Algunos
críticos se aferran a la teoría que quienes mejor han sabido recoger la esencia
de la guerra han sido los fotógrafos. Cierto es que el trabajo de los
periodistas gráficos en la
Guerra Civil Española, la II Guerra Mundial,
Corea, o Viet Nam, han contribuido a ilustrar –al menos parcialmente- el
acontecer de la guerra, pero también se ha cuestionado el carácter no objetivo
del trabajo fotográfico, y la condición selectiva y fragmentada que niega en
cierto modo la verdad de los hechos.
El
arte, por el contrario, se mueve por otros caminos (al manos debería), que son
los de cuestionar la realidad, sacar a luz verdades ocultas, y buscar
respuestas donde otros no pueden –o no quieren- encontrarlas.
Finalmente
dejar en claro que cada artista hará uso de su libre albedrío, y que nadie
cuestiona a quien pinta el jarrón con flores (lo hizo Van Gogh). Actualmente
quienes tratamos de aprender a pintar, aún sabiendo que no alcanzará el tiempo
biológico para hacerlo, creemos que se debe ser muy cuidadoso para no ingresar
en la “pintura panfletaria”. Los motivos para “denunciar” a través del arte se
acrecientan en la misma proporción que se incrementa la población mundial, de
manera que jamás faltará fuente de inspiración. El asunto es encontrar las vías
para poner en forma, color, y movimiento, los avatares de la existencia y el
alma humanas. Ojalá, estemos en eso…
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