El ''santo patrono''
de la literatura latinoamericana
Los 50 años de su muerte pasaron de
noche en Hispanoamérica, cuya literatura no sería la que es si no fuera por sus
libros
No
es un secreto a voces; lo dijo Mario Vargas Llosa y lo evidenció Gabriel García
Márquez en Cien años de soledad: William Faulkner es el santo patrono para la
literatura latinoamericana; sin embargo, y aun cuando la narrativa de este
continente le debe tanto al escritor estadounidense, que en 1949 recibió el
Premio Nobel de Literatura, no hubo grandes actividades ni ediciones
conmemorativas ni mucho menos congresos en su honor a propósito del 50
aniversario de su muerte.
Faulkner,
quien nació en New Albany, en 1897, y murió en Byhalia, en 1962, es autor de
novelas como El ruido y la furia, Mientras agonizo, Luz de agosto, ¡Absalón,
Absalón! y ¡Desciende Moisés!, además de infinidad de cuentos. Con una amplia
obra, sobre todo cuentística, se sitúa como uno de los más innovadores y
destacados escritores del siglo XX y su obra se mantiene vigente.
Los
narradores latinoamericanos han reconocido siempre la trascendencia del
escritor que fue considerado el rival estilístico de su compatriota Ernest
Hemingway. En su discurso de recepción del Doctorado Honoris Causa de la Universidad de
Alicante, Mario Vargas Llosa afirmó que Faulkner fue el “escritor con mayor
influencia entre los cuentistas de su generación” y sobre todo que “sin la
influencia de Faulkner no hubiera habido novela moderna en América Latina”.
Pasó en
Yoknapatawpha Country
Amanera
de homenaje, escritores mexicanos de diversos estilos hablan de la obra del
narrador y poeta que situó la mayor parte de sus ficciones en Yoknapatawpha
Country, un condado inventado por Faulkner, que se localiza al Noroeste de
Misisipi y cuya capital, también ficticia, es Jefferson.
Guillermo
Fadanelli, Élmer Mendoza y Juan José Rodríguez establecen su relación con el
escritor, considerado uno de los creadores de ficción más importantes del siglo
XX, a la altura de Joyce, Proust y Kafka; recrean la influencia de su estilo
literario en sus obras y establecen la importancia de William Faulkner en la
literatura de América Latina.
“El
realismo mágico tiene ligas, deudas y relaciones palpables con Faulkner.
Mientras agonizo, su novela de sombras, podría hacernos pensar en la obra de
Rulfo”, dice Guillermo Fadanelli.
Y
es que el estilo literario de Faulkner late en la obra de muchos narradores
latinoamericanos, lo dijo Vargas Llosa: “Los mejores escritores lo leyeron y,
como Carlos Fuentes y Juan Rulfo, Cortázar y Carpentier, Sábato y Roa Bastos,
García Márquez y Onetti, supieron sacar partido de sus enseñanzas”.
Esa
sentencia de Vargas Llosa la refrenda el escritor Élmer Mendoza: “Según
confesiones de algunos de nuestros maestros como García Márquez o Vargas Llosa,
Faulkner fue de gran influencia; en mi generación leímos su famosa entrevista
donde se lanzaba contra la técnica de narrar, y algunos, como (Javier) Marías
lo tradujeron y escribieron mucho sobre él. Para mí es uno de los jefes”.
La
influencia literaria del autor de Sartoris, Banderas sobre el polvo y Los
invictos es potente, está en cuestiones técnicas, como su magistral uso del
fluir de la conciencia, sus diálogos indirectos y un manejo cronológico del
tiempo; pero también en los temas: las genealogías familiares, la mezcla de
razas, el fracaso, la creación de un territorio ficticio propio.
Esas
fueron influencias fundamentales para que Gabriel García Márquez creara su
Macondo; Juan Rulfo su Comala y Juan Carlos Onetti edificara su mítica Santa
María, y que en 1989, en una entrevista también afirmara: “Con Faulkner y su
novela ¡Absalón, Absalón! me pasó algo extraordinario, la consideré tan buena
que tuve días en los que me pareció inútil seguir escribiendo”.
Juan
José Rodríguez confirma que Faulkner es fundamental como lectura porque es un
maestro de la novela del siglo XX y sus hallazgos siguen vigentes, además de su
malicia y pericia narrativa.
“A
Faulkner le pasa lo que a Fuentes: mucha gente se concentra en sus primeras
grandes novelas y se pierde de disfrutar sus últimos libros por creer que sólo
lo fundacional fue bueno. Novelas como La ciudad y La mansión son muy buenas y
mi favorita es precisamente la última, The Reivers, que narra la llegada del
primer automóvil al pueblo”, señala el autor de Asesinato en una lavandería
china.
Maestro de
generaciones
Élmer
Mendoza dice que la influencia de William Faulkner en su literatura es mucha,
pero sobre todo en la tipificación de personajes psicológicos, más allá de que
fueran urbanos, rurales o marítimos.
“Ese
es un asunto que ayuda a resolver los porqués en la narrativa. Y fue parte
importante de mi deseo, sobre todo en la postura de escribir fuera de grandes
centros urbanos. Para mí, es uno de los escritores que se deben leer, no es
fácil crear atmósferas de conflicto prolongadas y en esto Faulkner es un
maestro”, dice el autor de El amante de Janis Joplin.
Mendoza
afirma que la literatura latinoamericana le debe a Faulkner la primera forma de
crear espacios, de conseguir que una atmósfera sea parte del proceso narrativo.
“Desde luego que sería distinta. Desde la brevedad intensa de Mientras agonizo,
al perfil abstracto del devenir en El sonido y la furia, hay una escuela de
narrar que ha contribuido para conseguir una narrativa que combina la
profundidad con el juego de las miradas”.
Juan
José Rodríguez dice que quizás por su entorno rural, sureño y apasionado,
Faulkner está cerca a través del filtro de Rulfo y García Márquez. “Desde que
William Faulkner dijo que un burdel era el mejor lugar para un escritor —y más
especialmente desde que García Márquez repitió esa cita en su consagratoria
entrevista de El olor de la guayaba— no pocos autores se han sentido
satisfechos de que tan patricias testas coronadas por el Nobel sacramenten la
vagancia nocturna”.
Así,
William Faulkner, el maestro y patriarca que hizo fluir de la sangre la
metáfora de las pasiones, el obsesivo del lenguaje y creador de párrafos que
rozan lo críptico, el narrador que al recibir el Premio Nobel de Literatura, en
1949, dijo que en su literatura estaba “el corazón humano en lucha consigo
mismo”; el mentor de América Latina está vivo aunque murió hace 50 años.
Extraído
de: http://www.informador.com.mx
No hay comentarios:
Publicar un comentario