El complejo Nobel de China
Por Evan Osnos
Al premiar con el Nobel de
Literatura a Mo Yan, la
Academia Sueca ha reconocido a uno de los más conocidos
escritores de China. Al mismo tiempo, también ha cumplido un objetivo
permanente del gobierno chino: un Premio Nobel políticamente tolerable. El
comunicado de la Academia
dice: “A través de una mezcla de realidad y fantasía, perspectivas históricas y
sociales, Mo Yan ha creado un mundo que recuerda en su complejidad al de las
obras de William Faulkner y Gabriel García Márquez, y al mismo tiempo
encontrando un punto de partida en la vieja literatura china y la tradición
oral”.
Tan poco conocido fuera de
su país como muchos de sus colegas premiados, Mo Yan es una personalidad
prominente en China, conocido por novelas como Fengru feitun (1996, en español,
Grandes pechos, amplias caderas, 2007), Shengsi pilao (2006, en español, La
vida y la muerte me están desgastando, 2009), Wa (2009, en español, Rana, 2011)
y Hong gaoliang jiazu (1987, en español, Sorgo rojo, 1992, popularizada en
Occidente cuando la adaptó al cine Zhang Yimou), y un amplio rango de ensayos y
cuentos.
La República Popular ha buscado ávidamente un Nobel de Literatura
durante tanto tiempo que devino una obsesión nacional, que los editorialistas y
presentadores televisivos suelen mencionar como el Complejo-de-Nobel chino.
Conseguirlo siempre fue considerado una suerte de referéndum sobre el
desarrollo cultural del país, y una medida de su autoridad alrededor del mundo.
Por esa razón, la prensa china ha exaltado el triunfo de Mo Yan, celebrándolo
como una histórica primera vez. Pero el Nobel le ha dado sus problemas. En el
2000, el escritor chino de nacimiento Gao Xingjian ganó el mismo premio. Por
entonces ya era ciudadano francés, pero había pasado cincuenta años de su vida
en China, y su trabajo era tan cercano al tema chino que en un primer momento
el gobierno chino no supo bien qué hacer. El primer ministro de entonces, Zhu
Rongji, había convocado a una conferencia de prensa justo el día del premio y
alcanzó a celebrarlo. “Estoy muy complacido de que una obra literaria escrita
en chino haya ganado el Nobel”, declaró. Pero el premier no había recibido aún
la línea oficial: resultó que Gao había criticado al Partido Comunista en el
pasado, así que el gobierno no estaba tan complacido con su Nobel. El vocero
del Ministerio del Exterior declaró que, al ser otorgado a Gao, “el premio de
literatura vuelve a ser motivado por razones políticas, y no vale la pena
comentarlo”. Y aunque algunos escritores chinos –incluido el ganador de este
año, Mo Yan– lo aplaudieron, la
Asociación de Escritores dijo que el triunfo de Gao “prueba
que el comité es muy ignorante”. Aún hoy, hay libros chinos sobre el Premio
Nobel de Literatura que simplemente borran de la historia el año 2000.
Mo Yan se encuentra entre
los escritores contemporáneos más ampliamente publicitados dentro de China (a
diferencia de otros emigrados y exiliados), una lista que incluye a Yu Hua, Su
Tong y Wang Shuo. Comparado con sus primeros años, cuando algunos de sus
trabajos fueron censurados, actualmente se ha ido acercando al gobierno; a
pesar de ello, cuando se supo que era un candidato, algunos críticos domésticos
hicieron un poderoso lobby en su contra. Después de su triunfo, algunos
intelectuales chinos expresaron su desaprobación; Mo Zhixu dijo que el ganador
“no tenía una personalidad independiente”. El nuevo laureado ha evitado
discutir las políticas del premio, pero puede encontrarse respondiendo
insistentes preguntas sobre su disposición a defender escritores chinos que se
encuentren encarcelados o bajo presión.
Su triunfo es significante
para China. Reconoce una vida de escritura en un lugar donde es difícil ser un
escritor, algo que, es de esperar, ayude a combatir parte de la paranoia y victimización
que algunos intelectuales chinos aún sienten sobre su status en el mundo. Pero,
con el tiempo, uno espera que el Nobel sea menos importante para China. Después
de todo, eso sería la señal de un país que es exactamente la clase de poder
cultural que China aspira a ser. En 1986, un escritor de Beijing
particularmente provocativo declaró que la obsesión por el Nobel era una
“chiquilinada”. Lo ganó veinticuatro años más tarde. Su nombre era Liu Xiaobo y
se le otorgó el Nobel de la Paz,
no el de Literatura. Actualmente cumple una condena de once años por “incitar a
la subversión contra el poder del Estado”.
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