sábado, 23 de febrero de 2013


ENTRE EL TALLER TORRES GARCÍA Y LA CONFORMIDAD DEL TERCER PUESTO

                                                                                                                                Ángel Juárez Masares



Poner atención a las actividades vinculadas con el arte que se realizan en el resto del mundo, permite apreciar la pequeñez que impera en ese sentido en los países llamados del “tercer mundo”.  Sin embargo para no ingresar en tan vasto territorio, nos remitiremos a nuestro país, donde presentar un Proyecto de cualquier orden que supere el tamaño de una persona suele estar condenado al fracaso de antemano.
Días atrás veíamos un documental donde una artista propuso a las autoridades de un Estado norteamericano remodelar totalmente una plaza pública que estaba abandonada. El resultado fue una enorme pista de patinaje sobre hielo que contaba con una iluminación desde abajo que simulaba el cielo estrellado.
La intervención que tomamos someramente como ejemplo, permitió recuperar para el uso público un lugar abandonado, y transformarlo en una obra de arte interactiva.
En nuestro país solo vemos algunos intentos aislados, generalmente tímidos, y que en todo caso se remiten a algún “parque de esculturas”, como el existente en el entorno del ex Edificio Libertad –antigua sede del Gobierno- en la capital de la república, y que además está ubicado en una confluencia de avenidas que hace imposible apreciarlas conduciendo un vehículo, y mas aún detenerse para hacerlo.
Naturalmente que esta situación se podría –por lo menos- ubicar en dos factores o razones sustanciales: la falta de rubros pretextada por las autoridades nacionales, y la falta de audacia de la mayoría de nuestros artistas, pues, si bien conocemos gente con enjundia para idear obras monumentales, a la mayoría los supera cualquier cosa que exceda su altura física.
Estamos seguros que el argumento de “falta de rubros” es fácilmente rebatible, sobre todo teniendo en cuenta los recursos económicos que muchas veces se “invierten” en promociones de actividades que finalmente no dejan nada en concreto, sin advertir que siempre lo que se invierta en cultura tendrá devolución, y si alguien tiene dudas sobre tal aseveración que se informe sobre el fenómeno San Gregorio de Polanco y su Primer Museo Abierto de América Latina, del cual hemos hablado muchas veces desde estas páginas.
La falta de audacia para elaborar Proyectos corre por cuenta de los artistas, y va acompañada muchas veces por la carencia de rigor de la cual también hemos hecho referencia a menudo. Es de justicia sin embargo señalar que la falta de interés del Estado y de la mayoría de los gobiernos municipales, son factores que no alientan precisamente la creación monumental o colectiva, y van “encerrando” a los artistas en sus talleres ante la ausencia de incentivos para proyectarse hacia realizaciones mas audaces.
En resumen, decirle al intendente de turno que se quiere realizar un circuito muralístico o escultórico en medio de la ciudad, será sin duda la manera mas rápida y eficaz para ser catalogado de locos. Así estamos, aferrados al recuerdo del  Taller Torres García mientras el mundo del arte va por otros caminos, y desestimando la gran cantidad de creadores con que cuenta el país en relación a su población.

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