ENTRE EL TALLER TORRES GARCÍA Y LA CONFORMIDAD
DEL TERCER PUESTO
Ángel Juárez Masares
Poner
atención a las actividades vinculadas con el arte que se realizan en el resto
del mundo, permite apreciar la pequeñez que impera en ese sentido en los países
llamados del “tercer mundo”. Sin embargo
para no ingresar en tan vasto territorio, nos remitiremos a nuestro país, donde
presentar un Proyecto de cualquier orden que supere el tamaño de una persona
suele estar condenado al fracaso de antemano.
Días
atrás veíamos un documental donde una artista propuso a las autoridades de un
Estado norteamericano remodelar totalmente una plaza pública que estaba
abandonada. El resultado fue una enorme pista de patinaje sobre hielo que
contaba con una iluminación desde abajo que simulaba el cielo estrellado.
La
intervención que tomamos someramente como ejemplo, permitió recuperar para el
uso público un lugar abandonado, y transformarlo en una obra de arte
interactiva.
En
nuestro país solo vemos algunos intentos aislados, generalmente tímidos, y que
en todo caso se remiten a algún “parque de esculturas”, como el existente en el
entorno del ex Edificio Libertad –antigua sede del Gobierno- en la capital de
la república, y que además está ubicado en una confluencia de avenidas que hace
imposible apreciarlas conduciendo un vehículo, y mas aún detenerse para
hacerlo.
Naturalmente
que esta situación se podría –por lo menos- ubicar en dos factores o razones
sustanciales: la falta de rubros pretextada por las autoridades nacionales, y
la falta de audacia de la mayoría de nuestros artistas, pues, si bien conocemos
gente con enjundia para idear obras monumentales, a la mayoría los supera
cualquier cosa que exceda su altura física.
Estamos
seguros que el argumento de “falta de rubros” es fácilmente rebatible, sobre
todo teniendo en cuenta los recursos económicos que muchas veces se “invierten”
en promociones de actividades que finalmente no dejan nada en concreto, sin
advertir que siempre lo que se invierta en cultura tendrá devolución, y si
alguien tiene dudas sobre tal aseveración que se informe sobre el fenómeno San
Gregorio de Polanco y su Primer Museo Abierto de América Latina, del cual hemos
hablado muchas veces desde estas páginas.
La
falta de audacia para elaborar Proyectos corre por cuenta de los artistas, y va
acompañada muchas veces por la carencia de rigor de la cual también hemos hecho
referencia a menudo. Es de justicia sin embargo señalar que la falta de interés
del Estado y de la mayoría de los gobiernos municipales, son factores que no
alientan precisamente la creación monumental o colectiva, y van “encerrando” a
los artistas en sus talleres ante la ausencia de incentivos para proyectarse
hacia realizaciones mas audaces.
En
resumen, decirle al intendente de turno que se quiere realizar un circuito
muralístico o escultórico en medio de la ciudad, será sin duda la manera mas
rápida y eficaz para ser catalogado de locos. Así estamos, aferrados al
recuerdo del Taller Torres García
mientras el mundo del arte va por otros caminos, y desestimando la gran
cantidad de creadores con que cuenta el país en relación a su población.
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