Paul Gauguin, el pintor signado
por la pobreza y el rechazo social
Paul Gauguin nació en
París en 1848, y murió en Atuona, Polinesia francesa, el 8 de mayo de 1903.
Hijo de un periodista y con sangre peruana por parte de madre, tras el golpe de
Estado de Napoleón III (1851), huyó con
sus padres a Lima. Cuando no era
todavía más que un adolescente, Paul Gauguin se hizo a la mar; en 1871 regresó
a París y entró a trabajar en una empresa financiera de la capital.
En esta época Paul Gauguin
empezó a desarrollar un fuerte interés por el arte que le condujo a tomar
clases de pintura y a reunir una impresionante colección de obras
impresionistas que comprendía trabajos de Manet, Cézanne, Monet y Pissarro. En
1875 trabó conocimiento personal con este último y empezó a trabajar con él;
resultado de tan fecunda colaboración fue la invitación a participar en la
quinta Exhibición Impresionista de 1880, que sería reiterada en los dos años
siguientes.
En 1883, su creciente
interés por la pintura se unió al desplome de la Bolsa parisina para
conducirle a tomar la decisión de dedicarse íntegramente a la actividad
artística. Al año siguiente se trasladó a Copenhague, residencia familiar del
padre de su esposa, en busca de apoyo económico, pero su empeño fracasó
rotundamente y poco después abandonaría a esposa e hijos.
A partir de ese momento
Gauguin vivió en la penuria, rechazado por una sociedad que con anterioridad le
había abierto los brazos y que en breve iba a aborrecer. Entre 1886 y 1888 su
obra experimentó un giro radical, cuyo origen cabe buscar en dos experiencias
vitales de gran importancia: su encuentro con Van Gogh y su primer viaje a la Martinica.
Gauguin conoció al pintor
holandés en París y quedó fuertemente impresionado por el modo en que éste
conseguía plasmar sus inquietudes vitales en unos lienzos rebosantes de
expresividad. En 1888 incluso se desplazó a Arles con la intención de trabajar
conjuntamente, pero las incompatibilidades de carácter dieron espectacularmente
al traste con el proyecto al cabo sólo de pocas semanas.

Tras su desastrosa
experiencia en Arles, Gauguin regresó a París, donde su interés por las formas
del arte popular se acrecentó por vía de su amistad con el joven artista Émile
Bernard. De resultas de sus propias experiencias en la Martinica y del aporte
teórico de Bernard iba a surgir el sintetismo, estilo personal caracterizado
por la representación no imitativa y la separación de la imagen pictórica en
zonas de color fuertemente contrastadas y a menudo delineadas en negro.
Dicho estilo, con su
rechazo frontal al uso de trucos formales para recrear la percepción visual,
significó una ruptura absoluta, desde el punto de vista conceptual, con el
impresionismo que otrora había abrazado, razón por la cual es categorizado por
la moderna historiografía del arte como postimpresionista (junto con Van Gogh y
Cézanne).

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