viernes, 2 de marzo de 2012

Algunas reflexiones sobre
la línea literaria de Julio Ricci

Wilson Armas Castro

Cuando leía el prólogo que hizo nuestro querido amigo común Domingo Bordoli, al libro “Ocho modelos de felicidad”, me encontré con una expresión que me llenó de sorpresa.  Dice: “escribe como quien lava y no tuerce”. Debo confesar que en ese momento no entendí cabalmente qué era lo que quería decir Mingo.
Acabo de hojear el libro bilingüe que le editaron en Saint Nazaire (Francia), cuando estuvo un mes becado en ese lugar. Allí escribió “El Desalme” y “La Utilidad del Video”. Recién ahora caigo en el acierto de Bordoli. Efectivamente, escribe como quien lava y no tuerce. Expresión muy común que usamos los mercedarios, cuando queremos significar que lo que se está haciendo se asemeja a una avalancha impulsiva que no tiene miras de parar. Así decimos: -Le dio como quien lava y no tuerce (es decir, le dio como en bolsa), o habla como quien lava y no tuerce (sin parar, como un fonógrafo). Podría seguir con los ejemplos localistas, tan oportunos y ocurrentes, que a nosotros, los mercedarios, nos mueve a risa. Nada tan espontáneo como ese chascarrillo de Mingo.
La espontaneidad y desenfado con que Ricci aborda un cuento, nos deja la impresión de que lo escribe en joda. Pero a poco de reflexionar, caemos en la cuenta de que no se trata de una displicencia sino de una cuidadosa selección de estilo. Creer lo contrario - como algunos ingenuos quisieron enmendarle la plana- sería no reconocer en Ricci su profesión de Lingüista.
¿Por qué apela a este recurso, que parece el de un escolar adelantado? Esto nos despista en primera instancia.
Fui amigo muy cercano durante diecisiete años; nos veíamos casi a diario y, por supuesto, todos los argumentos, teorías, tesis e ideas sobre determinados aspectos de la teoría literaria, lo hablábamos, lo discutíamos. Nada de lo que publicaba, me era ajeno, como tampoco me llamaba la atención el contenido de sus charlas radiales, entrevistas o los temas de cursillos sobre literatura rioplatense que solía dictar en el extranjero. Razón para poder explicar con propiedad algunos aspectos de su materia. Quizá sería el momento de preguntarme ¿por qué ese estilo – su estilo – en Ricci?. Pongamos un límite en esto: intrínsecamente nadie conoce el meollo creador del autor. Las elucubraciones y el producto de sus meditaciones que siempre las hacía muy secretamente, las supe cuando salían publicadas. Ricci escribía como un científico cuando expresaba sus reflexiones ideo-filosóficas, pero era distinto cuando armaba sus cuentos. El pensador utilizaba su batería de conocimientos y los exponía con el mayor rigor retórico de que era capaz. En el cuento, el creador se pone de manifiesto como un irónico de boliche. No utilizaba la retórica ni afilaba su metafísica lingüística. En el primer caso es el ordenador de ideas, el filósofo, que maneja su sistema de premisas y tiene como finalidad convencer con su teoría, etc. En el segundo, es distinta la postura mental, puesto que sabe que su verdad es sólo verosímil, aunque no sea verdadero su argumento. Acá juega al disparate. Cuando el autor cree conveniente, miente a sabiendas, distorsiona la realidad, como si ésta estuviera en el lecho de Procusto, todo es verdad y es mentira al mismo tiempo. Y si no fuera así no habría creación, no habría fantasía: se escribiría con un lenguaje lacónico, estricto ceñido a una realidad constrictora.

Me gustaría trazar algunas ideas para ubicarme mejor.
1)    ¿Por qué ese modo de apreciar las cosas?
2)    ¿Por qué recurre a ese tipo de entelequia para pintar un personaje?
3)    ¿Por qué resuelve casi todo por el absurdo?
4)    ¿A qué se debe su lenguaje exento de figuras retóricas-metáforas?

1°) ”¿Por qué escribe como quien lava y no tuerce?” (Domingo Bordoli)
Su extraordinaria movilidad de pensamiento lo llevaba a escenificar situaciones vertiginosas, que sólo el lenguaje puede captar. Me parece que desde ese punto de vista arranca Ricci para escribir a sus personajes dislocados. Los planta en su escenario imaginario y ahí comienza a armarlo con toda su batería de ingeniosidades. Sus movimientos imaginativos son rápidos, de tal modo que no repara mucho en la estrategia del lenguaje para hacerles decir lo que él quiere. Esta modalidad, a mi juicio, es un modo de ver su realidad cinética, que se entronca con su estructura mental pragmática. En la vida real, Ricci, me consta, era un individuo de reacciones violentas y explosivas que, a veces, lindaban con la intransigencia. Su mundo fáctico es el de un lógico cartesiano. Recibe la imagen y la transforma, automáticamente, en concepto, luego en juicio, para someterlo a un razonamiento riguroso e inexpugnable. ¿Por qué ese desarrollo en sus más logrados cuentos, como pueden ser: La Cola, La Pared, Las Jerarquías, Las Cerillas, etc.? Y ahora, El Desalme y La Utilidad del Video. Los leo y me dejan la impresión de estar interpretando una operación matemática, en que cada palabra crea la situación y la fundamenta; luego sigue inexorablemente la consecuencia lógica. Tendría que repasar los análisis críticos que ha merecido su obra, desde otros ángulos, por algunos críticos importantes y repasar con cautela sus enfoques políticos-filosóficos sobre la sociedad actual. Sus análisis sobre Garini, no tienen desperdicio.

2°) La entelequia es un recurso muy “ricciano”. Él sabe que está trabajando con prototipos factibles de encontrar en cualquier lugar. Su lógica del pensamiento le obliga a instalar sus “creaturas” en ese circuito, que es su cuento: lo increíble creíble. Es en virtud de ese manejo, que se ubica en la más pura irrealidad, cuando lo disparatado adquiere cuerpo. Uno acaba de leer el cuento y se pregunta: ¿cómo es posible que exista un sujeto, funcionando en una sociedad que aparentemente lo acoge? ¿o es que puede plantearse una situación real, coyuntural, en virtud del disparate fabricado con premeditación y alevosía? Creo que hay algo de ambas hipótesis. Es posible que Ricci haya visto casos similares en donde el dislate cabe, germina y se desarrolla con la mayor naturalidad. Si es así, puedo decir que Ricci tuvo el ojo de Polifemo.      

Julio Ricci y L.S.Garini
3°) ¿Por qué resuelve casi todo por el absurdo? Porque el pensamiento de Ricci estaba diagramado para cernir la totalidad por el arnero de lo absurdo, que es una categoría, que aunque muchos, (entre ellos Discépolo, que él admiraba), no es fácil de captar para hacerla caber en su particular punto de vista metafísico.
Ricci compartía los concepto de Chomsky (el lingüista que más admiraba); Darrida, y otros, como también veía con mucha simpatía a Cabucci (escritor italiano); en cambio no comulgaba con Jorge L. Borges y con Cortázar, menos aún con la poesía. ¿En dónde debemos rastrear esa predilección tan poco transitada? Yo digo que en su personalidad pragmática.
Ricci fue amigo de L.S. Garini (mercedario) y lo admiraba. He tenido la oportunidad de leer sus trabajos críticos sobre la literatura de Garini.
Felipe Novoa, González, Domingo Bordoli, Julio Ricci, L.S.Garini. Novelli, Márquez, y Ariel Méndez, en 1979, en la casa de Camino La Cabra. Habitualmente los amigos se reunían los domingos, comida y mucho alcohol de por medio, a dialogar sobre literatura y arte.

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