Universidad confiere a Daniel
Vidart título de Doctor Honoris Causa
El Consejo Directivo
Central de la Universidad
de la República
resolvió el pasado martes, a iniciativa
del Centro Universitario de Paysandú (CUP), otorgar el título de Doctor Honoris
Causa al antropólogo, escritor, docente e investigador Daniel Darío Vidart
Bartzábal. La ceremonia de entrega aun no tiene fecha.
Vidart nació en Paysandú
el 7 de octubre de 1920. Cursó estudios de derecho y ciencias sociales en la Universidad de la República , y de
ingeniería en la
Universidad Nacional de Colombia.
Fue catedrático de
Antropología de la
Universidad de la República entre 1985 y 1988 y profesor de
Sociología Nacional y Sociología General del Instituto de Profesores Artigas,
entre 1967 y 1972. Es Profesor ad Honorem y Perpetuum de la Universidad Nacional
de Colombia (1985), miembro de la Cátedra UNESCO de Derechos Humanos de la Udelar (2003), y académico
de la Real Academia
Gallega (1963).
Ha recibido múltiples
reconocimientos, entre ellos los premios Morosoli y Bartolomé Hidalgo en 1996,
y el Morosoli de Oro en 2000. En 2007, junto a su colega y amigo Renzo Pi
Hugarte, fueron declarados Ciudadanos Ilustres de la ciudad de Montevideo, y
desde 2009 es miembro de número de la Academia Nacional
de Letras.
En la fundamentación de su
propuesta, la comisión directiva del CUP recordó que «pocos ámbitos
disciplinares han quedado fuera de su órbita de interés». Carlos Real de Azúa
en Antología del ensayo uruguayo contemporáneo (1964) dijo sobre Vidart: “La
antropología cultural, la geografía, la sociología, la arqueología, la
etnografía, forman el núcleo de los intereses y las inquietudes de Daniel
Vidart. Si a esta multiplicidad se suman otras circunstancias: la del carácter
autodidacta de la rica formación de Vidart, la de no haber alcanzado este autor
su suficiencia a través del cursus honorum de una línea universitaria; la de
ser inseparables su temática científica y una expresición clara (y a veces
ambiciosamente) literaria, es fácil comprender que su caracterización (sino
ardua) puede ser controvertida y sin duda lo será”.
Uno de sus temas
predilectos que ha tratado y aun continúa estudiando, es el de la conformación
de nuestra identidad uruguayo-oriental, desde varios ángulos: la historia de
los charrúas, los guaraníes, el gaucho, las corrientes migratorias, la negritud,
el tango, el mate.
A este respecto, continúa
Real de Azúa: “En lo que al aspecto científico es atañedero sus técnicas y
disciplinas son las que se mencionaban. Sus temas predilectos (una predilección
en la que parece importante su crecimiento en el interior sanducero) son los de
la antropología cultural del país y de Iberoamérica, la vida rural y sus
estructuras, instituciones y costumbres, los aportes extranjeros que formaron
nuestra nacionalidad o las predilecciones populares, sean ellas el mate, el
juego o el tango”.
Sobre sus orígenes, de
donde emanan sus intereses y su formación autodidacta, el mismo Daniel Vidart
expresa: “Tengo la suerte, yo la llamo así, la ocasión, de haber conocido bien
el campo, sobre todo el campo ganadero, y la ciudad. [...] Yo me defino siempre
como un paisano con lectura".
Pero este autodidactismo
no ha significado ni simplismo ni falta de rigurosidad en el estudio, ni a la
hora de ejercer sus múltiples facetas. Es así que, en entrevista realizada en
julio de 2009, sobre su profesión de antropólogo expresa: “en antropología los
juicios de valor no existen; hay juicios de realidad. Esa es la gran condición
que tenemos que asumir los antropólogos, tratar de entender. Ni aplaudir, ni
censurar de entrada, porque las culturas son muy distintas”.
En su rol de académico,
ensayista y antropólogo ha instalado varias polémicas entre universitarios y el
pueblo en general. La última, su visión histórico-antropológica de quienes
tuvieron mayor influencia, quiénes eran (o son) los charrúas y los guaraníes de
la Banda Oriental.
Algunas cuestiones que lo
definen como ser humano, es su capacidad de trabajar y producir, su ánimo ante
las adversidades y su inquebrantable espíritu de lucha, seguramente una mezcla
heredada de sus antepasados -aquellos vascos que bajaron de los barcos-, y de
la sangre indígena que corre por sus venas. De José Gervasio Artigas, de quien
es descendiente directo, seguramente lleva impregnado en sus genes la capacidad
empática de siempre estar del lado de los más débiles y de los más desposeídos.
En un reciente discurso
realizado en la
Plaza Independencia de Montevideo, ante la ciudadanía y los
restos de Artigas, decía: “No renunciemos, cueste lo que cueste, a esos valores
de dignidad personal y ciudadana en defensa de la justicia social, de la
igualdad política y jurídica entre los seres humanos, solo diferenciados por
sus talentos y virtudes”. Y agregaba la siguiente y muy poco conocida frase de
Artigas: “No hay que invertir el orden de la justicia; mirar por los infelices
y no desampararlos, sin más delito de su miseria. Es preciso borrar los excesos
del despotismo. Todo hombre es igual en presencia de la Ley. Sus virtudes y
delitos los hacen amigables u odiosos. Olvidemos esa maldita costumbre que los engrandecimientos
nacen de la cuna”.
Extraído: http://www.universidad.edu.uy
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