sábado, 13 de julio de 2013

Universidad confiere a Daniel Vidart título de Doctor Honoris Causa




El Consejo Directivo Central de la Universidad de la República resolvió  el pasado martes, a iniciativa del Centro Universitario de Paysandú (CUP), otorgar el título de Doctor Honoris Causa al antropólogo, escritor, docente e investigador Daniel Darío Vidart Bartzábal. La ceremonia de entrega aun no tiene fecha.


Vidart nació en Paysandú el 7 de octubre de 1920. Cursó estudios de derecho y ciencias sociales en la Universidad de la República, y de ingeniería en la Universidad Nacional de Colombia.

Fue catedrático de Antropología de la Universidad de la República entre 1985 y 1988 y profesor de Sociología Nacional y Sociología General del Instituto de Profesores Artigas, entre 1967 y 1972. Es Profesor ad Honorem y Perpetuum de la Universidad Nacional de Colombia (1985), miembro de la Cátedra UNESCO de Derechos Humanos de la Udelar (2003), y académico de la Real Academia Gallega (1963).

Ha recibido múltiples reconocimientos, entre ellos los premios Morosoli y Bartolomé Hidalgo en 1996, y el Morosoli de Oro en 2000. En 2007, junto a su colega y amigo Renzo Pi Hugarte, fueron declarados Ciudadanos Ilustres de la ciudad de Montevideo, y desde 2009 es miembro de número de la Academia Nacional de Letras.

En la fundamentación de su propuesta, la comisión directiva del CUP recordó que «pocos ámbitos disciplinares han quedado fuera de su órbita de interés». Carlos Real de Azúa en Antología del ensayo uruguayo contemporáneo (1964) dijo sobre Vidart: “La antropología cultural, la geografía, la sociología, la arqueología, la etnografía, forman el núcleo de los intereses y las inquietudes de Daniel Vidart. Si a esta multiplicidad se suman otras circunstancias: la del carácter autodidacta de la rica formación de Vidart, la de no haber alcanzado este autor su suficiencia a través del cursus honorum de una línea universitaria; la de ser inseparables su temática científica y una expresición clara (y a veces ambiciosamente) literaria, es fácil comprender que su caracterización (sino ardua) puede ser controvertida y sin duda lo será”.

Uno de sus temas predilectos que ha tratado y aun continúa estudiando, es el de la conformación de nuestra identidad uruguayo-oriental, desde varios ángulos: la historia de los charrúas, los guaraníes, el gaucho, las corrientes migratorias, la negritud, el tango, el mate.

A este respecto, continúa Real de Azúa: “En lo que al aspecto científico es atañedero sus técnicas y disciplinas son las que se mencionaban. Sus temas predilectos (una predilección en la que parece importante su crecimiento en el interior sanducero) son los de la antropología cultural del país y de Iberoamérica, la vida rural y sus estructuras, instituciones y costumbres, los aportes extranjeros que formaron nuestra nacionalidad o las predilecciones populares, sean ellas el mate, el juego o el tango”.

Sobre sus orígenes, de donde emanan sus intereses y su formación autodidacta, el mismo Daniel Vidart expresa: “Tengo la suerte, yo la llamo así, la ocasión, de haber conocido bien el campo, sobre todo el campo ganadero, y la ciudad. [...] Yo me defino siempre como un paisano con lectura".

Pero este autodidactismo no ha significado ni simplismo ni falta de rigurosidad en el estudio, ni a la hora de ejercer sus múltiples facetas. Es así que, en entrevista realizada en julio de 2009, sobre su profesión de antropólogo expresa: “en antropología los juicios de valor no existen; hay juicios de realidad. Esa es la gran condición que tenemos que asumir los antropólogos, tratar de entender. Ni aplaudir, ni censurar de entrada, porque las culturas son muy distintas”.

En su rol de académico, ensayista y antropólogo ha instalado varias polémicas entre universitarios y el pueblo en general. La última, su visión histórico-antropológica de quienes tuvieron mayor influencia, quiénes eran (o son) los charrúas y los guaraníes de la Banda Oriental.

Algunas cuestiones que lo definen como ser humano, es su capacidad de trabajar y producir, su ánimo ante las adversidades y su inquebrantable espíritu de lucha, seguramente una mezcla heredada de sus antepasados -aquellos vascos que bajaron de los barcos-, y de la sangre indígena que corre por sus venas. De José Gervasio Artigas, de quien es descendiente directo, seguramente lleva impregnado en sus genes la capacidad empática de siempre estar del lado de los más débiles y de los más desposeídos.

En un reciente discurso realizado en la Plaza Independencia de Montevideo, ante la ciudadanía y los restos de Artigas, decía: “No renunciemos, cueste lo que cueste, a esos valores de dignidad personal y ciudadana en defensa de la justicia social, de la igualdad política y jurídica entre los seres humanos, solo diferenciados por sus talentos y virtudes”. Y agregaba la siguiente y muy poco conocida frase de Artigas: “No hay que invertir el orden de la justicia; mirar por los infelices y no desampararlos, sin más delito de su miseria. Es preciso borrar los excesos del despotismo. Todo hombre es igual en presencia de la Ley. Sus virtudes y delitos los hacen amigables u odiosos. Olvidemos esa maldita costumbre que los engrandecimientos nacen de la cuna”.



Extraído:  http://www.universidad.edu.uy 

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